Animales parlanchines y la intrusa pelirrosa

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Después de una ardua persecución por parte de esos brutos del escuadrón 11 y hasta haber tomado un rehén. Ichigo y compañía caminaban por las alcantarillas de la sociedad de almas, al menos ahora contaban con la ayuda de ese pequeño shinigami del cuarto escuadrón.

-oye Hanatarō-llamó el adolescente-¿sabes a dónde llevaron a una chica pelirrosa después de que uno de sus capitanes la capturara?

El aludido se detuvo abruptamente volteando a ver al shinigami sustituto con curiosidad.

-normalmente el escuadrón cuatro no recibe ese tipo de información, pero aún así no he escuchado nada sobre que alguno de los capitanes capturara a alguien más que a Rukia- explicó con esa tranquilidad suya- pero... si conocí a una chica de pelo rosa.

La mirada marrón del chico se iluminó, entonces Ikkaku estaba equivocado... Sakura estaba bien ¿entonces por qué no podía sentir su energía espiritual? No, negó con la cabeza en un intento de apartar cualquier sentimiento negativo, de todos modos nunca había sido muy bueno para localizar a los demás de esa forma, además la pelirrosa había demostrado ser mejor que él en ese ámbito, de seguro estaba ocultándose para que no la descubrieran.

Solo tenía que ser paciente.

-Sakura-san fue muy amable conmigo, supongo que por eso no me asusta tanto estar con ustedes- exclamó el joven shinigami con una tierna sonrisa-me defendió de unos miembros del escuadrón 11 y yo la ayude a llegar a donde estaba Rukia, me dijo qué tal vez me encontraría con ustedes.

-ya veo...-eso sonaba como algo que haría la pelirrosa. Al menos ahora sabía que Sakura ya estaba con la pequeña shinigami, solo era cuestión de llegar hasta ahí-andando-siguió caminando ahora más decidido llegar a esa celda de aislamiento.

Por su parte, Ganju rodó los ojos mientras caminaba con los brazos detrás de la cabeza.

-esa chica fue muy tonta como para dejarse atrapar por un capitán.

Los dos shinigamis voltearon a ver al hombre, el peli naranja tenía el ceño fruncido y el pequeño peli negro se notaba preocupado, conociendo a la pelirrosa seguro que si oía al hombre este acabaría de vuelta al Rukongai.

En el poco tiempo que pasaron juntos Hanatarō pudo aprender mucho de su nueva amiga rosada, era muy amable y sonriente, pero tenía un temperamento muy fuerte, los miembros del escuadrón 11 habían visto de primera mano las consecuencias de la furia de esa chica.

-fue mi culpa que se las llevaran-aclaró Ichigo, ambas chicas estaban ahí por protegerlo- no fui lo suficientemente fuerte para proteger a Rukia y por mi imprudencia ese maldito de Gin Ichimaru se llevó a Sakura.

-¿Gin Ichimaru? ¿El capitán del tercer escuadrón? E-eso no puede ser... nunca se reportó nada...

-eso que importa, no es que los shinigamis sean muy sensatos que digamos-volvió a hablar el Shiba con claro desinterés- hay que ir por esas chicas e irnos de aquí.

Algo raro había ahí, Hanatarō hizo una mueca pero siguió caminando alrededor de las alcantarillas junto a los dos hombres, aunque por unos instantes observó el pergamino que Sakura le había dado, podría usarlo y ver si de casualidad la chica volvía, tal vez podría contarle sus sospechas y pedirle ayuda... no... Sakura le había confiado el pergamino en caso de alguna emergencia, tendría que guardarlo por si se encontraban con algún capitán o estaban en problemas.

-ya estamos cerca-avisó el shinigami del cuarto escuadrón señalando una compuerta en el techo de las alcantarillas.

La salida no daba directamente a la torre, tendrían que caminar por los suntuosos cuarteles hasta llegar al puente que daba con la celda donde estaba Rukia, solo esperaba que no se encontraran con ningún oficial, tal vez si eran lo suficiente discretos podrían llegar sin ningún percance.

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