Espadas misteriosas y secretos paternales.

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Puede que el cliente no le cayera muy bien y que, de no ser por su sensei, el hombre ya estaría tres metros bajo tierra. Pero eso no quitaba que sería su primera misión fuera de la aldea, solo había salido en compañía de su familia a un bosque cercano de la aldea, nunca había ido más haya de los bosques sagrados de su clan, mucho menos sola, la emoción recorría cada parte de su ser mientras terminaba de empacar lo necesario para el viaje.

-¿llevarás la espada?- pregunto su madre entrando con una muda de ropa limpia- aun te falta pulir un poco más tu kenjutsu.

Desde que su tía Rei llegó con aquella curiosa espada después de uno de sus muchos viajes alrededor de las naciones elementales su madre desarrolló una gran aversión ante la idea de que su hija poseyera tal arma. Nadie  en la familia entendía el rechazo de la mujer hacia el arma, sólo sabían que cada vez que Mebuki veía a su hija practicar con la espada los ojos verdes se ensombrecían y adquiría un aura nostálgica.

Por eso era que Sakura había suspendido sus entrenamientos en kenjutsu, al menos cuando su madre estaba en casa, normalmente entrenaba en la noche en los jardines de su casa o en su habitación, pero esa no había sido una muy buena idea, los hoyos en la pared podían comprobarlo.

-sería una buena oportunidad para probar mis habilidades ¿no crees mamá?

Mebuki sonrió con tristeza- te pareces demasiado a él, siempre andaba por todos lados con esa espada de nombre raro suya.

La pequeña Haruno abrió los ojos con sorpresa, era obvio a quien se refería su progenitora. El tema de su padre era un gran tabú en el hogar de los Haruno, ni siquiera su abuela se atrevía a tocarlo (a menos claro que fuera para insultar al hombre) más que nada era porque su madre nunca se atrevía a hablar del hombre que la engendró, bastaba con ver el rostro de la rubia para saber que no era un tema sencillo de tratar.

Y al igual que con los entrenamientos de kenjutsu Sakura decidió no indagar más sobre el tema de su padre, no conocía al hombre ni las razones que tuvo para dejar a su madre. Pero no estaba dispuesta a herir a su progenitora con recuerdos que claramente la lastimaban.

-yo... eh... - no sabía ni que decir, por una parte, aquel anhelo infantil de saber sobre su origen la incitaba a preguntarle a su madre todo aquello que llevaba preguntándose desde que tenía uso de razón y del otro lado estaba la parte que no quería hacer sentir mal a su madre- ¿algún consejo para mi primera misión fuera de la aldea?

-Bueno, mantente alerta nunca sabes quien podría estar esperando para atacar, hasta la más mínima anomalía puede ser una señal- Mebuki pareció salir de su trance nostálgico y miró a su hija con decisión.

Al ver el cambio de la Haruno mayor Sakura sonrió y acepto las advertencias de su experimentada madre.

-será mejor que me vaya, espero que Kakashi-sensei se tome en serio la misión y llegue temprano- la pelirrosa se despidió abrazando a la rubia mayor con cariño.

-cuídate cariño- la madre se permitió acariciar los mechones rosados tal y como solía hacerlo cuando esta era una pequeña niña asustadiza.

Cuando la joven gennin se disponía a salir de su habitación fue detenida por las palabras de la Haruno mayor.

-se que intentas ocultar tu curiosidad sobre tu padre para no lastimarme, y te lo agradezco mucho Sakura, eres una buena niña. Pero no olvides que la adulta aquí soy yo y no debes guardarte nada- Mebuki le dio una sonrisa de amor a su pequeña- cuando vuelvas ya hablaremos.

Sakura sonrió con alegría y asintió con emoción.

- Gracias mamá.

- Gracias mamá

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