21. Adolescente

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La alarma sonaba una y otra vez, Taylor giró nuevamente en su cama para seguir durmiendo, apenas y había dormido, gran parte de la noche había estado trabajando en un censor detector de villanos, se estaba apoyando con el ADN de Iván Vanko, Obadiah Stane y Justin Hammer, aunque este último diera más risa que nada.

Había reunido los expedientes médicos de los tres y se la pasaba comparando datos, todo parecía estar en orden y la joven Stark, estaba a punto de darse por vencida hasta que encontró una resonancia magnética que Obadiah se había realizado por un chequeo anual, noto una anormalidad en esta, eso le dio los indicios para buscar resonancias de los otros dos. Encontrar una de Iván, fue más difícil, al igual que su historial médico.

Las tres resonancias mostraban cambios similares, en Hammer eran menos notorios que en los otros. Había actividad reducida en el córtex prefrontal, y una sobreactivación de la amígdala cerebral.

Ya tenía el prototipo listo, era una pulsera de acero inoxidable, fácil de colocar, con una serie de censores que se activaban al entrar en contacto con la piel, lo había probado con ella y le había analizado la sangre y el cerebro. Había arrojado que sufría un ligero caso de anemia y que su cerebro no producía la suficiente serotonina pero de ahí en fuera estaba bien, sabía que algo le faltaba, la había probado discretamente con todos sus conocidos y ninguno tenía aquel gen así que se fue a lo grande y lo probó de una manera muy disimulada con el padre de Meredith, le había arrojado que nada malo había ahí y entonces supo que estaba fallando. Para Taylor no era un secreto quien era en verdad aquel hombre.

—Señorita Stark —la voz de Eliza se escuchó en toda la habitación —, es hora de despertar. Ya es medio día, su padre la espera para desayunar desde hace cuatro horas.

—Cinco minutos más —la ronca voz se escuchó algo ahogada por la almohada que amortiguaba el sonido.

—Le recomiendo que ya se levante —Jarvis se había unido a Eliza para lograr despertar a la castaña. —, el señor no se encuentra contento porque ya lo hizo esperar demasiado.

—Pero yo no tengo hambre —Taylor se sentó con el cabello completamente enmarañado, las bolsas debajo de sus ojos hacían ver pálida su cara.











—Debes dormir y comer más —Tony analizaba a detalle el rostro de Taylor, parecía ser una constante la subida y bajada de peso en su hija, Stan Lee, conducía hacia el hangar de la empresa, debían estar en New York, para arreglar algunas cosas de la empresa, Pepper había estado los últimos días en Washington D.C. Para pedir algunos permisos.

—Duermo y como bien —Taylor respondió distraídamente viendo por la ventana, Howard iba dormida en el asiento del copiloto.

—Dile eso a tu cara —Tony le giro el rostro con las manos y lo observo a detalle, las ojeras eran notorias, lucia cansada y ligeramente pálida. —. ¿Algo te preocupa?

—No —Taylor quito bruscamente su rostro de las manos de su papá y volvió a ver por la ventana. —. Solamente me la paso viendo películas toda la noche.

—¿Ya pensaste que vas a hacer de tu vida? —Tony seguía mirándolo pese a que su hija no lo hacía. Seguía comportándose rara y distante, había intentado mil maneras de acercarse, después de haber escuchado aquella conversación que tuvo con Derek pero simplemente, Taylor no cedía.

—No, aún no lo sé. —Taylor ahora si que se giró para verlo, la confusión en su rostro era evidente. —¿Por qué preguntas? ¿De nuevo te estas muriendo?

—Que graciosa —Tony rodó los ojos con fastidio —, solo quiero que déjese de hacer nada. Quiero que tengas una profesión y la ejerzas, comiences a ganar tu propio dinero.

𝐃𝐀𝐔𝐆𝐇𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐓𝐎𝐍𝐘 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐊 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora