Reuniones de equipo, el clan de los monos y sentimientos al borde.

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-¡Mebuki-sensei!

-Aquí vamos de nuevo...

Antes de que Mebuki conociera al padre de su hija ella solía tener a su cargo un equipo de gennin.

El tercero pensó que sus dones maternales (muy común en las mujeres de su familia) su responsabilidad y su fiereza serían de mucha ayuda en él área educativa, por lo que, al igual que a Minato, le asignaron un grupo gennin.

Al principio no estaba muy segura de hacerlo, le gustaba proteger a los demás, si, pero dudaba que la seguridad de unos niños estuviera bien a su cargo. Afortunadamente resultó ser una de la mejores decisiones de su vida, esos niños eran algo así como unos hijos para ella. Estuvieron ahí cuando el hombre que amo la dejó con una bebe en su vientre, la apoyaron y hasta estuvieron dispuestos a cuidar de su niña cuando ella lo necesitó.

Era por eso que una vez al mes invitaba a sus antiguos alumnos a un día de campo.

Era lindo ver a los hombres en que se habían convertido ese trío de mocosos.

-es lindo verte de nuevo Gai-chan.

Maito Gai era por mucho el más ruidoso de sus chicos, y al que secretamente le tenía más cariño, aún le daba risa lo mucho que aquel niño de traje verde ajustado solía rogarle para que lo entrenara a altas horas de la noche para poder enfrentarse al mocoso que era el estudiante de Minato.

-buen día Mebuki-sensei- luego estaba el pequeño Aoba, era tan callado y tímido, toda una monada. Verlo convertido en un gran ninja la hacía inflar el pecho orgullosa.

-¿qué hay sensei?- y por último, pero no menos importante, su descarado alumno Genma, hizo muchos corajes con el, respecto al uso correcto de un arma, especialmente sobre el hecho de usar una aguja senbon como si fuera un simple pedazo de paja.

-es bueno ver que aún recuerdan a su vieja sensei.

-¡jamás olvidaríamos a nuestra preciada maestra! ¡Usted nos marcó el gran camino hacia la juventud y nunca encontraremos como agradecerle!

Los hombres miraron a su antiguo compañero resignados y captaron la ausencia de cierta pequeña rosada.

-¿y la pequeña Sakura?- preguntó Aoba viendo alrededor del claro en el que encontraban.

-¡aquí!- Sakura venía corriendo de entre unos arbustos con muchas flores entre sus manos- mira mamá recogí muchas flores para ti.

La madre miro a su hija enternecida por la inocencia de esta.

-son muy lindas cariño, gracias- Sakura le dio una gran sonrisa, ni siquiera las diosas creadoras sabían los mucho que Mebuki amaba ver esa sonrisa en el rostro de su niña.

-y aquí está la pequeña flor de la juventud-Gai se arrodilló a la altura de Sakura y acarició los cabellos rosas de la hija de su maestra.

-hola Gai-chan, Ao-chan y Gen-chan- los alumnos de su madre habían estado con ella desde que tenía uso de razón, eran como las figuras paternas en su vida, junto con sus tíos claro estaba.

-escuche que vas muy bien en la academia, ¿recuerdas lo que te dije?

-patear el trasero de cualquier idiota que se quiera pasar de listo Gen-chan.

Mebuki miro mal a su alumno, quien no pudo hacer más que soltar una risa descarada.

-será mejor que empecemos a comer, por cierto "Gen-chan" escuche que has estado comportándote como un adolescente hormonal de nuevo- el nombrado se puso pálido ante la escalofriante aura de su maestra, sus compañeros sonrieron divertido desde su lugar.

Haruno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora