Nuestra constelación

608 79 39
                                    

Se suponía que una zanpakutō nacía con su shinigami, compartían un lazo irrompible que solo la muerte podía llevarse... era el deber de una espada morir con su portador. Y era justo lo que Taiyō esperaba hacer desde que Kizashi lo sostuvo por primera vez.

Él era el rey sol, emperador del universo, dueño de los astros, su poder fue creado para iluminar el mundo. Pero con todo ese poder, solo quería usarlo para un propósito y ese era acompañar y cuidar de su amo.

Ahora el se había ido... rompiendo con todo lo que se suponía para lo que fue creado. Y por si fuera poco, Kizashi se atrevió a pedirle algo inconcebible para los de su clase.

Sin embargo, siempre supo que su amo no era como los demás shinigamis, el orden y reglas de la sociedad no iban con el espíritu libre de su capitán, lastima que Kizashi tuvo que ser retenido por el deber que lo ataba al clan Shihōin, no podías encerrar a un ave en una jaula de oro, acabaría muriendo poco a poco en busca de su libertad.

Y el fuego alcanzó a Kizashi en su busca de libertad.

En ese entonces llegó a pensar que nunca volvería a ver al sol brillar, y para una zanpakutō cuyo poder giraba entorno al universo y los astros no era lo más conveniente que digamos. El rey del sol dejó de brillar junto con su amo, el gran astro atado a un mundo de monotonía y deberes.

¿Habría sido mejor quedarse en la sociedad de almas? La zanpakutō se preguntó después de todo ese desastre, Kizashi no habría ido a esa otra dimensión, sin toparse con la humana Mebuki Haruno y su fuerza monstruosa, sin enamorarse y pelear una batalla que no le correspondía... sin ser juzgado por su familia y compañeros shinigamis... sin ser condenado... sin su muerte.

Pero... ¿y Sakura?

-mi sol, luna y estrellas debe seguir brillando...

Eso le había dicho él antes de su ejecución, usó hasta la última gota de reiatsu que le quedaba para evitar que se fragmentara con su muerte y si de alguna forma lograba sobrevivir entonces sería suficiente para buscar a la bebé que había concebido, mantenerse a su lado y una vez que tuviera la edad necesaria ella sería la fuerza que lo mantendría brillando para todo el universo.

Era la idea más loca que había escuchado ¿transferir el alma de una zanpakutō a otro portador? Taiyō solo esperaba que no funcionara, que las teorías de su amo no fueran más que desesperadas esperanzas de un hombre que ya había perdido demasiado.

Solo quería partir con Kizashi y existir en el plano más allá de la sociedad de almas junto a él por la eternidad.

Pero los deseos de Kizashi fueron más fuertes y su voluntad se cumplió. Quedó atado al alma de Sakura.

-es duro ¿cierto?

El rubio frunció el ceño al sentir que sus pensamientos eran profanados, esa presencia era oscura, pero diferente a las sombras que a veces asechaban a su ama.

-parece que te esfuerzas mucho por quebrar mis defensas- comentó hostil, buscando al intruso que se había atrevido a sacar sus mayores pesares a la luz.

La oscuridad de repente tomó forma pero aún seguía escondiendo su apariencia, sin embargo, Taiyō reconocía es reiatsu.

-mírate, el gran emperador al servicio de una niña. Condenado a seguir los deseos de tu shinigami. Es una lástima y un total desperdicio-la voz resonó en su mundo, sin duda manejaba bien el control mental- los shinigamis son muy crueles con nosotros ¿no es así?

¿Acaso él era...? Taiyō dio unos pasos atrás, frunciendo el ceño.

-ella es mi shinigami.

-por favor, esa niña solo es parte del deber que tu amo te dejo. No es más que una carga para ti, ella te quito lo que más amabas, Taiyō heī o... ¿acaso debería llamarte por el nombre que ella te dio? Kenshi no Taiyō.

Haruno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora