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Sebastian

Me empinó el vaso de Ron a la boca, ha sido una noche ajetreada, y lo único que necesito es de una buena botella y de una mujer exquisita.

Busco en mi lista de contactos, tengo demasiadas y no se cual tendrá la suerte de pasar una noche conmigo. Así que hago de Tin Marín.

-A ver, la que caiga.-deslizó la pantalla y la lista sale disparada hacia abajo, cierro los ojos y pongo el dedo, abro los párpados para quien tiene la fortuna. El paladar se me amarga cuando veo el nombre de la chica, vuelvo a deslizar, hace años que no hablo con ella y ni he sabido nada, ni pienso hablarle.-la afortunada es...-cierro los ojos y pongo el dedo nuevamente en la pantalla.-Tu Zola.

Le llamo a la chica, quedamos esta noche en que yo pasaría por ella. Me alisto para la noche y salgo a tomar mi auto, mis guardaespaldas me siguen. Desde lo que sucedió en Los Ángeles con esos tipos mi padre los contrato para que me protegieran.

-Buenas noches, señor.-dice Aldo.

Subo y le digo la dirección. Miro través del cristal mi nueva vida, Los Ángeles siempre fue mi hogar y ahora lo es San Francisco. Michael es ocasiones viene aquí, no a visitarme como el buen padre que es, solo a negocios. El consejo me Felícita por mi excelente trabajo en la compañía, bueno, pues tarde o temprano pasará a mi cargo así que debo estar preparado.

-llegamos señor.-avisa el chofer, bajo y entró al restaurante.

La pelirroja está leyendo el menú, si supiera que no va alcanzar a comer. Tiene el cabello lacio hasta su hombro, un vestido rojo que le queda a su figura y unos tacones que le hacen lucir alta.

Camino hacia ella y sonríe poniéndose de pie, le doy un beso en la mejilla y tomo asiento. Ordenamos la comida.

-¿cómo has estado?.-me pregunta Zola mientras prueba un bocado.

-Bien.-respondí, en toda salida no suelo tener mucha charla.

Zola, la conocí en una fiesta y me encanto cuando probé sus labios. Hemos salido muchas veces, pero jamás entablamos una relación, sabe lo que quiero y que no, cumple mis fantasías más locas, no le importa si le doy las buenas noches y los buenos días, es perfecta.

-¿nos vamos?.-asiente sonriendo pícara, tome su mano y la guíe hasta el auto.

Aldo maneja hasta mi casa, subimos el elevador desparramando besos, cierro la puerta en la cara del guardaespaldas, se quita los tacones dejándolos en el pasillo hasta mi habitación, le quito el vestido bajando de su cierre.

-¿por que si te vuelve loco el rojo no me lo arrancas?.-dice en medio de los besos.

-No lo se.-logró quitárselo.

Cae en la cama, abro sus piernas y me pongo el anticonceptivo, analizo su rostro, es bella a extensión de la palabra, entró y gime en cuanto lo siente. Sus gemidos son música para mis oídos, nos envuelvo con la sábana.

-¿te han dicho que follas de maravilla?.-pregunta con una sonrisa, yo hago lo mismo, no estoy para responder preguntas la cual son obvias.

-me lo dicen siempre.-encaja las uñas en mis hombros, gruño en cuanto termino y ella igual.

Se voltea para dormir y yo hago lo mismo.

CHATEAUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora