67. Es hora

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La mayoría de las personas solía decir que algunos tienen el umbral del dolor alto y otros bajos, Taylor siempre había considerado que ella lo tenía en un punto medio pero en esos momentos, juraba que era alto y cualquiera que se atreviera a decir lo contrario, tendría que haber parido mucho antes.

Vision y su papá, estaban a su lado, ambos se negaban a irse e intentaban ayudarle cuando tenía contracciones, su labor de parto comenzó de una manera un tanto divertida, estaba ayudando al androide con algunas cosas que tenía pendiente, cuando sintió un fuerte dolor en la parte baja del vientre, lo ignoró y siguió con su trabajo hasta que volvió a ocurrirle pero esta vez con fuente rota incluida. Entonces fue trasladad al hospital y ahí estaba, esperando a que terminara de dilatarse para poder dar a luz.

Llevaba alrededor de dos horas ahí, Derek iba y venía sin parar, los nervios lo estaban consumiendo así que buscaba la manera de distraerse para no gritarle a alguien del personal médico, su tío Rhodey estaba en la tienda de regalos y su mamá junto a Jamie, estaban con el pediatra porque tenía consulta, Meredith era una de las encargadas en atenderla, lo cual resultaba un tanto extraño para ambas, así que decidieron que la castaña de ojos grises no revisaría su dilatación por el bien de su amistad.

La ginecóloga de Taylor entro a la habitación, sonriendole a Tony y Vision, se coloco unos guantes de látex y reviso una vez más a la futura mami, para saber cuan dilatada estaba.

—¿Y si le tapo la nariz, Vision le sopla en la boca y así sale? —sugirió Tony como si nada, ganándose la mirada incrédula del resto.

—¿Cómo es qué me criaste?

—Eso no será necesario, señor Stark. Finalmente tiene diez centímetros de dilatación, es hora de ir a la sala de expulsión. Taylor, pronto serás madre.







Taylor pujo una vez más y se dejó caer hacia atrás en la camilla en cuanto terminaron de contar, ella estaba agotada y adolorida.

—Ahora entiendo porque Rebecca me odia... —murmuró apretando la mano de Pepper y viendo a Tony. Ella pidió que ambos estuvieran a su lado en esos momentos, sus padres accedieron de inmediato, dejando al pequeño James a cargo de Derek.

—La siguiente contracción debe ser en veinte segundos. —dijo la doctora viendo el rostro rojo de Taylor.

—Ya no —ella dijo con la voz agitada e ignorando lo sudada que estaba, en verdad ya no podía. —, ya no puedo pujar más, yo... ¡ay dios! Los veinte segundos se acabaron.

Y una vez más comenzó a pujar mientras apretaba los dientes, la doctora le pedía que lo hiciera con más fuerza y Taylor comenzó a llorar diciendo que ya no podía, en verdad sentía que ya no daba para más. Sus papás la alentaron y le dijeron que ella podía con eso y más, Taylor negó llorando y con carita de cachorro se le quedó viendo a su papá.

—¿Puedes hacerlo por mí, papi?

Tony negó y besó su frente. —Vamos linda, una última vez, tú puedes. Contaré hasta tres y luego pujas fuerte.

Taylor asintió.

—Una, dos, tres.

Taylor levanto su cabeza de la almohada dándole un cabezazo a su papá y siguió pujando, con voz temblorosa hablo:

—¿Estás bien?

Tony se puso de rodillas agarrando su frente.

—No tienes idea de lo mucho que duele —dijo él, ganándose una mirada de la doctora, las enfermeras, Pepper y Taylor. —. Eh... tú puja.

Y Taylor volvió a pujar sacando fuerza de no sabe dónde y entonces un llanto inundó la habitación, ella dejó de temblar y comenzó a llorar cuando le entregaron a su bebé, la doctora le preguntó a los Stark abuelos si querían cortar el cordón, a lo que ellos asintieron y lo hicieron.

—Es tan chiquita... —dijo Taylor llorando y acariciando la mejilla de su pequeña, era extremadamente roja y tenía poco cabello castaño. Fue entonces que Taylor sintió como algo a la velocidad de la luz la golpeaba, era amor. La clase de amor que solo una madre es capaz de sentir por su hijo, ese amor sin fronteras, ese amor único, ese amor incondicional.

Cuando una de las enfermeras se llevó unos momentos a la pequeña para asearla, Taylor le dijo que con mucho cuidado porque era demasiado chiquita. Después le entregaron a su bebé, ya envuelta en una cobija blanca y Taylor le sonrió dejando que las lágrimas siguieran cayendo. Era extraño, parecía que sus brazos estaban confeccionados para sostener a su hija, encajaban a la perfección.

La bebé seguía llorando, mientras Taylor la veía fijamente y comenzaba a arrullarla, olvidándose que se encontraban también ahí sus padres, que estaban llorando.

—Aquí estas —dijo ella sin dejar de ver a su bebé. —, gracias por venir de mí. Ay lo sé, sí... está viéndome, ella está viéndome. Hola, te conozco.

—¿Y ya tiene nombre? —preguntó la doctora, una vez que Pepper y Tony salieron de su pequeño trance y se limpiaban las lágrimas. Todos vieron a Taylor.

—Charlotte... —dijo ella. —, Charlie Stark.

—Es un hermoso nombre. —dijo Pepper, comenzando a llorar nuevamente. En verdad era un hermoso nombre.










Derek no dejaba de sacar fotos de su pequeña sobrina, estaba seguro de que ya tenía más de doscientas pero aún así no le bastaban. Quería llenar su memoria de puras fotos de Charlie. Tomo fotos de ella y Taylor, de cuando Tony la cargó por primera vez, de cuando Pepper lo hizo y cuando le mostraron a Jamie a la pequeña, de cuando su papá cargó a su sobrina-nieta, incluso de cuando Vision la cargó, porque sí, el androide también hizo aquello.

Happy llegó con demasiados globos de helio rosas o morados y felicitó a quien fue su única Stark por muchos años, Stan Lee no se hizo esperar y llegó acompañado de su esposa para conocer a la nueva heredera.

Todos estaban maravillados por lo pequeña y hermosa que era, la pequeña Charlie Stark.

𝐃𝐀𝐔𝐆𝐇𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐓𝐎𝐍𝐘 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐊 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora