27. No te atrevas

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Tony estaba en la terraza viendo hacia el cielo estrellado, todo parecía tan negro, sin brillo y chiste. Su corazón dolía como hacía tanto tiempo que no ocurría, Rhodey se posicionó junto a su lado lentamente, demasiadas agencias buscaban con locura a la joven Stark, de quien no había rastro.

—No entiendo como dieron con ella, no tiene rutinas —Tony habló sin voltear a ver a Rhodey, este tampoco lo entendía. —. ¿Por qué tardan tanto en dar con ella? ¿Qué pasa si ya no tiene tiempo?

—Tony, escúchame.

—No, no me prometas que la encontraras a no ser que lo hagas porque jamás te lo perdonaría y tampoco me lo perdonaría a mí.

—Tenemos algo. —Natasha llegó con ambos interrumpiendo su charla.

Los tres salieron del lugar y condujeron a gran velocidad al lugar en el que ya se encontraba todo un equipo inspeccionando el lugar.

—Señor Stark, no tiene que ver esto. —Coulson se interpuso en su camino impidiendo que pasara más.

—¿Que hay ahí? —los ojos de Tony ya se encontraban aguados por las lágrimas que seguía reteniendo, necesitaba un nombre para poder ponerse su traje e ir en busca de su pequeña. Tony pasó ignorando los llamados de los agentes con Natasha y Rhodey pisándole los talones, se detuvo en seco al ver la camioneta en la que sabían, se habían llevado a Taylor, con una cantidad de sangre descomunal. —No puede ser.

La forense se volteó e intentó cubrir con su cuerpo la sangre para que no la vieran.

—¿De quién es? ¡Alguien murió ahí! ¿La mataron ahí? —Tony no pensaba correctamente, su mente iba a mil y su corazón parecía que saldría en cualquier momento. Rhodes y Romanoff colocaron una mano en los hombros del castaño intentando mostrar apoyo, lo cierto era que también querían saber de quien era la sangre. Coulson se puso frente a Tony, de nuevo.

—Señor Stark, no sabemos. Aún no.

—¿Qué tipo de sangre es su hija?

—AB positivo.

—Bien, solo deme un minuto.

—Vamos, mejor venga acá. —Coulson volvió a alejarlo junto con la agente rusa y el teniente coronel, Tony no se perdía lo que la forense hacía, la joven castaña se acercó hasta ellos nuevamente con algo blanco en las manos.

—Es B negativo —Anunció viendo a sus colegas. —. Escuche, estoy con usted, señor Stark, pero debo informarle a los peritos para que busquen coincidencias.

Las lágrimas finalmente cayeron y Tony las limpio como pudo, aún había esperanza, Taylor seguía con vida. Iba a recuperarla, su bebé debía volver, ella lo haría.













Taylor volvió a abrir los ojos, no sabía cuando se había quedado dormida de nuevo, ya no estaba en el lugar de antes, intentó buscar una pista para poder averiguar donde se encontraba, hasta ese momento fue cuando noto que su ropa había sido cambiada, se estremeció al pensar todo lo que pudieron haberle hecho, su mente rápidamente llegó a la conclusión que dentro de la comida habían puesto algo para drogarla, de nuevo.

—Al fin despiertas, eres muy dormilona ¿sabías eso? —una voz masculina de acento extranjero la hizo sobresaltar, miró al hombre que se posicionaba frente a la luz dejando ver su rostro, entonces lo supo. Si iban a matarla, de otra forma, jamás se habría revelado de aquella manera. Taylor se mantuvo en silencio e intentó prestar atención a aquel hombre, su cabello era en extremo corto, tenía ojos verdes, un gran bigote con algunas canas, su rostro tenía algunas arrugas y debajo de sus ojos se notaban unas grandes bolsas, no era tan alto, a lo mucho le sacaba unos cinco centímetros a su papá. —Es de mala educación no responder, pequeña.

—¿Qué quiere?

—Dinero no, eso te lo aseguro —el hombre se veía demasiado relajado y Taylor seguía sin identificar su asentó. —, solo quiero que conversemos. Eres una hermosa jovencita.

—Lo siento, no eres mi tipo, no me interesa tener un sugar daddy.

—Y cómica, está claro que tienes demasiada autoestima, ¿siempre piensas que todos quieren algo contigo?

—¿Y quién no lo quisiera? Incluso yo querría tener algo conmigo, soy bellísima.

—Y arrogante.

—Herencia. —Taylor se encogió de hombros restándole importancia, el hombre soltó una sonora carcajada.

—Te pareces a tus padres, en muchas cosas —Ahora si que había logrado llamar su atención. —, tienes los ojos azules de Rebeca, el cabello castaño de Tony, el cabello lacio de Rebeca, la belleza de ambos, el sarcasmo y arrogancia de Tony, la sonrisa de Tony, claro que cuando eras pequeña te parecías más a él, eras el vivo retrato de tu padre pero con ojos azules y cabello largo, conforme vas creciendo vas dejando eso de lado aunque claro, siempre se conservan algunas cosas.

—¿Rebeca? —Taylor estaba aturdida, jamás había escuchado el nombre de su madre, jamás le había interesado saberlo.

—¿No sabes mucho, verdad? —el hombre parecía un poco afligido. —Te contaré una historia, hace 18 años un joven heredero y huérfano, conoció a una hermosa chica, no fue amor a primera vista, claro que no. Ambos se caían mal, no se soportaban hasta que finalmente ella lo besó, si, ella tomó el primer paso porque él era tan arrogante que no sedería ante aquello, claro que correspondió cuando aquel primer secreto a voces fue aceptado por ambos, la química que tenían era inigualable, el joven heredero se sentía bien con aquella hermosa joven de cabellos tan negros como la noche y ojos tan azules como el cielo. Ella sabía muy bien el papel que jugaba en la vida del millonario, así que se cansó después de un tiempo y se fue con el pretexto de que había encontrado a alguien más, eso era una vil mentira, ella se había enamorado perdidamente, él no. Ninguno de los dos contaba con que de aquellas noches en la que la pasión los consumía, saliera algo que los uniría de por vida. Taylor, ese nombre es el que Rebecca eligió para el producto de aquello que tuvo con el hombre que alguna vez amo. Quería que sus iniciales coincidieran, el siempre era T.S y ahora su hija, también era T.S.

Taylor estaba paralizada, no sabía que decir, no tenía idea de cómo reaccionar, tenía demasiadas preguntas y ninguna respuesta. ¿Su papá en verdad la amaba? Esa pregunta era la que más la atormentaba, las heridas emocionales que habían generado las palabras dichas por su papá aquella vez en el techo de ese edificio seguían presentes y haciendo eco, no quería pensar en eso, le aterraba la idea de hacerlo, se obligó a ocultar de nuevo todas aquellas emociones que amenazaban con salir y sonrió con frialdad.

—¿Qué se siente saber que estás aquí por culpa de Rebeca Talahan y no por culpa de Anthony Stark? —fue la pregunta que hizo el hombre antes de volver a dejarla sola, la mente de Taylor colapsó. De nuevo estaba pagando los platos rotos por culpa de su progenitor, claro que ahora se trataba de su madre, la mujer que la había abandonado como si de un animal se tratase, ¿por qué no iban detrás de esa mujer? ¿Por qué debía ser ella la que pagará todo? ¿Por qué sus padres no pudieron ser otros?

𝐃𝐀𝐔𝐆𝐇𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐓𝐎𝐍𝐘 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐊 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora