Gatos misteriosos

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El pueblo era un lugar muy tranquilo y austero, se notaba que en sus buenos momentos había sido un lugar muy hermoso, lleno de alegría.

Pero ahora sólo se reducía a construcciones grises y deprimentes con gente de rostros desconfiados que en cualquier momento podrían lanzársete encima.

En medio de toda esa paleta de colores grises una cabellera rosada resaltaba fuertemente, las pocas personas que estaban en las calles la volteaban a ver con curiosidad, eso combinado con el hecho de que portaba una gran espada casi de su mismo tamaño la convertía en un personaje demasiado peculiar para el gusto de los lugareños.

-esto no se ve muy bien- susurró Sakura viendo el deprimente pueblo, sin duda carecían de muchas cosas.

Le había tocado vigilar el pueblo mientras sus compañeros y maestro se hacían cargo del señor Tazuna, habían pasado algunos días desde que llegaron ahí, sorprendentemente nadie se había dignado a atacar y mucho menos había rastros de los secuaces de Gato.

Sin duda alguna eso era algo muy extraño, debían estar preparados para todo.

-¡Sakura-sensei!

Pequeños pasos se acercaron a ella, sus nuevas autoproclamadas alumnas la alcanzaron en su camino, habían sido una presencia constante en esos últimos días. Siempre detrás de ella en busca de nuevos conocimientos, ella no era nadie para negarles la oportunidad de darle una lección a un montón de mocosos molestos y ciertamente apreciaba el conocimiento y la idea de pasárselo a las jóvenes generaciones.

-¡necesitamos su ayuda!- grito Sayu con sus ojos marrones impregnados de preocupación.

-venga con nosotros- Umi la jalo con desesperación.

-¡vamos!- Erika decidió sumarse a los intentos de Umi para jalar a la pelirrosa

A pesar de lo extraña que era esa situación siguió a las niñas por la calles del pueblo hasta llegar a un negocio medio destartalado en el que destacaban fuertemente muchos huevos rotos junto con grandes manchas de harina.

Una mujer delgada que usaba un sucio delantal se encontraba frente al local tratando de limpiar aquel desastre que algún idiota había ocasionado.

-el otro día intentamos defendernos de esos niños pero vinieron y atacaron la panadería de la familia de Erika- explico Sayu- no pudimos hacer nada porque son hijos de gente importante en el pueblo...

Apretó lo puños sintiendo como el enojo se arremolinaba en sus entrañas. Tendría que buscar a esos estúpidos mocosos para tener una larga charla sobre aprender a respetar.

-yo no haría eso si fuera usted señorita- la mujer interrumpió sus pensamientos retorcidos. Al verla más de cerca pudo ver su cabello castaño amarrado en un desordenado moño que dejaba que varios mechones cayeran por sus ojos azules tan parecidos a los de Erika- esas personas están coludidas con Gatō y sus hombres, son muy peligrosos.

-pero mamá, Sakura-sensei es súper fuerte, ella junto con su equipo vinieron a salvarnos de todos esos hombres malos-exclamo Erika levantando sus puños haciendo ademán de golpear el aire.

La mamá de Erika miró hacia todos lados en las vacías calles muy preocupada- silencio Erika, no es bueno hablar de esto aquí afuera, vamos adentro.

Fueron guiadas adentro del establecimiento, el interior era muy diferente al exterior, se veía más cuidado y limpio que la fachada, aunque si tenia ese aire demasiado vacío como para ser una panadería.

En la cocina un hombre se movía por todos lados haciendo diferentes tareas sin ayuda alguna.

-¡papá!

Haruno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora