Fin del primer acto: Todo fue solo un recuerdo.

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Lejos de ahí.

Gaara frunció el ceño procesando las palabras de la chica. Por alguna razón no le gustaba mucho esa idea.

-entonces no nos volveremos a ver- estaba acostumbrado a la soledad, las personas a su alrededor tendían a desaparecer muy a menudo. Entonces ¿por qué le afectaba tanto la partida de Sakura?

-¿eh? No, no- la chica movió sus manos en señal de negación- no sería capaz de dejar mi hogar por tanto tiempo, solo me iré una temporada por el bien de todos.

-¿de qué hablas? ¿Tiene que ver con tu clan?

-a-algo así- frotó su nuca con nervios- al parecer mi tía loca me necesita por alguna razón y no se detendrá hasta conseguir lo que quiere. Por eso me voy por un tiempo, me haré fuerte para detener a Natsu y liberar a los otros.

La determinación de Sakura era admirable, al menos seguía siendo la misma, eso alivio a Gaara.

-¿y viniste hasta aquí por eso?- Gaara señaló la arrugada foto.

-no exactamente- respondió la chica, queriendo evitar el tema de que prácticamente se había escapado de su familia- aunque no me arrepiento de haberlo hecho- observó las caras sonrientes de sus padres.

Al ver la expresión de la pelirrosa, el chico de la arena no pudo evitar echar un vistazo. Tenía curiosidad sobre lo que le generaba tanta alegría. Miró a los dos adultos en la foto, una mujer de brillantes ojos esmeraldas, iguales a los de Sakura, con un notable embarazo y un hombre moreno de ojos dorados con largo cabello de un rosado muy intenso que tenía la misma sonrisa avasalladora de la joven pelirrosa.

-son tus padres- aseguró mientras comparaba a la pareja con la chica a su lado.

Sakura asintió con orgullo- ellos pasaron por mucho- le explicó al chico- por eso es que me voy. Además, creo que puedo descubrir más sobre mi padre allá.

-ya veo- susurró el pelirrojo- en ese caso espero que encuentres lo que busques.

La pelirrosa parpadeó varias veces antes de soltarse a reír. Gaara era tan solemne y serio, incluso para desearle buena suerte. Debía admitir que era lindo tener a un amigo cerca en esos momentos, le daba más confianza.

-ven aquí- atrajo al chico en un fuerte abrazo marca Haruno que lo puso en jaque- trata de acercarte más a tus hermanos, y no hagas caso de lo que diga tu padre ¿escuchaste- lo sostuvo de lo hombros mirándolo fijamente, como si fuera una madre regañando a su hijo. Gaara asintió lentamente, aún sorprendido por el contacto- deberías hablar con Naruto de vez en cuando también, créeme, el mejor que nadie puede entender por lo que pasas. Solo, no te encierres más ¿quieres?

Esa mirada suplicante hizo mella en Gaara, quien trataba de hacer de todo para que la chica no notara sus nervios. Tendría que seguir el consejo de Sakura y hablar con Temari, de seguro que ella sabría lo que le sucedía.

-¡bien!- exclamó Sakura, separándose de Gaara para poder ir por las cosas que había empacado- será mejor que me vaya o empezaran a preocuparse por mi.

Ya se podía imaginar al tío Yue totalmente histérico junto con una muy enojada abuela Nami. Si, le esperaba un buen regaño cuando volviera.

Ambos caminaron hasta la entrada de la casa Haruno, Sakura iba un poco más lento, queriendo memorizar cada rincón de ese lugar al menos por una última vez. Pasaron por la sala en la que su abuela siempre solía descansar, el tapiz en la pared seguía ahí, indicando los nombres de los miembros de la familia... No, no podía sentirse triste, ella hacía esto por ellos, debía ser fuerte para salvarlos y volver a ser el clan que alguna vez fueron.

Haruno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora