Papas fritas y arte.

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Con la ayuda de sus tíos y su abuela pudo disfrutar más las clases de kunoichi, su mamá incluso tuvo una conversación con ella al día siguiente de su discusión.

-¿sabes para que son las clases de kunoichi cariño?

Ella negó frenéticamente sosteniendo la mano de su mamá, que la encaminaba a la academia.

-las mujeres tenemos más encanto que los hombres cariño, la danza nos hace más elegantes y flexibles en batalla, el tejido hace que nuestra habilidad mental se fortalezca para futuras estrategias y hace a nuestras manos más ágiles, la poesía hace que tengamos más habilidad de palabra y el conocimiento en la herbolaria puede ser un arma letal o un salvavidas invaluable-su madre se detuvo y se arrodilló a su altura-cuando seas grande entenderás más sobre las aplicaciones que tendrán esas clases en las misiones, a veces lo más inocente puede ser lo más letal.

-pero es muy cursi... incluso Suzume-sensei dijo que aprenderíamos a peinarnos y maquillarnos... ¿de que sirve eso? La tía Rei dice que un ninja debe ser fuerte.

Su madre la miro con ternura.

-sabes, en el pasado las mujeres de nuestra familia solían peinar su cabello en complicados peinados para guardar armas pequeñas, como agujas senbon o dagas.

Sus ojos se iluminaron ante esa idea.

-¡¿yo podría hacer eso?!

-creo que deberías dejar crecer tu cabello para hacerlo, pero... no sería mala idea-su mamá sonrió de medio lado-y deberas poner atención a lo que te enseñe Suzume-sensei...

-¡lo haré!

Su cabello aún no crecía tanto como para poder peinarlo como en el tiempo de sus antepasadas, sus hebras rosadas aún ni siquiera le llegaban a los hombros, pero su tío Yue siempre se encargaba de cepillarle el cabello y le enseñaba diferentes tratamientos para el pelo, el cabello platino de su tío era muy bonito después de todo.

También se había acostumbrado poco a poco a la academia, al menos los gritos de sus compañeras ya no le causaban dolores de cabeza, y su compañero de banca no era tan malo, se la pasaba la mayor parte del rato dormido, y como Sakura era una buena persona siempre que el profesor miraba hacia su dirección o pasaba cerca de sus asientos se encargaba de despertar al chico.

No había hecho amigos pero eso no le afectaba mucho, la mayor parte de las veces se la pasaba en el salón leyendo algún libro, incluso Mizuki-sensei, al darse cuenta de lo mucho que le gustaba leer, le prestó algunos libros sobre diferentes temas.

En las clases de kunoichi habían empezado a aprender sobre danza y poesía, cosas en las que le iba muy bien gracias a sus tíos, sus habilidades habían dejado encantada a Suzume-sensei y le había callado la boca a Ami y sus amigas, quienes no se habían vuelto a meter con ella desde que comprendieron que si la hacían enojar un florero iba a acabar en sus cabezas huecas.

En esos momentos estaba muy cómoda en su asiento leyendo uno de los libros que Mizuki-sensei le había prestado, hasta que una serie de gritos en el pasillo le llamaron la atención, no eran sus compañeras definitivamente, el Uchiha cabello de pato estaba en el patio junto a Naruto, su inseparable amigo.

-vamos cobarde danos toda tu comida.

Un grupo de niños de tercer año estaban en bolita intimidando a uno de sus compañeros, era un niño regordete, del clan Akimichi, si no recordaba mal, era amigo de su compañero de banca. El pobre estaba en el piso sin saber que hacer ante los insultos y provocaciones de los mayores.

Esta era una de las situaciones en donde podía usar sus poderes ¿verdad? Las grandes diosas creadoras lo entenderían.

-¡oigan déjenlo en paz!

Haruno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora