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Me despedí de mi amiga prometiendo que estaría bien, y que además le entregaré su mochila mañana en la escuela, tenía flojera la pobre, estar bailando con un chico toda la fiesta la dejo cansada aparte bebió.

Pase por lo de siempre, puertas de entrada, elevador, caminar por unas cuantas puertas para llegar a la mía. Estaba apunto de poner la llave en el cerrojo, y que la encuentro abierta, asome un poco la cabeza, él estaba en el sofá con una bien helada. Entre cerrando la puerta y caminando a mi habitación ignorando sus pasos siguiéndome.

-Tenemos que hablar.-dice en el umbral de la puerta, bajo el cierre de mi falda, dejándolo caer al suelo.-¡te estoy hablando!.

-¡¿en serio quieres hablar?!.-le respondí del mismo tono.-No, hubiéramos hablado cuando llegaste a la fiesta antes de hacer tu desmadre.

-estabas bebiendo con el, riendo hasta te iba a preguntar si tienes novio.-lleve las manos a la cabeza, me quite los tacones dispuesta a lanzárselos, pero sólo iba a lograr hacer más grande el problema, por primera vez estábamos conversando un poco tranquilos o al menos eso creo.

Las peleas con mi novio tiene una rutina: No hablarse en el transcurso del camino, llegar al apartamento soltando el veneno dentro de nosotros, lanzarnos el primer objeto que se atraviese por los ojos, de ahí irnos a nuestra zona de guerra, la cama.

-escucha, no pasa nada más allá de una plática amistosa.-saque una pijama de mi cajón.-y si no te avise fue por que no me ibas a dejar ir, de hecho lo hice por que puedo.

-claro que te hubiera dejado.-lo mire mal, arqueando una ceja.-eso ni yo me lo creo, pero el punto es que él es un mal tipo para ti.

Tu también lo eres para mi, y aquí estoy a tu merced.

-Es un buen tipo.-dije caminando hacia él y tome sus manos, sus nudillos están rojos.-Ademas, creo que con la pelea de hoy se dará cuenta que tu y yo somos algo más.-le di un casto beso. Iba a separarme de él, sólo que me sujeto más fuerte de la cintura, ya sabía a donde iba esto.

-mi mamá nos invitó a una cena, ya me dio su dirección nueva.-sonreí, estaba emocionada por conocer a su familia.

-¿cuando es?.-me encamino a la cama, donde caí recostada y él encima de mi.

-mañana.-abrí los ojos sorprendida.-Conocerás a Lisa y a Stefan.

-pero no se nada de ellos.-sujete sus mejillas, se colocó a un lado de mi.-háblame sobre ellos.

-Lisa, ahora debe tener tu edad.-tomo mi mano, será lindo tener una cuñada de mi edad.-y Stefan unos 26 años.

-¿y no mantienes contacto con ellos?.-negó volteando a verme. Me puse de pie, olvide que tenía que entrar a bañarme.

-¿a donde vas?.-camine al baño, él me siguió atento a mis movimientos.

-me voy a dar una ducha.-abrí las llaves de la tina, en estos momentos extraño a Eva, su ultra espuma, me quede parada pensando.

-Se dar unos buenos baños de espuma.-dijo Sebastian, lo mire y levante mi blusa dejándolo caer a un lado.

Camino hacia mi, tocando el agua, verificando si está en el punto que la quiere. Después hecho unos líquidos que había comprado en Victoria's Secret,  esperé un rato hasta que se hiciera la espuma. Cuando la tina ya tenia burbujas, se acercó a mi, desabrocho mi sostén, acarició mi cuello y deslizó su mano hasta mis bragas. Bajo de la suave tela de mis bragas y la dejo caer al suelo, sujeto mi cabello en una cebolla despeinada.

-Entra a la tina.-susurró en mi oído, obedecí. Metí primero un pie y después el otro con cuidado de no caerme. Tome asiento dejando que la espuma rodeara mi cuerpo.

Sebastian se acercó a mi, con la esponja de baño fue mojando mi piel, después de un rato, me recargue en la cabecera de la tina, lo mire atentamente y el a mi, no decíamos nada, solo dejamos que nuestras miradas lo dijera todo. Levante una pierna seductora, hizo una sonrisa de lado.

-Háblame más de tu familia.-le pedí, él se negó con mi mano agarre espuma y se lo puse en la cara.

La sonrisa que tenia desapareció, comienzo a reír e intento esconderme, así con todo y pantalón entro a la tina, se sujeto de los lados para no caer por completo.

-¡Vas a inundar todo el baño!.-grite, solo se quedó mirándome fijamente, lo tome de la nuca para atraerlo a mi, cayo empapándose todo, no le importo por que si no ya hubiera hecho un quejido.

Me envolvió en una toalla, seco mi cabello como si fuera una niña pequeña, me puse mi pijama y ambos caímos en la cama listos para dormir, me abrazo por la cintura y hundió su cara en mi cabello.

Ya me había acostumbrado a que no me dijera las dos maravillosas palabras antes de dormir, nunca nos lo dijimos, me conformaba que él me abrazará y me besara, tanto como las veces que me hace suya.

CHATEAUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora