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Santorini

Morgan

Al bajar del avión el dulce aire me recibe de este bello lugar, me quito los lentes y sonrió viendo el lugar, viajamos sin problema de que el padre de Sebastian nos dijera algo, no pudimos subir a su avión privado, pero si en primera clase.

Es lo más extraño, que está callado y no nos haya hecho nada, solamente me ha despedido y a él también, pero daño no, pero él y yo estamos precavidos.

Tomo su mano y entramos al auto que nos espera enfrente del avión, por mientras me duermo, por que alguien no me dejaba ningún segundo estando volando.

-Señora Stan.-me mueven el hombro, al abrirlos él estaba afuera en mi ventana, acaricia mi cabello.-.Señora Stan, hemos llegado a nuestro destino.

-¿no me dejarás olvidarlo, verdad?.-pregunto sonriendo, me quito el cinturón y abre mi puerta, dándome la mano para bajar.

-ya lo averiguaremos.-amo este lugar.

Las casas totalmente blancas, uno que otro techo es azul, el mar está abajo al final de la colina donde estamos, entramos a nuestro lugar.

Bajan las maletas, dejándolas en la habitación, nos encontramos en el hotel Azzurro, un lugar que nos recomendó para quedarnos, muy bello ya que todo es blanco.

Incluso lo que tengo puesto, tengo puesto un vestido blanco que se amoldea en mi cuerpo, salgo al balcón de nuestra enorme habitación, el atardecer se ve enfrente de mi, el sol se está ocultando y se ve bello.

Escucho como cierran la puerta atrás de mi, y solo hay pasos, como cae la ropa, estoy segura que se quito el saco. Lo espero donde estoy parada enfrente de la piscina que tiene un techo encima y en frente el sol se oculta.

Siento su aliento atrás de mi, quita los pasadores de mi cabello, quedando suelto y libre, besa mi cuello y ladeó la cabeza para que me bese más.

-¿qué quieres hacer?.-acaricia mi oído con su voz ronca.-¿qué quiere hacer la señora Stan?.

Sonrió, desabrocha los botones del vestido, poco a poco lo siento flojo, por fin este cae al suelo, dejándome con la lencería blanca, tomo su mano para salir de este, quedando frente a frente, no tiene su camisa puesta, por lo que acaricio su abdomen, haciendo contacto con sus ojos, los ojos azules por los que muero.

-quiero estar contigo.-me quito los tacones, quedando un poco más baja que el.

Tomo su cuello y lo beso, el poco a poco va quitándome los listones de mi lencería, yo desabrocho su pantalón, haciendo que este se baje, caemos en la cama desnudos.

Me pongo encima de él, sujeta mi cadera enterrando sus dedos con cuidado de no lastimarme, me inclino para saborear sus labios, tomo sus manos y se sienta, estiró mis piernas y las doblo detrás de su espalda. Enredo mis manos en su cabello, mientras yo me muevo, acaricia mi espalda con sus manos.

Hecho la cabeza hacia atrás, besa mi cuello y sonrió por el placer que me da, toma mi rostro obligándome a verlo a los ojos.

-Dímelo.-dije y él acaricia mi rostro.

-te amo.-sonrió y lo hago mío.

****

El sol hace que cierre los ojos con fuerzas, quiero abrazar a mi esposo y no está en la cama, por lo que me paro sin entender.

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