La apuesta 10/12

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Rápidamente el beso se convirtió en algo más. Más profundo. Más desesperado, y no podía detenerlo. Tampoco quería.

Poniéndose de pie, la arrastró con él levantándola y colocándola sobre su escritorio.
Aquella mesa que le había acompañado durante tantas de sus historias, estaba a punto de presenciar la más importante de ellas.

El escritor que escribía sobre romance, el amor real e intenso, finalmente había encontrado a su musa. La razón por la que su corazón latía más rápido y más lento en ese momento estaba ahora en sus manos y su sabor en sus labios.

Su camiseta fue la primera en desaparecer gracias a las ansiosas manos de la mujer frente a él.

-Deten esto cariño si no es lo que quieres -dijo mientras cubría su rostro y cuello de besos.

-Lo quiero. Tanto... No quiero pensar Wes, solo sentir. Déjame sentirte. Todo de ti.

Sus labios volvieron a unirse mientras prenda a prenda de ropa caía al suelo en una montaña desordenada.

Su capacidad de pensamiento simplemente se esfumó. Para lo único que tenía mente y conocimiento era para la hermosa mujer que se encontraba frente a él.

Observó fascinado como su piel enrojecía debido a su timidez y al roce de su vello facial.
También, como echaba su cabeza hacia atrás disfrutando de cada una de sus caricias y pidiendo más con la voz ronca y entrecortada.

Nunca en su vida habría sido capaz de plasmar en palabras una escena tan perfecta como aquella.
Su imaginación, que siempre había acertado con los momentos de intimidad de sus protagonistas, empequeñecían al lado de la realidad.

Quizá era porque se sentía vivo como nunca antes, o por lo especial que era Sunny, pero si ya había sentido reparos en separarse de ella, sabía con total seguridad que después de lo que iban a compartir, sería totalmente impensable dejarla marchar.

Dejó vagar sus manos hasta que una de ellas se deslizó entre el vértice de sus muslos, encontrándola lista y húmeda.

Quería caer de rodillas y adorar cada centímetro de su piel con los labios, mientras sus manos seguían venerándola con suaves caricias que arrancaban los más deliciosos sonidos que había escuchado jamás.

-No tienes ni idea de lo afortunado que me siento porque me estás dejando tocarte. Eres tan hermosa, Sunny.

Para corroborar sus palabras, dejó que su lengua tuviera la primera probada real de ella, deslizándola a través de su abertura y luego capturando el pequeño botón entre sus labios antes de succionarlo con fuerza.

Eso fue todo lo que se necesitó para que ella estallase en ese mismo momento, volviendo su respiración aun más errática y dejando que su cuerpo cayese hacia atrás, quedando así completamente extendida sobre el escritorio.

-¿Vas a dejar que siga dándote placer?

-No puedo... Wes... Ha sido tan intenso que yo...

-Si puedes, cariño. Mira lo mojada que sigues aún -arrastró un dedo sobre su sexo para demostrarle la veracidad de sus palabras y en el mismo momento que un gemido escapó desde lo más profundo de su garganta, lo introdujo en su interior y lo curvó buscando ese lugar que la haría perder la cabeza.

-¡Wes!

-Tan jodidamente preciosa. Esta es una hermosa imagen para recordar cada vez que me siente aquí a escribir.

Empuñó su miembro con el puño y lo acercó a su entrada, dando pequeños empujones antes de introducir la punta despacio.

-¿Estás lista, cariño? Estoy tan cerca del borde que quiero hacerlo perfecto para ti.

Sunny rodeó instintivamente las piernas alrededor de su cintura e impulsó la mitad inferior de su cuerpo hacia arriba para hacer la penetración más profunda.

-Sunny -gruñó su nombre, tratando de contenerse a sí mismo y no avergonzarse demasiado pronto-. Necesitamos un preservativo, cariño.

-Por favor, por favor... No te detengas...

-Mierda... Voy a correrme tan fuerte dentro de ti. ¿Es lo que quieres?

Las paredes interiores de su sexo empezaron a pulsar alrededor de su miembro, atrapándolo en su interior mientras ella alcanzaba el clímax.

Sabiendo que no soportaría aquello mucho más, empezó a moverse, haciendo sus penetraciones más profundas y alargando el placer que ella estaba sintiendo.

-Dame uno más, Sunny. Córrete de nuevo y esta vez iré contigo.

Con la ayuda de un par de dedos presionó su clítoris y ya no pudo detenerse.
En el momento en que ella empezó a gritar y a correrse a su alrededor, él la siguió.

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Fin

No podía creerlo cuando tecleó esas tres letras.

Atraído como una polilla a la luz, desvío su mirada hacia la mujer que dormía plácidamente en el sofá de su despacho.

Después de lo ocurrido sobre su escritorio, Sunny se había quedado dormida de inmediato y él la había colocado allí y cubierto con una manta finita mientras su mente se llenaba por completo de ideas.

Incapaz de ponerse a descansar, sus dedos hormigueaban por plasmar esas ideas en papel.

Haciendo caso al consejo que Sunny le dio, eliminó todo lo que no le gustaba y dejó que la magia fluyese a través de sus falanges.

Párrafo a párrafo, volvió a sentirse de nuevo como el escritor que había sido tiempo atrás y todo se lo debía a ella.

Guardó el documento y apagó el ordenador antes de tomarla en sus brazos y llevarla hasta su cama.
Cuando despertase, había algunas cosas que tendrían que hablar, pero por el momento, se colocó a su espalda y la abrazó mientras el sueño se adueñaba poco a poco de su cuerpo.

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