Noche de Carnaval 2/5

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-No le sirvas más. La noche acaba de empezar y no va a poder dar un paso si sigue así.

Seth alejó la botella y el vaso de ella. Había estado pendiente de sus movimientos a lo largo del tiempo que llevaban allí.

Quizá para ninguno de los demás fue evidente, pero para él era imposible centrarse en algo que no fuese ella.

Desde siempre había sentido algo por Allison, pero ella era tan malditamente orgullosa y en ocasiones inaccesible, que nunca dio el paso. Al menos, hasta aquella noche dos meses atrás.

-Eres tan... Aburrido. ¡Me estoy divirtiendo! Estoy bebiendo porque me alegro por vosotros. ¡Mis dos mejores amigos se casan!

Allison trató de recuperar el vaso con tan mala suerte que puso mal el pie al bajar del taburete y se estrelló con la pared de músculos que representaba el torso de Seth.

Inhaló con fuerza al sentir el leve aroma a su loción para después del afeitado y se aferró a su camisa.

-Maldita sea, Allison.

-Todavía puedo sentirte en mi piel cada vez que cierro los ojos.

Seth fue quien los cerró, recordando perfectamente como ella se había estremecido en sus brazos. Como con cada beso y caricia, Allison perdía la batalla contra el sentido común y permitía a su corazón hablar por ella.

Deseando rememorar ese precioso momento con ella, dejó que su cuerpo la atrajese más contra el suyo, perdiendo por un momento la noción de donde se encontraban y el motivo por el que ambos estaban allí.

Obligándose a apartarse de ella, se aseguró de que estuviese estable sobre sus pies antes de retroceder un paso.

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-¡Aquí estabáis! Os he estado buscando por todas partes.

Giselle se acercó a ellos y cogió el vaso que Allison había recuperado, y se lo bebió de un trago antes de mirar el vaso vacío con asco.

-No puedo entender como te gusta esto. Ni siquiera está bueno.

-Has olvidado el limón y la sal.

Allison estaba más allá de la razón.

El tequila ciertamente no ayudaba para nada, pero la noche acababa de empezar como quien dice y ya estaba deseando marcharse.

Sin embargo no podía. Ella era una de las damas de honor, y una de las cosas que SI debía hacer era complacer a la novia en TODO.

-Bueno, pero es asqueroso. Roger, sírvenos un poco de champaigne.

Seth y Allison rodaron los ojos. Giselle podía haber nacido en una cuna de oro, pero nadie lo diría por como se comportaba a veces o la de ocasiones en las que pronunciaba mal algunas palabras tratando de parecer más cool de lo que era.

El camarero se apresuró a cumplir su orden, dando una mirada de lástima hacia Allison, quien cualquiera podría adivinar con solo verla, lo que le ocurría.

Si, quizá el alcohol no ayudaba, pero ella tenía el corazón roto.

En otra ocasión, habría flirteado con ella, pero todavía le quedaban algunas horas más de su turno tras la barra, y en vista de la tristeza en sus ojos cuando miraba a la pareja a su lado, tampoco habría servido de nada.

Una lástima, si alguien le preguntaba. Era una chica hermosa, y merecía a un hombre que la mirase del mismo modo en que ella miraba al prometido de la hija de su jefe.

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No mucho tiempo después de que la segunda botella de champagne se terminase, todos se dirigieron hacia donde iniciaría el espectáculo.

Seth bebió su cerveza lentamente sin apartar los ojos del maldito stripper que había elegido a Allison como si fuese su propia barra pole dance, y se restregaba contra ella como si fuese un perro en celo.

Si, él debería pensar lo mismo con el idiota que hacía lo propio con Giselle, pero por algún motivo, eso le daba absolutamente igual.

Si no podía pasar su vida al lado de la mujer que amaba, prefería pasarla al lado de alguien tan superficial como Giselle, por lo que nunca tendría que preocuparse de que ella se llevase su corazón si algún día decidían separarse.

Tampoco podría entregarle algo que no tenía.

Su corazón pertenecía a Allison incluso antes de conocerse.

Y ahora el vacío donde este debería estar, se estaba llenando de una ira que estaba seguro, no podría controlar.

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