La cabaña 3/6

331 57 30
                                    

Se apartó inmediatamente del hombre en cuanto este dejó escapar esas palabras.
No podía ser que estuviese allí.
Tenía que ser un error.
Él jamás viajaría tan lejos de su amada Texas. Era demasiado importante para él.
Sus raíces, sus costumbres, y su rancho.

-Diana, por favor, no te alejes. Ya lo has hecho durante demasiado tiempo.
-¿Por qué estás aquí?
Él no respondió.
Cuando se acercó de nuevo, respiraba acompasadamente.
Se había quedado dormido.
Mientras tomaba un poco de la sopa que había calentado, pensó en cual sería su siguiente paso.
Tenía una radio. Si lograba contactar con alguien, podría pedir ayuda y entonces, una vez se lo llevarán a la ciudad, ella regresaría a la cabaña, e intentaría descubrir por qué la última voluntad de su padre fue que ella se quedase esos días allí.

Se mantuvo despierta gran parte de la noche para mantener el fuego encendido, sin embargo, antes del amanecer, cayó profundamente dormida.
Cuando despertó, el sol brillaba fuera por lo que podía ver, y algo le impedía moverse.
Unos fuertes brazos la rodeaban, mientras el aliento de quien tenía a su espalda le golpeaba la nuca, provocándole una sensación con la que solo en breves momentos de debilidad, se permitió recordar.
No sabía en que momento él había despertado y se había tumbado a su espalda.
-Estabas tiritando cuando desperté. No quería que pasaras frío si yo podía hacer algo al respecto.

Bueno, eso respondía a sus dudas.

Apartándose de él, se puso en pie y empezó a recoger.

-Si ya te sientes mejor, llamaré por radio para que vengan a por ti, así podrás regresar cuanto antes a casa.

-No es eso lo que quiero. Vine hasta este lugar perdido en medio de la nada por un motivo. Vine por ti, y no pienso regresar hasta que no consiga lo que quiero.

-¿Y que se supone que quieres? Ya lo hablamos. Todo terminó entre nosotros.

Se mantuvo ocupada, evitando tanto como pudo su mirada, sin embargo él no era alguien a quien se pudiese ignorar, y cuando en solo un par de zancadas se puso a su lado y la cogió del brazo para que se volviese hacia él y le enfrentase, lo demostró con creces.

-Suéltame. Me haces daño.

-No es cierto, cariño. Te gusta. Siempre lo ha hecho.

Acercándola más a él, acarició su cintura, y con habilidad, coló una mano bajo las capas de ropa que le separaban de su piel.

Ese solo contacto la envió lejos, donde los recuerdos no siempre fueron dolorosos, y donde una vez, creyó que había encontrado el amor. Por eso, en cuanto los cálidos labios del hombre rozaron los suyos, se permitió, aunque solo fuese por unos breves segundos, volver a aquellos tiempos.

❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️

Finalmente. Finalmente la había encontrado.

Después de meses tras su pista y de la extraña carta que recibió del padre de Diana solo un par de meses atrás, finalmente podía volver a tenerla entre sus brazos, respirar su aliento, probar la dulzura que emanaba de sus deliciosos labios.

Durante ese tiempo, el recuerdo de todo aquello le había mantenido despierto por las noches, soñando con que algún día, podría volver a sentirlo. Sin embargo, con el paso de los días, y luego las semanas, la esperanza menguaba, hasta que cuando estaba por rendirse, llegó la carta.

Estimado Carter:

Seguramente no tendrás un buen recuerdo mío. Dios sabe que hice cuanto pude para mantener a mi pequeña lejos de ti, aun sabiendo que ella era feliz a tu lado.

Sin embargo, debes perdonar a este pobre viejo, quien solo ha actuado como un egoísta que quería pasar sus últimos días con su hija.

Los médicos han sido claros. No hay esperanza para mi.

Todavía no he sido capaz de contárselo a Diana. Temo que ella se aferre a mi y no permita que el amor llegue a ella pese a las veces en las que insistí en que debía aceptarlo con los brazos abiertos.

Sé que esto es contradictorio.

Quiero con todo mi corazón que encuentre el amor, y cuando por fin lo hace, la alejo.

Supongo que, me di cuenta tarde.

Estas semanas lejos de ti, mi niña ha estado apagada, triste. No es ella misma. Puede tratar de fingir, pero no puede engañar a su padre.

Como cada año, voy a pedirle a mi niña ir a la cabaña en Alaska. Espero que mi cuerpo aguante hasta entonces. ¿Puedes esperar tú también?

Si amas a Diana como creo que lo haces, un par de meses más no supondrán un gran esfuerzo.

Déjala que llore mi pérdida en caso de que suceda antes de tiempo, y ve a por ella.

No dejes que siga huyendo, Carter.

Noa Sanders murió pocos días después de mandar la carta.

Le había dado tiempo a Diana. Pero el tiempo había terminado.

*******************************

Mil perdones por la tardanza. La verdad es que estoy escribiendo sobre la marcha porque no quería dejaros sin el capítulo.

La cosa es, que mañana ME CASOOOOOO, así que tengo la mente algo dispersa.

Espero que os guste el capítulo, y nos vemos a mi vuelta.

Un fuerte abrazo.

Historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora