El sello

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Toda la aldea era un completo caos, diferentes explosiones se escuchaban alrededor, junto con pequeños temblores acompañando a los gritos asustados de los civiles. Los ninjas de la aldea hacían su mejor esfuerzo por agruparse y evacuar a los aldeanos en esa inesperada situación.

Había pasado de repente; diferentes intrusos con armaduras oscuras y cubiertos por capas rojas como la sangre empezaron a destruir todo a su paso, sin importarles quien se pusiera en su camino.

Eran demasiados, muy poderosos y parecía que todos ellos eran inmunes a cualquier ataque que les lanzaran. Pero lo más alarmante era la fuerza monstruosa que algunos de ellos poseían, una que era alarmantemente familiar.

La familia Haruno salió del recinto, encontrándose con todo el desastre en el que se había convertido su hogar.

-madre...- susurró Yoru, reconociendo bien muchas de las firmas de chakra que había alrededor.

-pensé que todos habían muerto- susurró Yue sin poder creer lo que estaba sucediendo.

-mierda- exclamó Nami, todo esto se había salido de sus manos mucho antes de lo que pensó. Miró a su pequeña nieta, quien se veía muy confundida, y lamentó haberle escondido tantas cosas tan importantes con el pensamiento de querer protegerla.

La tomó de los hombros mirándola directamente a los ojos.

-no voy a ir a esconderme si eso es lo que vas a decir- sentenció la chica, retando a su abuela con la mirada. Podía sentir la energía familiar rodeando el ambiente, lo sabía, las personas que atacaban la aldea eran parte de su propio clan.

Nami sonrió con amargura; claro que no iba a hacer eso, aún si enviara a esa niña a kilómetros de ahí, esta iba a hallar la manera de volver y meterse en la batalla.

-tienes pelotas grandes niña- exclamó la mujer con sonrisa orgullosa, ignorando las exclamaciones de su hijo sobre el uso del lenguaje- y estoy segura de que eso lo sacaste de mi. Justo por eso, porque hay algo de mí en ti, estoy a punto de pedirte algo de lo que de seguro voy a arrepentirme... y tu madre me va a odiar- soltó un pesado suspiró, y acaricio la mejilla de su querida niña- siempre te hemos ocultado la verdad pensando que era lo correcto; pero ahora sólo puedo pedirte que vayas a enfrentarte a esa verdad que tanto has esperado.

-¡madre!

-Yoruichi te llevará con tu madre, ve por ella Sakura- pidió la mujer con semblante triste-yo me encargaré de esto.

-no podemos dejar que vaya ahí- exclamó Yue tratando de hacer entrar en razón a su madre.

-lo haré- dictó Sakura sin importarle la mirada suplicante de su tío- y luego voy a regresar a ayudar en esto. No pueden atacar nuestro hogar.

La anciana sonrió, y revolvió los cabellos de su nieta. Sin duda cada día que pasaba el espíritu de guerrera de la chica se hacía más grande.

-bueno, si ya está decidido será mejor que nos apresuremos- comentó Yoruichi, sacando el aparato que su hermano le había dado para rastrear a Mebuki- mientras más rápido resolvamos esto mejor.

Sakura volteó a ver a su tía y asintió, ambas mujeres se retiraron en un veloz destello.

-¿estas segura de esto madre?- preguntó un muy preocupado Yue.

Al ver el semblante del hombre, Zabuza se apresuró a tomar su mano en un gesto reconfortante, el rubio se relajó al sentir el apoyo del espadachín, y claro que eso no pasó desapercibido para Nami, quien entrecerró los ojos al ver la mano de su hijo entrelazada con la de ese extranjero. Al parecer se había perdido de muchas cosas en su tiempo de ausencia. Ya habría tiempo después para arreglar ese asunto y asegurarse de las intenciones que ese hombre tenía con su hijo, después de todo le había prometido a su amado esposo que cuidaría de sus hijos ¿qué clase de madre sería si no amenazaba a los pretendientes de sus niños?

Haruno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora