Nuevo amigo

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Golpeó la pared frente a él con impotencia; primero le daban una paliza que recordaría toda su vida y se llevaban a Rukia para sentenciarla a muerte y ahora le arrebataban a Sakura frente a sus narices.

La sociedad de almas no tenía límites.

-¿por qué se llevarían a Sakura-san?-preguntó Orihime, claramente preocupada pero sin pasar por alto las expresiones de impotencia de sus compañeros, en especial de Ichigo e Ishida.

-Sakura tiene una energía diferente a nosotros, ese capitán de seguro lo sintió cuando peleó con ella-habló Chad desde una de las esquinas de la cabaña en la que un anciano del Rukongai les permitió quedarse a reponer fuerzas.

-¿diferente?-el shinigami sustituto nunca había sido muy bueno con eso del reiatsu, en especial para sentirlo o manejarlo.

-¿en todo este tiempo no te has dado cuenta de la diferencia de energía de Sakura?-la ceja de Ishida comenzó a temblar ¿cómo era que Ichigo podía ser tan fuerte pero tan despistado?

-bueno ella es fuerte y mejor que yo en control de energía espiritual- tal vez también era mejor en combate... pensó para sí mismo rascando su nuca con nervios- pero todo lo que rodea a Sakura es misterioso... siempre ha sido así.

Yoruichi, observó de reojo al peli naranja, algo había ahí. Tendría que hablar con Sakura después, ya estaba en esa edad y, como la única figura adulta de respeto que la niña poseía debía guiarla. Y de paso asegurarse que no hiciera alguna tontería por amor, rogaba a los cielos que no fuera tan atrabancada como Kizashi, al menos en el amor.

-Sakura estará bien; yo me preocuparía más por el Sereitei- aseguró el minino ¿los gatos podían sonreír con orgullo? Al parecer si- tenemos que apurarnos y alcanzarla, conociéndola hallará la manera de hacernos tiempo.

Solo esperaba que sus palabras fueran ciertas, y que su pequeña sobrina estuviera bien.

Desde que la llamada traidora, Rukia Kuchiki, regresó a la sociedad de almas todos los escuadrones estaban alborotados, y ahora con la llegada de los ryokas había ido de mal en peor

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Desde que la llamada traidora, Rukia Kuchiki, regresó a la sociedad de almas todos los escuadrones estaban alborotados, y ahora con la llegada de los ryokas había ido de mal en peor. Los cegadores corrían por todo el Sereitei de un lado a otro con muchas tareas encima.

Y para el pequeño shinigami del cuarto escuadrón, Hanatarō Yamada, las cosas no eran mucho mejores.

El cuarto escuadrón, al ser el equipo médico, eran los últimos en la intrincada cadena de la sociedad de almas; no tenían las mejores capacidades para la batalla, y mientras que los otros escuadrones usaban su reiatsu para atacar ellos solo podían usarlo para curar... y al parecer, si no eras bueno peleando no servías de mucho, por eso el cuarto escuadrón además se encargaba de actividades mundanas, como mantenimiento y limpieza del Sereitei. Eso les valió muchas burlas y malos tratos de los demás escuadrones.

Hanatarō suspiró mientras regresaba de las celdas de Rukia, la joven noble aún se negaba a comer; últimamente se veía más triste.

-¡oye tú! ¡No te quedes ahí parado!- uno de los miembros del escuadrón 11 le gritó.

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