Gustabo/Pogo
Abrí uno de mis ojos encontrándome con Jack durmiendo apoyado en mi.- Te confías mucho Jack... - dije soltando una leve risa al final. Volví a cerrar los ojos y empecé a toser para que este se despertara, cosa que conseguí.
Cuando dejé de notar el peso de su cabeza abrí los ojos.
- ¿Cómo te encuentras? - me preguntó mientras se ponía las gafas que se encontraban encima de su escritorio.
Solté un gruñido al ponerme en pie, todavía me daban pinchazos en la parte del costado, Jack se acercó a mi y me sujetó.
- ¡Estoy bien! - le dije dándole un empujón apartándole de mí y le hice una mueca de desprecio.
- Vale... lo siento - me dijo levantando sus manos para después dejarlas caer.
Nos dirigimos hacia la planta baja, allí nos encontramos con Horacio y Michelle.
- ¡Gustabo!, ¿Qué te ha pasado?¿Estás bien? - me preguntó Horacio preocupado.
Yo le aparté de mi camino y seguí avanzando hacia la puerta principal.
- Esta... muy extraño... - escuché decir a Jack. Al oír esas palabras frené en seco.
- No parece él... - le respondió Horacio.
Me giré y me dirigí otra vez hacia ellos.
- ¡Horacio! - dije acercándome al nombrado proporcionándole un abrazo - Si, estoy bien gracias por preocuparte, ¿De dónde venís? - solté después de separarme de aquel abrazo.
- De donde se produjo el tiroteo, ¿O no te acuerdas? - me respondió Michelle. Sospechaba algo...
Apreté mis manos con todas mis fuerzas, esa zorra... estaba rompiendo todos mis planes. Y como no se mantuviera callada lo pagaría...
- ¿Nervioso? - me volvió a preguntar acercándose más a mí.
- Efectos secundarios de las pastillas - dije metiéndome las manos en los bolsillos de la chaqueta.
...
- Yo me voy a casa, ya es muy tarde... - dijo Horacio rompiendo aquella tensión en el ambiente.
- Para que lo sepáis he descubierto algo, mañana os contaré - tras decir aquellas palabras Michelle se fue.
- Nosotros también deberíamos irnos - me dijo Jack. Yo no me lo pensé dos veces y salí de comisaría, no quería estar allí ni un segundo más.
Llegamos al parking, este se encontraba vacío, solo había tres farolas que no llegaban a iluminar el lugar entero. Nos dirigimos hacia el coche de Conway y nos subimos a él.
Saqué un cigarrillo de la cajetilla que tenía en uno de los bolsillos traseros del pantalón, puse el cigarrillo en mis labios para proceder a buscar el mechero. Me pillo por sorpresa cuando el super me quitó el cigarrillo y lo tiro por la ventanilla.
- ¡Eh!, ¡me lo iba a fumar! - respondí indignado ante la acción del superintendente.
- ¡Deja de fumar, es malo para tu salud!, dame la cajetilla - dijo extendiendo su mano.
- ¡Tú también fumas y te emborrachas hasta quedarte inconsciente!, ¿Y eso no es malo? - le recriminé.
- La cajetilla - insistió y yo me negué - Sal del coche - me dijo.
- ¿Qué? - le pregunté. Le había entendido a la primera, pero esas palabras me pillaron tan de sorpresa que quería que me las repitiese.
- ¿Estas sordo o qué?, ¡Qué salgas del coche! - me respondió.
Yo acaté su orden y salí del auto.
- ¿Ahora qué? - le pregunté ya afuera del covhe. Estaba empezando a hacer mucho frío y me quería ir ya a casa.
- Al igual que eres mayorcito para fumar lo eres también para volver a casa andando - me dijo para después arrancar el coche - ¡Ah! y esto me lo quedo yo - dijo enseñándome la cajetilla.
Desconcertado empecé a buscarla entre mis bolsillos pero no la encontré, ¿Cómo me la había quitado?.
- Hasta luego - me dijo y se marchó.
- ¡CABRÓN! - le grité cuando ya se encontraba lejos. Agarré la primera piedra que encontré en el suelo y la tire hacia el coche, pero esta no llego.
Caminaba cabizbajo por aquellas frías calles de Los Santos, el viento soplaba en mi contra haciendo que me despeinase. Me quedaban unos 15 minutos más o menos para llegar a casa, levante la vista y mire a mi alrededor, a esas horas no había nadie por las calles, por eso cuando escuché el crujido de una ramita romperse me sorprendió. Pasé al lado un escápate, lo miré y vi el reflejo de un joven que me estaba siguiendo, a lo lejos vi un callejón y decidí ir hacia esa dirección.
- No es una buena noche para ti amigo - ese pensamiento hizo que una sonrisa se dibujara en mi cara.
Estaba a unos dos pasos del callejón cuando paré en seco, el joven siguió caminando, pero no por mucho tiempo. Le agarré del cuello y con la otra mano libre le tapé la boca para que no gritara y me lo lleve dentro de aquel callejón oscuro, le tire al suelo dejándole inmóvil.
— ¿Por qué me seg-... ¡AH! — le intenté preguntar pero acabé soltando un grito. El joven me mordió la mano.
Joder... ahora llevaría una mano vendada y otra con un mordisco...
Ya me cansó y no tuve piedad por él, le agarre aun más fuerte del cuello, le acerqué a mi y le eché la cabeza hacia atrás fuertemente provocando que este se un cabezazo contra el suelo. No paré de repetir esa acción hasta que noté que dejó de forcejear, este había quedado inconsciente. Me levanté de encima suya mientras miraba mi mano. Con rabia le pisé la cabeza una y otra vez, la sangre empezaba a manchar el suelo poco a poco mientras le seguí proporcionando golpes. Le di el último pisotón tras escuchar un crujido.
Me agaché y revisé sus bolsillos.
- Lo que me imaginaba... - solté al ver que llevaba tres carteras en el bolsillo de la sudadera. Seguí buscando y encontré una cajetilla de tabaco.
- Esto me lo quedo yo amigo - le dije mirándole a la "cara" o mejor dicho a la carne machacada de su rostro.
Me levanté y seguí mi camino a casa tranquilamente.

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¿Gustabo o Pogo?
RandomToda esta locura empieza con el asesinato de una familia hace varios años, que provoca que el niño menor de esta viva en la calle provocándole serios problemas mentales. ...