46. Refuerzos

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The Winter Soldier
Parte 2.


Taylor había recibido la alerta sobre Steve Rogers, siendo un fugitivo de S.H.I.E.L.D. negó con una mueca y siguió haciéndole creer a todos que se encontraba en Malibu, por suerte para ella, su papá había salido unos días de viaje así que no corría peligro su operación o eso esperaba. Le costó un poco pero finalmente pudo infiltrarse en el sistema de la agencia, para obtener todo lo que necesitaba, ya después pensaría en averiguar todo sobre su secuestro, un bote de helado  y dos cajas de donas después, Taylor comenzó a revisar todo lo que Fury le había dado, incluso reviso los archivos que había dejado en casa de Connie.

Después de eso, le fue demasiado fácil sacar conclusiones, sintiéndose la persona más estúpida del mundo, tomó la camioneta que Derek había alquilado para ella y se dirigió a la plaza donde se encontraban Romanoff y Rogers.

Taylor tuvo que hacerse pequeña una vez que vio distintas camionetas negras llegar al lugar, Eliza le sugirió dejar la camioneta ahí y buscar otro vehículo para que no la relacionaran, por primera vez, ella le hizo caso sin rechistar y fue en busca de un auto rápido pero discreto, estaba a nada de cometer su primer crimen, si Pepper se enteraba, estaría muy decepcionada de ella y su papá, la castigaría de por vida. Al final optó por otra camioneta y regreso a la entrada del estacionamiento justo a tiempo.


—¿Necesitan ayuda? —preguntó bajando las ventanas, tanto la espía como el capitán, la miraron sorprendidos. Taylor bajo y dejó que Steve conduciera, ella se subió en la parte de atrás para poder dormir un rato.


—¿Tony sabe que su niñita sabe robar autos? —preguntó Natasha viéndola por el retrovisor, notando que en efecto, Taylor había caído profundamente dormida.

—Dudo mucho que Stark lo sepa.

—Eso es obvio...

En realidad, Taylor había despertado desde hacía unos minutos atrás, simplemente no le apetecía dar explicaciones de porque había desaparecido tan de repente o porque no atendía el teléfono. Estaba atenta a lo que los otros decían, sin siquiera moverse.

—Tengo una pregunta para ti, no tienes que responder. Aunque si no respondes, en cierto modo estás respondiendo. —una pequeña risa se escapó de Natasha y eso aumentó la curiosidad de Taylor.

—¿Qué?

—¿Fue tu primer beso desde el 45? —preguntó ella y Taylor tuvo que obligarse a mantenerse quieta.

—¿Tan mal lo hice?

—Yo no dije eso.

—Pues yo entendí que eso fue lo que dijiste.

—No, no es cierto. Quería saber si habías practicado antes.

—Eso no se practica.

—Todos tienen que practicar.

—No fue mi primer beso desde el 45, tengo 95 aún no he muerto.

Natasha sonrió y después miró a Taylor, que seguía con los ojos cerrados y la respiración acompasada. —¿Nadie especial aún?

Steve miró por el rabillo del ojo a Taylor. —No voy a responder eso.

—Así que ya hay alguien. ¿Has pensado en invitarla a salir?

Steve se quedó en silencio.

—Taylor no va a rechazarte.

—¿Qué?

—Vamos, Steve. Todos nos dimos cuenta de como la miras, incluso Tony lo hizo y tan solo llevabas unas horas de conocerla, estuviste ahí cuando casi muere, te lamentaste no haber podido enviarle nada por su cumpleaños número veinte, tus ojos se iluminaron hace un rato...

𝐃𝐀𝐔𝐆𝐇𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐓𝐎𝐍𝐘 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐊 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora