Segundo acto: Ella

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-¡Naruto Uzumaki al fin está aquí!

El joven rubio, ahora con 15 años, estaba muy contento de regresar a su querida aldea. Hace tres años que se fue a entrenar junto a Jiraiya con el propósito de hacerse más fuerte y así poder ayudar a su compañera. Al menos eso era lo que se decía a sí mismo, desde que el
clan de la pelirrosa abandonó la aldea no habían tenido noticias de Sakura.

-ya bájate de ahí niño- Jiraiya estaba fastidiado por el mocoso, había sido un largo viaje y lo único que quería era tomar un buen vaso de sake o ir a las aguas termales mixtas, tal vez hasta encuentre material para su nuevo libro...

-oiga viejo pervertido ya quite esa sonrisa, empieza a asustarme- exclamó el rubio mientras bajaba ágilmente del poste en el que había estado montado- además, si mamá lo atrapa de nuevo haciendo de las suyas seguro que no la cuenta- se burló con su típica sonrisa zorruna- no querrá hacerle eso a Kakashi-sensei y todos los pervertidos de closet que leen ese libro.

Un tic apareció en la ceja del sannin ¿cómo era que lo había aguantado tanto tiempo? Deberían darle una medalla por su paciencia.
-para tu información, los que leen mis libros son personas muy exitosas- se regodeo el viejo hombre, apartando la mirada de su escandaloso alumno.

-si, si lo que diga- ignoró al hombre y siguió caminando por las calles de la aldea con sus manos detrás de la nuca. Había muchos locales nuevos. Se notaba que su padre había hecho un muy buen trabajo en la reconstrucción.

Jiraiya trató de seguir al hiperactivo muchacho. Mientras más crecía, más escurridizo se hacía y él estaba muy viejo para ponerse a perseguirlo.

-niño, tengo que llevarte con tus padres. No quiero que tú madre me asesine por no haberle entregado a su hijo después de tres años- de sólo imaginarse a la Uzumaki enojada le daban escalofríos.

-tranquiló viejo pervertido, mamá de seguro que ni se da cuenta que ya he llegado- aseguró Naruto, mas entretenido en los edificios que lo rodeaban que en su maestro.

-ya veo que lo tonto aún no se te quita.

Ambos hombres voltearon hacia arriba desde donde provino aquel comentario. Al instante una gran sonrisa adornó el rostro bronceado del Uzumaki.

-¡teme!

El Uchiha bajó elegantemente del tejado. Ambos chicos se miraron con su típica rivalidad, analizando lo que los años le habían hecho al otro, para después chocar puños amistosamente.

-¿qué hay teme?- Naruto envolvió su brazo alrededor de su mejor amigo- ¿cuándo llegaste de tu entrenamiento? Pensé que yo sería el primero.

-Llegue hace una semana, tuvimos que regresar antes por asuntos del clan- explicó el Uchiha. Al igual que Naruto, había decidido dejar la aldea por un tiempo para entrenar con su hermano y primo durante tres años. Solo que el si tenía claro que lo hacía por volverse más fuerte y cumplir sus propias metas, no estaba cegado como Naruto.

-ya veo. Entonces ¿sigues escondiéndote de tus fans?- se burló al ver las desarregladas ropas y el cabello desordenado de su amigo. Estaba seguro de que algunas lo habían alcanzado porque el teme olía a perfume de mujer, a menos de que ya se hubiera decidido por una... JA, incluso el ni siquiera se lo podía creer, Sasuke era un cubo de hielo sin emociones igual que todos los de su clan.

El Uchiha bufó mientras intentaba acomodar su ropa. Esas mujeres se habían vuelto más rápidas con el paso de los años.

-son muy molestas- masculló entre dientes.

-vamos teme, no te costaría nada darles un poco de atención-mencionó mientras caminaba junto al azabache. Dejando atrás a Jiraiya- si te escuchara decir eso, de seguro que Sakura-chan...

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