Cita a ciegas 3/8

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Con una sensación de desesperación en el cuerpo, llevó un dedo tembloroso a la notificación para aceptar la videollamada.

Allí, frente a sus ojos, apareció ella.

Aunque la habitación estaba en penumbras, podía vislumbrar la silueta de Athenea.

Recorrió su rostro, apenas visible con los ojos.

Su largo pelo cubría parte de su rostro y aun así, el azul profundo de sus ojos, combinados con sus preciosos y tentadores labios, casi consiguieron hacerle gemir.

Ella era realmente una preciosidad.

-Hola, Zeus.

Su voz, ronca y sensual, hizo reaccionar su cuerpo, provocándole una incomodidad, haciendo que se removiese en su silla de oficina, tratando de aliviar un poco la estrechatez de sus pantalones.

-Hola, Athenea.

Una leve sonrisa apareció en los labios de ella, haciéndola todavía más atractiva.

-Yo... quería disculparme por no haber respondido a tu último mensaje. Me gustaría poder explicarte mis motivos si tienes algo de tiempo.

Bueno, tenía que trabajar, pero en ese momento, nada de lo que tenía pendiente era urgente. Al menos podía disponer de unos minutos para escuchar lo que ella tenía que decir.

📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱📱

Raven miró hacia un lado y hacia el otro antes de volver su mirada a Zeus.

Se había asegurado de que las cortinas estuviesen echadas y dejó que parte de su melena cayese de un modo desenfadado sobre su rostro para evitar que él viese la cicatriz.

No se avergonzaba de llevarla, pero lo último que quería era ver la lástima en su rostro.

Ese era el principal motivo por el que nunca aceptó quedar con él a pesar de su insistencia.

Durante ese año, Zeus no solo había sido un amigo con el que le gustaba hablar.

Mientras más hablaban, descubría que el chico que se escondía tras la pantalla de su teléfono le gustaba y mucho.

-Te escucho.

Vio como él se acomodaba en su silla y durante unos segundo disfrutó de la visión de su torso bajo la camisa que se ajustaba perfectamente a este.

-Antes de nada quiero que sepas que no es por ti. Mis motivos para no quedar son especificamente por mi.

-No entiendo.

-Yo no soy la persona que crees. La imagen de mi perfil...

La puerta de su habitación se abrió de nuevo dejando entrar la claridad que ella había estado evitando hasta el momento.

Asustada de que él pudiese ver la cicatriz, colgó la videollamada antes de murmurar una disculpa apresurada.

Dios... ¿Por qué era tan cobarde?

-Hija, ¿estás bien? He estado llamándote y no respondías.

-Lo siento, mamá. Me puse a leer y perdí la noción del tiempo.

-Me había parecido escuchar que hablabas con alguien.

-Solo comprobaba una cosa en la empresa.

-Bien, imagino que le mandaste un mail al chico del que hablamos.

-Si, y voy a necesitar que te reunas con él y acordéis...

-Esta vez no, Raven. Vas a tener que ir tú. Entiendo que no te sientas cómoda. De verdad.

-No. No lo entiendes mamá.

-Entonces cuéntame. Habla conmigo. Has estado encerrada en ti misma desde aquella noche. No quisiste siquiera hablar con el psicólogo que me atendió y...

-¿Y que voy a decirle, mamá? ¿Que estabámos allí por mi culpa? Salimos aquella noche por mi, porque me empeñé en que fuésemos a ese lugar. Lena no quería ir y tú tampoco y yo no me detuve hasta que aceptastéis.

-Cariño, no fue culpa tuya. Yo estaba cansada y... mis ojos se cerraron solo un momento. Perdí el control del coche.

-Pero si yo no...

Su madre se apresuró a sentarse a su lado y la abrazó.

La escuchó sollozar y se rompió.

-Lo lamento, mamá.

-Todo estará bien, mi niña. Te lo prometo. Pero necesito que me prometas que hablarás con alguien.

-Lo prometo.

Quizá, después de tres años, era hora de que dejase salir toda la culpa que llevaba sobre los hombros.

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