Una mujer ocupada 4/5

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Clark

La casa es impresionante, para ser sincero.
Mi padre la compró para mi madre hace ya algunos años, un par antes de morir porque a ella siempre le ha gustado el sonido del mar.
Su intención siempre fue mudarse aquí cuando se jubilasen, sin embargo mi padre falleció antes de tiempo y la casa no ha vuelto a ser visitada por nadie. Hasta hoy.

Mi madre se ha encargado de que sea limpiada y cuidada durante este largo tiempo, pero no ha vuelto desde que estuvo aquí con mi padre la última vez.
Sé que ha de ser duro para ella, porque en esta casa celebraron la renovación de sus votos.
Mirando hacia atrás, solo veo buenos recuerdos aquí. Ese es también el motivo por el que le había pedido a mi madre las llaves de este lugar.
Quiero a Sue y a los niños aquí donde siento más cerca a mi padre.
Supongo que parece una tontería, pero realmente quiero compartir con ellos lo que soy, y quien es mi familia antes de contarle a Sue toda la verdad.
Jazz fue rotunda en eso cuando les conté a ambas acerca de mis sentimientos, pero no ha sido hasta que supo que vendríamos aquí que me obligó a prometerle que no volvería sin haber sido totalmente sincero con Sue.

—La casa es hermosa, Clark. Muchísimas gracias por invitarnos.
La observo fascinado. Ella es tan dulce que a veces tengo que contenerme para no lanzarme sobre ella y devorarla.
—Pensé que sería un buen cambio. ¿Por qué no os muestro vuestras habitaciones y luego vamos a por algo de cena y nos lo comemos en la playa?
—Eso sería estupendo. Los niños estarán felices.
—¿Y tu?
Me acerco un poco a ella porque no soporto estar alejado. Ahora por lo menos puedo rozar mis manos con las de ella y eso, de algún modo, me calma.
—Yo estoy feliz también por poder estar aquí. Las vistas son impresionantes. Siempre me ha encantado el mar.
—Podemos venir aquí todas las veces que tu quieras. Solo tienes que decírmelo.
Por primera vez desde que la conozco, ella es quien da el primer paso, acortando la distancia que nos separa y juntando nuestros labios.
Es un beso efímero, pero lo siento en todo el cuerpo y cuando se aleja, una enorme sonrisa se instala en mis labios al ver el leve sonrojo que cubre ahora sus mejillas.
—Voy a ver a los chicos.
—Te acompaño.
—Bien.
No resisto el impulso y tomo su mano.
Ella todavía está sonrojada, pero está tan bonita que no me quejo.
Pese a sus miedos, los chicos nos están esperando pacientemente sentados en el sofá de cinco plazas que hay en el salón.
Creo que Sue no puede estar más sorprendida. Esto no es propio de ellos, pero pese a sus travesuras, son buenos chicos. Les ha educado perfectamente ella sola y eso solo me hace admirarla y amarla un poco más.

—¿Queréis ver vuestras habitaciones?
Los chicos saltan del sofá y puedo ver cuan emocionados están, no solo por estar aquí, sino porque creo que incluso pese a su edad, pueden ver lo distinta que parece su madre. Más relajada, feliz y completamente preciosa.

Después de recoger unas pizzas, cogemos algunas mantas y caminamos hacia la playa.
Todavía no refresca mucho, pero de todos modos no nos quedaremos mucho aquí. 
Lo último que quiero es que cualquiera de ellos se ponga enfermo mientras están a mi cuidado.

Comemos mientras el ruido de las olas nos acompaña.
Los chicos hablan acerca de su escuela, y sus amigos.
Noto que no se entusiasman mucho con su profesora y no puedo evitar pensar en lo que Sue me dijo en el coche.
Creo que voy a tener que hablar con mi madre acerca de esto.

Una hora después, los chicos han caído dormidos sobre las mantas mientras Sue ríe feliz mojando sus pies y huyendo de las olas que se acercan a la orilla.
Así es como quiero verla cada día.

Sé que la hora de la verdad se acerca, y me aterra, pero sé también que nunca podría ser totalmente feliz a su lado si no soy sincero.

Entre los dos, llevamos a los niños a casa, la ayudo a ponerles el pijama y a acostarlos.
Es hora de que hablemos.

Después de servir una copa de vino para cada uno, enciendo la chimenea eléctrica y nos acomodo en el sofá.

—No puedo dejar de agradecerte por traernos aquí. Es tan tranquilo, y tan hermoso. Debe ser increíble ver el amanecer desde la orilla.
—Podemos transnochar y comprobar como de bonito es ver los primeros rayos de sol iluminando tu precioso rostro.
Dejo mi copa de vino sobre la mesa de centro y hago lo mismo con la suya que tiene toda su atención para evitar mirarme a los ojos.

—Necesito decirte una cosa y te pido por favor que me escuches hasta el final antes de tomar una decisión.
—¿Que ocurre? Me estás asustando...
—No quiero darle vueltas al asunto, así que ahí va. Stuart es mi hermano. O medio hermano.
—¿De que estás hablando? Tu no conoces a Stuart.
Se pone en pie y me mira con los ojos muy abiertos.
Está nerviosa. Puedo verlo por como retuerce sus manos.
—Lo hago. Escucha, cariño, hace unos años, Stuart fue a casa de mi madre y nos contó acerca de ti y de los gemelos. Ninguno podía creer que fuese capaz de abandonaros, así que le obligué a contactar contigo prometiéndote una manutención para ayudarte con los niños.
—Espera un momento. ¿Dices que le obligaste?
—¡Pretendía dejaros como si nada!
—¡No tenías ningún derecho!
—Lo tenía y lo tengo. Joshua y Drake son mis sobrinos.
Abre la boca para decir algo pero inmediatamente la cierra.
—Teníamos que asegurarnos de que estabáis bien y cuando llegase el momento, contarte la verdad.
—¿Realmente el dinero viene de Stuart?
—No.
—Joder. Mira, Clark, agradezco lo que has hecho estos años por nosotros, pero tienes que detenerte. Sacaré a mis hijos adelante yo sola, como debí haber hecho desde el principio.
—No seas terca, Sue. Ese dinero es para ellos, cariño. Para que podáis seguir en el piso donde han crecido y para...
Me muerdo la lengua porque no sé como tomará el resto.
—¿Para qué? ¿Que más no me has dicho?
—Mi madre es la directora de la escuela. Ella aprobó la beca para los gemelos.
Sus ojos de humedecen y un sollozo sale de sus labios antes de cubrirselos con las manos.
—Dios, mío. Que tonta he sido...
Dio media vuelta para encerrarse en su habitación pero la atrapé antes.
Rodeando su cuerpo desde atrás, decidí contarle la última verdad.
—Te amo.

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