Mi sol, luna y estrellas

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Taiyō se reincorporó con dificultad, ya no sentía dolor u oscuridad en su ser, tampoco había rastro de la sangre derramada por la puñalada de Muramasa

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Taiyō se reincorporó con dificultad, ya no sentía dolor u oscuridad en su ser, tampoco había rastro de la sangre derramada por la puñalada de Muramasa. Sin embargo; si sentía que algo le faltaba.

¡Sakura! Se levantó rápidamente recordando lo qué pasó, ella debía estar muy preocupada, conociéndola estaría llorando pero al mismo tiempo seguro que estaba feliz al pensar que lo había liberado... niña tonta...

Observó el lugar en el que estaba, un jardín lleno de flores de todo tipo, con una gran árbol de cerezo en el centro, la gran cúpula que cubría el invernadero reflejaba estrellas el universo mismo.

Conocía ese lugar...

—siempre me sorprendió esa habilidad tuya para manifestarte.

Volteó automáticamente cuando escuchó esa voz; fue recibido por una sonrisa perfecta de colmillos blancos, y alegres ojos dorados.

—Kizashi-sama....

El Shihōin lo atrajo en un fuerte abrazo; uno que cargaba con todas sus emociones, estaba agradecido por lo que había hecho por él y por su familia. Le había estado pidiendo demasiado su espada, Taiyō también resintió su muerte y aún así intentó hacer lo mejor que pudo.

—yo... lo siento Kizashi-sama—susurró el rubio separándose del agarre; cabizbajo y avergonzado por sus acciones.

—oye... el que debería disculparse soy yo, todo esto fue mi culpa; nunca debí darte esa responsabilidad—expresó cabizbajo—no consideré tus sentimientos y fui egoísta. Te lastime a ti, a Mebuki y a mi pequeña Sakura. Debes odiarme...

—jamás lo haría—interrumpió la zanpakutō—dude al principio de lo que me pedías, quise cumplir con mi deber... pero tú tenías razón, ella es maravillosa. La he visto crecer y florecer poco a poco, le pusieron un camino muy difícil por recorrer.

Al escuchar eso Kizashi asintió con tristeza; si de algo más se arrepentía con todo su corazón era no poder estar ahí para su hija en los momentos más difíciles; desde un principio Mebuki y el supieron que su retoño no tendría las cosas fáciles. Hubo un tiempo en el que se planteó llevarse a Mebuki a la sociedad de almas y convencer de alguna manera a su clan y los altos mandos para que la aceptaran como su esposa, así su hija crecería con todas las comodidades de una princesa, sería la heredera de su clan y al tener el apellido Shihōin nadie se atrevería a decir algo sobre ella y su origen. Pero esos no eran más que sueños sin fundamento...

Lo único que pudo hacer fue conseguirles una vida segura en la dimensión de Mebuki, los shinigamis no se atreverían a atravesar las dimensiones solo por una niña que todos acordaron que no existía.

—esperaba que no tuviera que venir aquí, pensé que podría hacer su vida en la aldea de la hoja con Mebuki—al mencionar a su mujer sus ojos se ensombrecieron—ni siquiera muertos pudimos estar juntos...

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