64. Hormonas

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¿Había algo que le molestará? Claro que sí, sin duda alguna eran sus hormonas, se sentía fuera de sí misma, era como si alguien más hubiese llegado y tomado posesión de su cuerpo, haciendo de este lo que quisiera.

Oficialmente estaba en la semana 16 o sea, terminando el cuarto mes de embarazo, viviendo con bastante tranquilidad el segundo trimestre de gestación, todo parecía ir mejorando, ya no tenía molestares matutinos y finalmente era capaz de comer lo que se le antojase sin miedo a vomitar o sentir asco en cualquier momento. Taylor creía que todo sería miel sobre hojuelas, entonces vino el primer acontecimiento peculiar.

Se encontraba en la sede de los vengadores, escuchando por quinta ocasión la cantaleta de su padre, sobre cómo Peter era un niño que intentaba ser un héroe, arriesgando su joven vida sin importar nada y lo idiota que era el buitre al haberse metido con su protegido. Ella simplemente fingía que lo escuchaba, claro que se había molestado demasiado cuando supo sobre Peter persiguiendo a un criminal pero no podía juzgarlo, ella habría hecho lo mismo de haber estado en su lugar. Su padre estaba a nada de terminar su palabrería, cuando un recluta entró en la oficina interrumpiendo al Stark mayor, llevaba una ropa negra ajustada que resultaba su musculoso cuerpo y estaba bañado en sudor, Taylor tuvo que cerrar las piernas, al sentir como un calor bastante placentero se adueñaba de su parte íntima, pidiendo a gritos saciar la necesidad primaria del ser humano: el sexo.

Desde aquel día, Taylor debía tomar más de dos duchas, algunas con agua fría, ya que casi todo la hacía sentirse excitada. En esos momentos maldecía a Steve todo lo que podía, al no poder estar ahí para ayudar en esa situación, dejando que sus dedos se hicieran cargo de hacerle sentir varios orgasmos a lo largo del día. Estaba fuera de sí y lo sabía.

Se sintió aliviada cuando fue su consulta con la ginecóloga y después de hacerle su habitual chequeo, le dijo que aquello era completamente normal y que pronto pasaría todo aquello, que era muy común que sucediera en las mujeres que se encontraban en el cuarto mes de embarazo, justo como ella en esos momentos. Aquella respuesta obviamente le había gustado ya que en verdad comenzaba a creer que era una ninfomana.

Una vez que salió de consulta, Meredith la llevó hasta la cafetería donde Pepper las esperaba, las tres solían reunirse cada semana para hablar sobre algunos temas triviales y otros importantes, como saber el sexo del bebé que venía en camino o no. Taylor se debatía constantemente, una parte de ella en verdad deseaba saberlo pero otra le decía que no y que esperara pacientemente a que llegará.























Taylor se dejó caer pesadamente sobre el sofá, acariciando el bulto que se notaba cada vez más en su estómago, su papá se sentó junto a ella y le acaricio la panza, para después hacerlo con su mejilla. Para él seguía siendo impresionante que su bebé ya fuera a tener su propio bebé, claro que le emocionaba tener una pequeña versión de Taylor, sí había alguien que fuera capaz de hacerle sentir casi lo mismo que cuando ella llegó a su vida, sería sin duda alguno, los hijos que ella tuviese algún día y no era que no amará a Jamie, porque lo hacía y mucho pero Taylor... su condón roto era su primogénita, por muchas años fueron él y ella.

—¿Cómo llevas todo, linda? —preguntó él, después de unos momentos cuestionándose seriamente sobre si debía contarle de la carta que Steve le había enviado meses atrás.

—Bueno, creo que ni en mi pubertad experimente tantos cambios como ahora. —ella dijo en modo de broma, comenzando a reír, no mentía, ahora todo se sentía tan extraño , tal vez su cerebro aún no se hacía a la idea de que sería madre o algo parecido.

—¿Sabes algo de Steve?

—No y no me interesa saberlo.

—¿Por qué? Es decir, sé que es un mentiroso y un idiota pero es el padre de tu bebé. No estoy defendiéndolo o algo parecido pero Taylor, también me privaron de conocerte porque yo le había roto el corazón a Rebecca. Créeme que no le deseo eso ni a mi peor enemigo, sigo lamentándome no haberte visto en todas las ecografías, no haberte cargado por primera vez cuando recién naciste, no haber visto tus primeros pasos, tu primera palabra, tu primer berrinche. Sólo piénsalo hija, no te estoy diciendo que tomes una decisión ahora pero sí que lo pienses.

Ambos se quedaron en silenco un largo rato, no era para nada incomodo, en realidad los dos estaban perdidos en sus pensamientos, Taylor finalmente soltó un suspiró y dejo escapar las lágrimas que seguía reteniendo. Claro que le dolía, era la peor sensación en el mundo.

—Lo estoy olvidando, papá —dijo Taylor con la voz temblorosa viendo fijamente la mesa de centro que tenían frente a la sala. —. Me salve de un hombre que no tiene corazón.

Tony asintió y permitió que su hija llorara y sacará todo lo que le seguía doliendo, aquella noche fue la última vez en la que Taylor Stark lloró por Steve Rogers, aquella noche, ella enterró su recuerdo, olvidando todo lo bueno y lo malo, enfocándose solo en su bebé porque era lo único que importaba en esos momentos. Su bebé era su futuro y su salvación.

𝐃𝐀𝐔𝐆𝐇𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐓𝐎𝐍𝐘 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐊 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora