83

200 12 0
                                    


Sebastian

Bajo del autobús, con los demás prisioneros, la cárcel donde estaré se encuentra enfrente de mi, queda como a una hora con 30 minutos de la ciudad.

Después del juicio de hoy, comprobé de que Michael controla a todo el mundo a su antojo, y a mi querida esposa su madre le hará la vida imposible.

Sus brazos rodeándome, su llanto en mi oído sigue atascado, su estómago con mi bebé adentro, las patadas que podía sentir, esa señal de vida dentro de ella. Carajo como la voy a extrañar.

En cuanto entro a la cárcel, me registran y revisan que no tenga nada, me trasladan a la celda, hay hombres gritando y maldiciéndome, no me dejo intimidar por ninguno, ellos están aquí por que ellos si hicieron algo malo. Entro a mi celda y me quitan las esposas.

-Pero que tenemos aquí.-dice el que está enfrente de mi, Jace sonríe burlón.-pero si es Sebastian Stan.

-Carajo, me comenzaba a gustar la cárcel.-digo caminando a los barrotes.

-¿y tu mujer?.-pregunta también acercándose, es mi vecino y tendré que verlo todos los días.-No me digas que te aburriste tan rápido de ella que pediste venir aquí.

-está en casa, esperando a nuestro bebé.-respondo.

-Me las pagaras por quitármela.-grita y aprieto los barrotes.-Te haré la vida imposible.

-Y yo te moleré la cara a golpes como la otra vez.

No dice nada, por lo que voy a acostarme en la cama, tiene un excusado cubierto con una pared, llevo las manos a la cabeza e intento conciliar el sueño, pero me es imposible, la imagen de mi mujer gritando para que me suelten, llorando en mi hombro, sus labios con los míos, el vientre que carga a mi bebé.

Cada vez que yo no podía dormir, ella acariciaba mi cabello, sus manos hacían que me quedara dormido o en ocasiones teníamos sexo hasta quedar agotados y nos dormíamos. Pero ella siempre estuvo cuidado de mi, de mis sueños.

***

Es la hora de comer, aquí los guardias te gritan por cualquier cosa, es un infierno este lugar, caminamos en fila a los comedores, Jace va del otro lado de la fila observándome.

Nos dan una bandeja, la cocinera me da puré de papa, acelgas y un trozo de carne, como quisiera que fuese Eva la que estuviese cocinando.

Tomo asiento en una mesa apartado de los demás, unos me ven, otros no me hacen caso, tengo los ojos somnolientos, no pude dormir bien, ocupo de mi esposa para hacerlo.

-¿qué tal, perra?.-llega Jace golpeando la mesa, no le hago caso.-¿qué te parece la cárcel?.

-Lárgate.-digo comiendo, tira de mi plato, todos se nos quedan viendo. Dos de sus amigos me rodean.

-te hice una pregunta.-dice viéndome fijamente, levanto la mirada, no respondo por lo que uno estrella mi cara en la mesa. La sangre sale de mi boca, llevo la mano, aunque no sea mucho lo que sale, trato de cubrirme.-que idiota es Morgan en casarse con un bueno para nada.

Me canso, por lo que le entierro el tenedor en la mano uno de sus amigos, y al otro el cuchillo en la pierna, ambos gritan cayendo al suelo, tomo a Jace y le hago lo mismo, su cara se estampa contra el metal de la mesa.

-¡a mi esposa no le faltas al respeto!.-grito y no tarda en venir los guardias. Le levanto la cara y la sangre sale de su nariz. Lo suelto y un policía toma mis manos y las lleva a mi espalda, no me opongo, lo hago voluntariamente.-espero que uno de estos tipos no haya sido tu novio.

-a la celda de castigo.-dice el guardia.

Para mi mala suerte nos encierran a los dos, esto no se puede poner mejor para mi, el con una bolsa de hielo en la nariz y yo leyendo una revista que nos dieron.

CHATEAUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora