Historias de un clan marchito

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Nami Haruno era el comienzo de todo, fue la primera hija, de las primeras Haruno en nacer en la aldea de la hoja, la Kunoichi número uno de su generación, la primera estudiante y la primera en enamorarse de un hombre civil.

Todo el que conocía a Nami Haruno diría que hacía honor a su nombre, era una joven constante como las olas en el océano cuando estaba en calma pero tenía la furia del mar y te rodeaba con su fuerza cuando te metías con ella o con su familia

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Todo el que conocía a Nami Haruno diría que hacía honor a su nombre, era una joven constante como las olas en el océano cuando estaba en calma pero tenía la furia del mar y te rodeaba con su fuerza cuando te metías con ella o con su familia.

Era diferente a las damas de los demás clanes, en realidad todo el clan Haruno era diferente a las demás familias nobles que se habían instalado en la aldea que Senju Hashirama y Madara Uchiha habían fundado.

Los Uchiha representaban el fuego, la llama de la batalla y poder, los Hyuga tenían su preciada línea de sangre y su aspecto como de la realeza, los Yamanaka, Akimichi y Nara con su unión y técnicas ancestrales y los Senju como los grandes líderes, aquellos que usaban la tierra y la naturaleza a su favor. En fin, cada clan aceptado en la aldea de la hoja tenía algo especial, pero todos se apegaban a sus tradiciones, dejaban que los hombres se encargaran de la batalla y las mujeres cumplían con su deber brindado herederos fuertes que continuarán con el linaje.

Todos menos los Haruno, sus hombres eran fuertes, si, pero no eran lo únicos preparados para la batalla, para la familia, tanto mujeres y hombres debían ser entrenados para pelear, manejar su fuerza y defender los ideales de sus ancestros trayendo el bien como dictaban las diosas creadoras.

Nami no era la excepción, ella no iba por ahí con hermosos kimonos de sedas extranjeras, ni lucía recatada o tímida ante los demás herederos de clanes. No, ella caminaba firme, a su lado como una igual, porque eso era lo que era.

Ella y sus hermanos habían sido escogidos por los fundadores de la aldea para ser sus aprendices, era una guerrera calificada, digna de ser la próxima líder del clan.

Y estaba perdidamente enamorada del chico de la panadería.

-ya deja de observarlo, empiezas a asustarme.

La peli plateada observó a su hermana menor con un puchero, sus ojos esmeralda reprochándole por haberla interrumpido.

Rei apartó la vista de su libro, lanzándole una mirada divertida a su hermana mayor. Era raro ver a Nami de esa manera, normalmente era reacia a la idea de emparejarse, muchos habían intentado acercársele con propuestas de matrimonio, puede que para muchos clanes las mujeres Haruno les parecieran salvajes, pero no iban a negar su fuerza, además Nami era muy guapa, una belleza atrevida y sensual que hacía callar a más de uno.

Hasta que apareció Hojin Sakurai, hijo de una familia civil que se había mudado cerca del complejo de su clan y eran propietarios de una panadería.

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