Secuestros estropeados e invocaciones vinculadas.

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Las historias de su clan eran una gran tradición, su abuela siempre se la pasaba contándole todas las hazañas de sus antepasadas. Después de todo era muy importante recordar a los que ya se habían ido y brindarles el respeto que se merecían.

Pero aún más importante que las historias y la memoria de sus antepasados estaban los valores del clan, si no aprendía a respetarlos y llevarlos a cabo podría acabar fuera de la gracia de las diosas creadoras y ninguna Haruno quería eso.

La tolerancia era uno de los más importantes, su familia, no importaba que, aceptaba a todo el mundo, la raza, sexo, orientación sexual, entre otras cosas no importaban a los ojos de una Haruno, todos merecían respeto y cariño. El honor también contaba mucho, era importante honrar a la familia. Y sobre todo la solidaridad, si te ganabas la amistad de una Haruno esta te tomaría como parte de la familia y será fiel a ti de por vida, tal vez por eso, al menos la mayor parte del tiempo, los miembros de su familia tendían a enamorarse solo una vez en su vida.

Aunque también había otros rasgos muy problemáticos, como su poca paciencia cuando las molestaban, su tendencia a querer ser libres y correr por ahí sintiendo el viento en el rostro, su rebeldía o, sobre todo, la mala costumbre que todos en su familia, incluyéndola, tenían:

Meterse donde no les llamaban.

Tal vez fue por eso que acabó ahí. Justo enfrente de todos los líderes de los clanes y el cuarto Hokage.

Y a lado de una pequeña Hyuga que se desbordaba en lágrimas.

Pero ella no tenía la culpa de que a ese tipo se le ocurriera pasar justo frente al jardín de su casa cuando ella estaba recostada ahí porque no podía dormir.

Ella no se hacía cargo de las consecuencias que podían venir por la idiotez de algunas personas.

Al muy listo, viendo que tenía un pequeño testigo de cabellera rosada,  se le ocurrió querer llevársela también, junto a la pequeña niña que traía inconsciente.

Claro que en ese momento no se dio cuenta que era su compañera de clases, la pequeña heredera Hyuga.

Y el ninja extranjero no contaba con que una niña de cinco años, pequeña y delgaducha, lo noqueara en medio jardín. Despertando así a su exaltada madre, su abuela y sus tíos.

Al menos habían seguido la sensata idea de su madre de entregarlo ante la policía de los Uchiha y no la de su abuela de torturar al hombre por querer tocar a su nieta.

-¿me estás diciendo que tu hija de cinco años noqueó a un ninja mucho más experimentado, de un solo golpe?- dijo el líder del clan Hyuga, francamente Sakura esperaba algo más cálido por parte del hombre, por las diosas creadoras, la pobre Hinata estaba hecha un mar de lágrimas y acababa de sufrir un intento de secuestro.

Sakura le dio unas palmadas en la espalda a Hinata, quien la observó entre lágrimas, Sakura por su parte le ofreció una de sus mejores sonrisas.

-Sakura tiene la fuerza que caracteriza a mi familia Hiashi- explicó Mebuki, preocupada por lo que podrían estar pensando algunos de los presentes.

-una fuerza como esa debería aprovecharse- dijo Shibi, jefe del clan Aburame- tal vez si fuera adelantada en la academia podría se mejor para ella.

Eso era lo que Mebuki temía, que se llevaran a su hijita a la batalla antes de lo que debería, sabía que como ninja su hija eventualmente tendría que conocer el dolor y adentrarse a la crueldad del mundo, pero no dejaría que le quitaran a su hija los años que le quedaban de su infancia, de inocencia... no como lo hicieron con Itachi y con muchos otros niños antes que el.

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