El incidente 3/6

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El beso fue completamente distinto a cualquier otro que hubiese dado en el pasado.
Los labios de Kelly parecían encajar perfectamente con los suyos.

Los suaves suspiros que salían de ellos lo impulsaban a seguir profundizando y a volverlo más intenso, sin embargo, pese a las ganas de hacerlo, se detuvo.
Observó como los ojos de ella seguían cerrados y como un intenso rubor cubría ahora sus mejillas.
Era tan malditamente hermosa que no podía dejar de mirarla.

Lentamente, sus ojos se abrieron enfocándolos en los suyos para seguidamente, abrirlos del todo.
Podía leer en ellos lo que pensaba.
Estaba confundida, asustada tal vez, pero en el fondo, ese beso había hecho temblar su mundo del mismo modo que tembló el de él.

Kelly levantó la mano que él no hacia mucho le había vendado y la llevó a sus labios.
No sabía el motivo por el que él decidió besarla, pero su cuerpo había reaccionado a Dave como si no pudiese contenerse.
-Di algo, por favor. ¿Ha sido demasiado para ti?
Parpadeó un par de veces antes de responder.
-No sabía que un beso podía ser así. Estoy segura de que si me pongo en pie, mis piernas no me sostendrán.
Una sonrisa curvó sus labios.
-Bueno, estoy seguro de que si yo lo estuviese también, me ocurriría lo mismo. Nunca un beso se sintió de esta manera.
-Debes tener con que compararlo.
-Creo que depende de cual sea mi respuesta, estaré en problemas contigo.
-No. Solo quiero saber. Este ha sido mi primer beso. Nunca dejé que nadie lo intentase siquiera.
Sus manos ahora se acercaron a su rostro, acariciando los labios entreabiertos de Dave.
-¿Nunca te habían besado?
Negó con la cabeza y sin apartar los ojos de los labios de él, cerró la poca distancia que les separaba, y esta vez fue ella quien buscó el contacto.

Ni siquiera sabían cual de los dos se había puesto en pie antes, solo que sus cuerpos ahora se rozaban, buscando el mayor contacto posible, mientras sus bocas, decían todo aquello que ninguno de los dos era capaz de pronuncia.

El simple hecho de besarse, de sentirse les tenía a ambos en las nubes.

Si bien era cierto que sus piernas apenas podían sotenerles, el abrazarse mutuamente les mantuvo de pie hasta que finalmente fue ella quien se separó esta vez.

-¿Que estamos haciendo Dave?

-Creo que dejarnos llevar. Sé que es difícil de creer, pero no has salido de mi mente desde ayer. Sacarte de la casa, tenerte en mis brazos... Parece una tontería, y quizá pienses que estoy loco, pero no sé de que otro modo explicarlo. Contigo me siento distinto. Me atraes como una polilla a la luz. Y siento que acercarme demasiado, va a quemarme y aun así, soy totalmente incapaz de permanecer lejos.

Y lo decía enserio, porque pese a que sus labios ya no se tocaban, los brazos de Dave seguían sujetando a Kelly esperando que ella no sintiese la necesidad de alejarse.

-Dave... Mi vida ahora mismo es... He perdido mi hogar. Estoy viviendo aquí esperando a que el seguro que contraté de algún modo cubra los daños del fuego y en algún momento poder regresar.

-Escucha, ni siquiera puedo imaginar lo que debes sentir, pero te pido que no me alejes. Deja que te demuestre que voy a estar a tu lado. Puedes quedarte aquí si es lo que quieres, o puedes venir conmigo. Sé que es una locura, pero tenerte a mi lado, de algún modo, calmará esta ansiedad que siento al tenerte lejos.

-No puedo irme contigo Dave. No te conozco. Una cosa es besarse, pero ¿vivir juntos? ¿Que dirá la gente?

-¿Sinceramente? Me importa una mierda lo que digan. Ellos no están aquí. No sienten lo que siento. No pueden comprenderlo y ¿sabes qué? Me dan lástima.

Kelly negó con la cabeza pero aun así esbozó una sonrisa. Definitivamente Dave estaba loco.

-Si lo estoy, seguramente es por ti.

Debió haber pensado en voz alta ya que él respondió.

-Piensa en ello, y si dentro de unos días sigues pensando lo mismo, entonces lo más probable es que yo acabe mudándome a la habitación de al lado, o junto a tu puerta donde pueda estar cerca de ti.

-¿Y tu familia? ¿Tampoco te importa lo que piensen ellos?

-Posiblemente mis padres pensarán que tengo una conmoción cerebral, pero en cuanto nos vean juntos, será distinto.

-Pareces muy seguro.

-Quizá porque su historia es muy parecida a esta en cierto modo.

-¿Tu padre salvó a tu madre de un incendio?

-No. La ayudó a bajar de un árbol cuando era joven cuando ella se subió para salvar a un gatito al que se le había quedado atrapada una pata en una rama. Mi padre supo entonces que quería ser bombero, sobre todo si ella continuaba subiéndose a los árboles.

-¿Y como lo supieste tú?

-Lo llevo en la sangre, supongo.

Apartó un mechón de pelo de su rostro y acarició la mejilla con la yema de los dedos. Exactamente del mismo modo en que lo hizo cuando se besaron la primera vez.

Y al igual que entonces, ella cerró los ojos y disfrutó de la caricia.

-Quizá en el fondo esperaba que llegase el día en que hacer lo que hago me llevase a enamorarme. Encontrar a alguien por quien no me importase entrar en un edificio en llamas yo solo. Y lo hice cuando te vi correr hacia el interior de la casa. No lo pensé. Solo corrí tras de ti.

-Eso fue insensato.

-Lo que hiciste tu también, pero aquí estamos, y sé que hice lo correcto, porque de haber esperado, ninguno de los dos estaría aquí.

La idea de haberla perdido en ese incendio era algo que ni siquiera quería imaginar.

La calidez de su cuerpo le indicaba que estaba viva y que tenían una oportunidad e iba a aprovechar cada segundo hasta que ella comprendiese que debían estar juntos.

-¿Que vamos a hacer ahora?

-Por el momento, comeremos esas deliciosas alitas que traje, después puedes elegir. Puedes recoger tus cosas y despertar al dueño de este lugar, o puedo quedarme contigo en ese pequeño e incomodo sofá y tentarte durante toda la noche hasta que accedas a venir conmigo.

-Dijiste que me darías unos días para pensarlo.

-Y lo he pensado mejor y creo que prefiero darte unas horas, de este modo, no te daré tiempo para huir.

-¿Y a donde iría?

-Bueno, es una suerte que no tenga que averiguarlo.

Cenaron las alitas, ahora frías, mientras se contaban acerca de sus vidas.

Mientras la observaba hablar, Dave se preguntó como era posible que en todos aquellos años, y en un pueblo tan pequeño, jamás se hubiese cruzado con Kelly.

Tal vez, de haberlo hecho, la situación en ese momento sería distinta. Quizá no estaban destinados a encontrarse hasta el día anterior.

Fuese del modo que fuese, estaba con él ahora y él sabía que los tesoros había que cuidarlos.

Kelly iba a ser el suyo. Su mayor tesoro.


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