Cita a ciegas 4/8

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Simón suspiró derrotado.

Athenea lo tenía confundido, pero por otra parte, después de verla y escuchar su voz, se encontraba cautivado.

Decidido a dejar de pensar unicamente en ella, centró su mente y su tiempo en el trabajo.

Cuanto antes terminase, antes podría marcharse a casa y probar suerte de nuevo.

La videollamada había terminado de forma apresurada, y no podía evitar preguntarse si quien había interrumpido era un hombre.

La sola idea le molestaba. Pensar en que ella tuviese a alguien fuera de sus conversaciones que pudiese tocar su suave y blanca piel, besar esos deliciosos y apetecibles labios rojos y perderse en sus ojos azules, era algo en lo que no quería detenerse a pensar, sin embargo, contra más lo intentaba, más aparecía esa idea en su mente.

Las horas trascurrieron de forma lenta y pesada, hasta que finalmente, cuando el reloj marcó las seis, apagó el ordenador, recogió su teléfono y su chaqueta y rezó para que el tráfico le dejase llegar a su casa lo antes posible.

Condujo de forma mecánica hasta llegar a su destino.

📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱

-¿Estás segura de esto, mamá?

-Cariño, el dolor por perder a tu hermana no se irá, eso te lo puedo asegurar, pero no puedes seguir viviendo de esta manera. Necesitas volver a confiar en ti misma, y yo necesito a la Raven que no temía a nada. Lena no querría esto para ti, cielo. Y yo tampoco.

-Está bien.

Su madre sonrío antes de asentir con la cabeza y abrir la puerta a quien había al otro lado.

Raven miró al hombre que se acercaba a ella con paso seguro.

Extendió la mano hacia ella esperando a que la estrechase.

Insegura, dio un paso hacia él y estrechó su mano.

-Hola Raven, soy el doctor Johnson. ¿Te parece si nos sentamos y me cuentas un poco sobre ti?

Cuando aceptó recibir ayuda poco antes, no pensó que su madre lo tomaría al pie de la letra e inmediatamente se pusiera en contacto con él.

Peor aun, que aceptase ir en ese momento.

Y eso no era todo.

La mirada que compartió con su madre cuando esta se despidió para dejarles a solas. le dijo mucho más de lo que quería.

Reprimió un escalofrío al pensar en la vida intíma de su madre.

Y para acabar de redondear, tenía que contarle sus más íntimos pensamientos a un total desconocido que cortejaba a su madre.

Gracias pero no.

-Muy bien. Cuéntame un poco sobre ti.

-Creo que usted sabe más de mi que al revés.

Una sonrisa cruzó los labios del doctor, antes de acomodarse en el sillón en el que estaba sentado y cruzar una pierna sobre la otra.

-No estoy aquí para hablar sobre mi relación con tu madre. Creo que no me corresponde a mi hacerlo.

-¿Y está de acuerdo en atender como paciente a la hija de su...? ¿Qué exactamente es mi madre para usted doctor?

-Espero averiguarlo pronto. Entonces, ¿vas a contarte que pasa por tu mente?

-Hay un chico.

-¿Un chico?

Incluso ella estaba sorprendida por esa revelación. Suponía que él debía tener la idea de que hablarían acerca de aquella noche y la muerte de su hermana, sin embargo, en cuanto abrió la boca, fue Zeus quien tenía en mente.

-Si. No le conozco en persona, sin embargo, he podido ser yo misma con él a través de nuestras conversaciones.

Le contó sin pensarlo mucho como le había conocido y su relación hasta esa misma tarde, donde, en un momento de locura, hizo una videollamada pero que su madre, al entrar en la habitación, había interrumpido.

-Me sorprende que dieras ese paso, para ser sincero. Tengo entendido que te has mantenido escondida con todo lo relacionado al trabajo para evitar dar la cara, y sin embargo, aun tratando de esconder la cicatriz, has dado el paso con él.

-Creo que quiero poder contarle. Me da miedo su reacción, pero por alguna razón, confío en él.

-Eso es bueno. ¿Por qué cortaste la videollamada entonces?

-Creo que por mi madre. No quería que ella... Creo que mis sentimientos hacia Zeus van más allá de lo que nunca me planteé.

-Eso es bastante obvio con solo mirarte, Raven.

Incorporándose, dejó los antebrazos sobre sus piernas y la miró fijamente.

-¿Y que puedo hacer?

-Volver a llamarle. Entiendo que sientas miedo, pero a veces debemos tomar el riesgo. Algo me dice que no te vas a arrepentir.

Con esa idea en mente, agradeció sus palabras y regresó a su habitación.

Cuando desbloqueó su teléfono, una notificación parpadeó en la pantalla.


Zeus

Cuando estés lista, estaré aquí para ti.

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