34. ¿Al ejército?

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Taylor estaba sentada en la cómoda silla que tenía en su taller, llevaba días intentando localizar a Angelica pero esta simplemente había desaparecido, de nuevo. Sabía cubrir muy bien sus pasos, parecía que estaba detrás de un fantasma, sentía que estaba cayendo en una clase de tétrico juego, algo la hacía creer que seguía las pistas que la pelirroja dejaba y eso no lo molestaba o tal vez si pero no tanto, necesitaba respuestas. ¿Dónde había estado todo ese tiempo? ¿Por qué había vuelto? ¿Cómo era tan buena escondiéndose?

El sonido de su celular interrumpió sus pensamientos, con pereza atendió sin fijarse en quien era la persona que llamaba.

—¿Sí?

—Debemos hablar, es urgente. —el tono de Derek la puso tan alerta que saltó de su asiento como si tuviera un resorte.

—¿Qué ocurrió?

—Solo ven en cuanto puedas. —Derek colgó después de decir aquello.

¿Acaso eran las semanas de enloquecerla por ser tan misteriosos? Se dejó caer de nuevo a su asiento y siguió tecleando, en la noche iría a visitar a Derek y de paso a su papá ya que no le había estado llamando cada cinco minutos. Sabía que había algo raro, incluso ella estaba rara, tan solo dormía 5 horas a la semana y eso si le iba bien, cada que cerraba los ojos se encontraba en un lugar lleno de chitauris y su padre en el centro muerto. Un escalofrío la recorrió de pies a cabeza y negó, no quería pensar en aquello. Mejor se concentraría en encontrar a Angelica.

Si teléfono volvió a sonar, en esta ocasión si que se fijó en el remitente y era un número privado, entrecerró los ojos con desconfianza pero al final terminó atendiendo.

—¿Taylor? —le costó un poco de trabajo pero al final reconoció aquella voz femenina.

—La que viste y calza, cariño.

—¿Ya sabes quien soy, cierto? —una risita se escuchó del otro lado de la línea y Taylor asintió aunque sabía que no podía ser vista. —Creo que es hora de vernos. Te volveré a llamar para acordar un punto de reunión.

La llamada se cortó dejándola con más dudas, si las personas seguían comportándose así, terminaría encerrada en un manicomio por razones ajenas a su voluntad.







Taylor estaba sentada en la sala de casa de su tío Rhodey, llevaba como media hora esperando a Derek y Meredith, ya se estaba cansando de aquello. ¿Así se sentían las personas cuando llegaba terriblemente retrasada? Se levanto y fue a la alacena, tomo unas palomitas de microondas y las hizo, volvió a su asiento una vez que las puso en un boul, encendió la televisión y se puso a ver "hombres de negro" su trilogía favorita en películas. El sonido de la puerta la hizo soltar algo parecido a un gruñido, se levantó de mala manera y abrió la puerta, casi se ahoga al ver a la persona que estaba ahí.

—Señora Church. —Taylor asintió a modo de saludo. —. Derek no está en casa.

—Lo se, me avisó que no tarda en llegar. ¿Me vas a dejar pasar o no?

—¿Tengo opción?

—No.

—Pero es que mi tío Rhodey no está en casa y no sé si le guste la idea de que usted entre...

—Soy la madre de su único hijo, no creo que le moleste.

Tatiana Church empujo a Taylor hacia un lado de la puerta y entró en la casa de su ex pareja, Taylor rodó los ojos y cerró de mala manera la puerta, regresó al cómodo sofá y volvió a poner la película, principalmente para ignorar a la progenitora de su mejor amigo. El ambiente era demasiado incómodo, ninguna de las dos se sentía muy cómoda, solo se habían visto unas cuantas veces y no era que conversaran mucho que digamos.

𝐃𝐀𝐔𝐆𝐇𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐓𝐎𝐍𝐘 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐊 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora