El incidente 5/6

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Dave estaba muy callado.
Al principio pensó que algo de lo que ella había dicho o hecho en casa de sus padres no le había gustado, sin embargo, pese al silencio ensordecedor del interior del coche, Dave mantenía sus manos unidas sobre el cambio de marchas, mientras que con la mano izquierda se aferraba al volante e iba pendiente de la carretera.

Una vez se detuvieron frente al motel, se soltó de su agarre y giró su cuerpo para poder mirarle.

—¿Hice algo malo?
Por como abrió él los ojos y parpadeó sorprendido, parecía que no tenía ni idea de lo que hablaba.
—Por supuesto que no. ¿Por qué piensas eso?
—Has estado pensativo desde que saliste al jardín para buscarme y te has mantenido callado todo este tiempo.
Una enorme sonrisa se extendió en su rostro, y cogiendo ambas manos entre las suyas, las besó.
—Siento haberte preocupado, cariño. Solo estaba pensando en algo que dijo mi padre y en como contártelo.
—¿Es algo malo?
—Mejor vamos dentro. Te lo contaré todo.

Una vez en el interior, mientras Kelly se descalzaba, Dave miró alrededor e hizo una mueca.

Quería que ella realmente aceptase irse con él, pero si algo había aprendido de Kelly, era que no solo era obstinada, sino que no le gustaba la idea de que se compadeciesen de ella. Y algo le decía que esa era la principal razón por la que ella no había accedido. En el fondo, pensaba que sentía lástima debido a su situación.

Nada más lejos de la realidad.

Haciendo lo mismo que ella, se descalzó y subió a la cama, poniéndose a su lado, pero sin tocarla.

Quería hacerlo, de verdad que si, pero por el momento, prefería mirarla a los ojos y contarle sobre lo que había descubierto hablando con su padre.

—¿Que sabes sobre lo que hacía tu abuela?

—¿Que quieres decir?

—A que se dedicaba.

—Nunca presté mucha atención. Sé que se pasaba horas en la cocina y que algunas veces, la visitaba a menudo gente del pueblo, mujeres sobre todo, pero cuando eso ocurría, me pedía que fuese a mi habitación y que no saliese hasta que ella me avisara. ¿Por qué quieres saber sobre eso?

—Cuando estabas en el jardín con mi madre, mi padre me habló de como conoció a tu abuela. Como ella les ayudó cuando estaban desesperados por tener un hijo y no podían.

—No entiendo.

Sentados uno frente al otro, extendió sus manos y cogió las de ella, esperando que no las apartase en cuanto le dijese la verdad.

—Mi padre me dijo que tu abuela era una curandera y que tiempo después de acudir a ella, finalmente mi madre consiguió quedar embarazada.

Esperó pacientemente a que ella reaccionase. No importaba de que modo. Simplemente necesitaba que lo hiciese para poder actuar en consecuencia.

—Entonces lo sabes.

Sorprendido ante su respuesta, fue él quien dejó ir sus manos.

—¿Lo sabías?

Ella asintió.

—Me enteré después de su muerte. Cuando revisaba sus cosas, encontré un pequeño y viejo diario. Lo escondí entre las hojas de su libro de cocina. Hice un agujero en las últimas páginas que estaban en blanco y lo dejé ahí.

Extendiéndose hacia la mesita de noche que tenía Dave a su espalda, abrió el primer cajón y sacó el cuaderno por el que había arriesgado su vida.

Las quemaduras habían sanado en su mayor parte, por lo que ya no necesitaba las vendas.

Pasó los dedos por la portada antes de abrirlo y mostrarle a Dave su secreto mejor guardado.

—Quería contártelo desde hace un par de días, pero no me atreví. Pensaba que no me creerías.

Cogiendo el libro de sus manos lo dejó a un lado y quedando de rodillas sobre la cama y las palmas de las manos sobre la cama, se acercó a ella, y besó sus labios.

—Siempre, pase lo que pase, voy a creerte. Y necesito que creas en mi.

—Lo hago.

—No del todo. Ven conmigo. Cojamos tus cosas y ven conmigo a mi apartamento. Podemos buscar otro lugar, o esperar a que la compañía de seguros contacte contigo e ir a vivir a tu casa una vez todo esté arreglado, pero no soporto irme cada noche. Cada minuto que paso a tu lado, me hace más difícil dejarte después. Te has convertido en todo lo que quiero. Anhelo tus besos cada segundo que estoy lejos— besó sus labios de nuevo, haciendo reales sus palabras.-Por favor, cariño, por favor.

—¿Estás seguro?

Conteniendo sus esperanzas, se limitó a sonreír ampliamente antes de asentir.

—¿No te preocupa que dirán si descubren que estás viviendo con la nieta desconocida de la curandera del pueblo?

—Ni siquiera un poco. ¿Y sabes por qué?

Ella negó sin poder apartar sus ojos de los de él.

Quizá su abuela hubiese sido curandera o obrase algo de mágia en la vida de algunas personas, pero Dave tenía un efecto mágico sobre ella.

Se sentía igual que Dave cada vez que se separaban, y cada hora que trascurría hasta que volvían a verse.

—Mis padres creen firmemente que tu abuela les ayudó a engendrarme, y lo creo también porque gracias a eso, estoy aquí, contigo, y nunca había sentido nada como esto que siento por ti.

Conmovida y emocionada por sus palabras y correspondiendo a sus sentimientos cerró la poca distancia que les separaba y susurró un si sobre sus labios.

Feliz por su respuesta, se besaron como llevaban horas deseando, conscientes de que esa noche, cruzarían la línea.

Cuando la espalda de Kelly tocó el colchón, Dave no perdió el tiempo y dejó que sus manos recorriesen cada curva perfectamente formada de ella.
Sus labios no abandonaron los de la chica. Al contrario, bebió de ella arrancándole los más deliciosos y sensuales suspiros.

Las manos de Kelly no se quedaron inmóvilles tampoco.
Con algo de torpeza, las colocó sobre el pecho de Dave y uno a uno, desabotonó la camisa antes de ayudarle a sacársela.

Anhelando más de sus caricias, ayudaron al otro a deshacerse completamente de la ropa para finalmente, yacer juntos sin nada que se interpusiera entre ellos.

—¿Estás segura de esto, cariño? No quiero hacer nada a menos que estés lista.
—Lo estoy. Estoy lista desde el primer momento en que tus labios me besaron. Solo te pido que vayas con cuidado.
Y lo hizo. Tras protegerse, se adentró en el cuerpo de su chica con calma, respirando despacio y tratando de hacer la experiencia lo más placentera posible.
Después de alcanzar la cima, mientras yacían abrazados y el sueño iba ganando terreno, una voz que pensó que jamás escucharía de nuevo se coló en sus sueños.
—Este es mi último regalo para ti, mi niña. Sé muy feliz.

A la mañana siguiente, la llamada de la compañía de seguros la despertó.
Pronto empezarían las remodelaciones para que pudiese regresar cuanto antes a su casa.
Miró a Dave quien dormía a pierna suelta y sonrió.
No volvería allí ella sola.
Y no volvería a estarlo más.
Su abuela realmente le había hecho el mejor de los regalos. Su bombero.

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