Madre 3/16

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Seis meses después

La llamada la despertó.

La noche anterior terminó durmiéndose tarde debido al último libro que estaba leyendo. Estaba completamente enganchada a la trama y la mantuvo con los ojos abiertos hasta la última página.

-¿Diga?- frotó sus ojos mientras se acomodaba en la cama. No debían ser más de las nueve.

¿Quién la llamaba a esas horas un domingo?

-¿Alexia Harris? Soy Marie Svenson, de la agencia estatal de adopción.

Todo el sueño que tenía desapareció de su cuerpo y se incorporó de golpe.

-¿Está ahí?

-Si, por supuesto.

-Tenemos a una madre adolescente en la sala de partos. Ella y su familia decidieron no quedarse con el bebé y no se sabe nada del padre. Les he hablado de usted y están dispuestos a entregarle al bebé en adopción. ¿Podría llegar al Medical Center pronto?

Alexis ya había saltado de la cama y se estaba vistiendo con una mano, mientras con la otra sujetaba el teléfono contra su oído.

-Estaré ahí.

El viaje le llevaría al menos un par de horas, pero nada le impediría llegar.

Colgó la llamada, cogió su teléfono, las llaves y el bolso y se metió en el coche con una enorme emoción recorriendo su cuerpo.

Ted iba a volverse loco en cuanto se lo dijese.

La Universidad le estaba yendo de maravilla, y aunque tenía que conformarse con verle unicamente a través de Skype hasta las vacaciones de Pascua, después de haber pasado ya dos semanas juntos en Navidad, sabía que se alegraría muchísimo por ella.

Mientras conducía, pensó en todo lo que tendría que comprar para el bebé.

Haciendo una lista mental y repasando el dinero que tenía en su cuenta, cantó a todo volumen mientras cada quilómetro la acercaba más a cumplir su sueño.

🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼🍼

Oliver estaba en su oficina, cuando recibió una llamada de su madre.

Habían encontrado a Jake. El muy irresponsable había estado cerca de la sobredosis.

Alguien debía quererle vivo porque ya había perdido la cuenta de las veces en las que había atentado contra su vida en los últimos seis meses, después de que le localizase y le contase acerca de las consecuencias que causó acostarse con una alumna menor sin protección.

Se había confiado cuando le dijo que se había enamorado de ella aun teniendo en cuenta la diferencia de edad y los problemas que su relación causaría.

Le hizo prometer que no se acercaría a ella, al menos hasta que cumpliese la mayoría de edad.

Y le creyó de nuevo cuando con la mano en el corazón le aseguró que no ocurriría.

Pero como pronto comprendió, Jake no sabía mantener su palabra.

-Voy hacia allí, mamá.

-Quizá es hora de que pienses realmente en ingresarle en un centro de desintoxicación, hijo.

Oliver cerró los ojos y asintió a pesar de que ella no podía verle.

No era la primera vez que tenían esa conversación, pero había confiado demasiado en Jake.

No volvería a cometer el mismo error.

En cuanto llegase al hospital y comprobase que seguía vivo, lo arreglaría todo para organizar el traslado en el mismo momento en que le diesen el alta.

Una vez en el coche, lo puso en marcha con la cabeza hecha un lío.

Se sentía un fracaso al no haber podido ser realmente de ayuda.

Tenía que aceptar que había fallado.

Cuando ingresó en el hospital, inmediatamente se acercó al mostrador y preguntó donde podía encontrarle.

-Suba por ese ascensor hasta la tercera planta. Junto al ala de maternidad.

La enfermera le dedicó una amable sonrisa antes de atender a quien había a su espalda.

Una vez en el ascensor, se colocó a cierta distancia de las puertas para permitir que los que estaban esperando pudiesen entrar antes que él, cuando una silueta a su derecha llamó fuertemente su atención.

Sorprendido, descubrió que era la hermosa mujer del karaoke.

Embelesado por como se balanceaba nerviosamente sobre sus pies, mientras hablaba por teléfono.

Tenía una preciosa sonrisa, tal y como recordaba, mientras hablaba.

-Si, estoy justo esperando el ascensor. Enseguida estaré ahí... Ah, ¿de verdad?... Si, por supuesto. Sabía que podía pasar... Lo entiendo. Gracias de todas formas.

Su sonrisa había desaparecido y en cambio, Oliver pudo ver una absoluta tristeza en su rostro mientras trataba sin éxito, contener las lágrimas.

El ping del ascensor le anunció su llegada, sin embargo no se movió.

Solo cuando las piernas de ella fallaron y se dejó caer con la espalda apoyada en la pared mientras sollozaba como si la vida le fuese en ello, sus pies obedecieron.

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