Pesadillas

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El sol brillaba desde lo alto con majestuosidad, las olas del mar se movían lentamente, casi parecían estar hechas de oro debido a los rayos de luz que proyectaba el gran astro. La arena entre sus pies era cálida, toda esa calma le sacaba una pequeña sonrisa.

-¿Sakura?

Al oír esa voz levantó la mirada, divisando a los lejos de esa hermosa playa la figura de una persona que extrañaba con todo su ser.

-mamá...-soltó esperanzada corriendo entre la arena y la espuma de mar.

Mebuki abrió los brazos con una gran sonrisa, de esas que solían hacerle creer que todo iba a estar bien sin importar que tan grave fuera la situación y la recibió con un gran abrazo que le hizo soltar unas cuantas lágrimas acompañadas de pequeños sollozos.

-ya, ya...-susurró la mujer dando pequeñas palmadas en la cabellera de su hija-estas en casa, mi niña-rompió el abrazo para ver el rostro lloroso de la chica, con su pulgar limpio cuidadosamente las lágrimas-estuvimos esperando mucho tiempo...

Los ojos esmeralda de la joven abandonaron la figura de su madre para posarse en los rostros de toda su familia. Cada uno de ellos.

Fueron acercándose más y poco a poco pudo verlos mejor.

Y lo que vio no le gusto.

Estaban heridos, no solo físicamente. En sus ojos podía ver el dolor y la desolación por la que pasaban, pero ninguno se atrevía a moverse, solo se quedaban de pie a la espera de alguna señal y la miraban fijamente.

Su madre desapareció, dejando a una alarmada pelirrosa.

-¡Sakura!-escuchó a alguien gritar.

-¿aún quieres salvarlos?

Volteó con miedo, los demás miembros de su clan se irguieron en el acto, endureciendo su mirada. Listos para lo que viniera.

Natsu la miró con altivez, a sus pies estaba su familia; su madre, su abuela, sus tíos, y hasta Zabuza y Haku. El agua de mar poco a poco comenzó a teñirse de rojo.

-¿q-qué...?-Sakura se arrodilló frente a los cuerpos de sus seres queridos, sintiendo la desesperación que comenzaba a apoderarse de ella. Intentó invocar a Taiyō, pero no obtuvo resultado.

Estaba sola.

-pobre, pobre Sakura-Natsu fingió tenerle lástima-sin padres que la protejan más, sin aldea, sin amigos y sin un hogar. Sola en un mundo que aborrece su mera existencia... tan ingenua, tan DÉBIL.

-¡Cállate!-le lanzó un fuerte golpe, llena de la sangre de su familia. Pero solo terminó golpeando al aire, creando una fuerte corriente de viento que alzó el agua y hasta creó una leve llovizna.

-eso si que fue interesante... al menos empiezas a florecer-la peli negra apareció tras de ella con una sonrisa siniestra-¿por qué no vienes con tu tía Natsu? Al menos yo podré sacar la mejor versión de ti, querida.

-¡Shannaro!-gritó desesperada, lanzando más golpes, que nunca logró atinar.

-¿cuánto más seguirás golpeando a la nada?

Otra vez Natsu se le apareció de frente deteniendo sus golpes para después tomarla por el cuello levantándola con suma facilidad.

-sería una pena que ellos te descubrieran-se lamentó Natsu, apretando su agarre. Sakura ya sentía que el aire empezaba a faltarle, pero por más que quisiera apartar a su tía esta era más fuerte-aunque...-soltó una leve risa que le heló la sangre-si lo hicieran sería más fácil buscar los pedazos sobrantes después de que destrocen tu alma.

Haruno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora