23. La única chica

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Taylor llevaba 25 horas encerrada en su laboratorio, se mantenía cuidando a sus ratones y modificando la fórmula de la vacuna, se mantenía a base de cafeína y azúcar, Jason y Reyna habían ido en un par de ocasiones para convencerla de que saliera a dormir un poco y a comer, la castaña se negaba, se empeñaba en permanecer encerrada para avanzar, debía hacerlo. Su proyecto para poder graduarse no estaba funcionando y eso la aterraba haciéndola dudar enormemente de sus capacidades. Tal vez no era lo suficientemente inteligente, tal vez, si era una inútil y debía abandonar aquello.

Pasó su mano por su rostro con frustración logrando enrojecer su pálida piel, en los últimos meses ya no se reconocía, cuando se veía al espejo seguía viendo Los mismo ojos azules, mismo color de cabello, mismos ángulos de la cara, mismos labios, misma nariz. Era ella y sin embargo, se sentía tan ajena a aquel cuerpo. El sonido de su celular logró sacarla de sus pensamientos, frunció el ceño al ver que era una llamada privada, dudo varias veces antes de decidirse a atender, una distracción en esos momentos no le vendría mal.

—¿Si? —su voz salió ronca y rasposa.

—Señorita Stark. —saludó la otra persona con un acento ruso marcado, Taylor enarcó una ceja al reconocerla.

—Agente Romanoff, ¿qué se le ofrece? —le dio un trago a su café en un intento fallido de mejorar su voz.

—Escuche que hace meses no vive en Malibu —la pelirroja estaba siendo demasiado amable y Taylor sabía que quería algo. —. También escuché sobre aquel censor, mi jefe nos envió al agente Barton y a mi, a darle algunas cosas qué tal vez la ayudaran con su trabajo, también estamos interesados en aquella vacuna que está creando.

Taylor dejó su taza de lado y miró todo el laboratorio, claro que había cámaras, todos los proyectos eran monitoreados para evitar que se creara algo que no era debido, ella misma se había asegurado de mantener en secreto todo lo que hacía, solo lo sabían dos personas y dudaba que Natasha hubiese torturado a sus amigos para sacarles información, aunque la rusa era capaz de todo, debía darse una vuelta por los dormitorios para cerciorarse de que seguían con vida.

—Te veo en la cafetería. —terminó su café y se puso de pie.

—Mejor abre la puerta, traemos café y donas. —corto la llamada antes de recibir respuesta.

Taylor se levantó de su cómoda silla y abrió el laboratorio, antes de permitirles el acceso, se aseguró de que usarán la protección necesaria, incluso ella tuvo que volver a hacerlo, dentro de aquellas paredes había virus letales activos y no quería arriesgarse a que alguien se contagiara o a qué los gérmenes de fuera, arruinarán todo.

—¿Es necesario que use esto? —el agente rubio de ojos azules que acompañaba a Romanoff preguntó viendo raro el traje que la joven le había dado momentos antes. Ambos se quedaron viendo fijamente por varios segundos, tenían la sensación de ya haberse conocido con anterioridad.

—Es un traje esterilizado y sellado, nada entra y sale una vez que es colocado correctamente, les dará oxígeno por cuarenta minutos. Tengo el virus de la peste negra en incubación, tú decide si quieres usarlo o no. —Taylor simplemente volvió a ponerse gel antibacterial, guantes y cubre bocas. Ambos agentes la miraron.

—¿Por qué nosotros debemos ir con disfraz y tú no? —Barton seguía sin querer ponerse aquel traje blanco.

—Porque yo me puse las inyecciones correspondientes para reforzar mi sistema inmunológico mucho tiempo antes de comenzar mi proyecto y ya estoy expuesta, no veo de que pueda protegerme. —Taylor selló el traje de Romanoff y después lo hizo con el del rubio quejumbroso y preguntón. Tecleo el código nuevamente y los dejo entrar primero, en cuanto cerró la puerta detrás de ella, activó la máquina de esterilización la cual los roseo por igual para matar cualquier germen intruso.

𝐃𝐀𝐔𝐆𝐇𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐓𝐎𝐍𝐘 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐊 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora