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Mathias
La campana sonó indicando el comienzo del recreo.

Salí de los más rápidos, para evitar algunos compañeros míos y me dirigí al final del patio, allí había una valla la cual daba al patio de los más mayores, todos los días quedaba allí con Danielle para merendar con ella.

Ya había pasado mucho tiempo y ella no había aparecido todavía, cosa que me extrañó, miré mi merienda que se encontraba entre mis manos, me senté apoyándome en la valla y miré a mis compañeros que jugaban entre ellos. Apenas habían pasado unos segundos cuando mi nueva profesora se me acercó.

- ¿Que haces aquí? ¿por qué no juegas con tus compañeros? - me preguntó agachándose para quedar a mi altura.

- Espero a mi hermana - solté.

- Según me han comentado tu hermana está castigada por llegar tarde, pero si quieres te puedo llevar con ella... -

Dudoso asentí, nos pusimos de pie y seguí los pasos de mi profesora.

Danielle

Me senté en mi pupitre correspondiente preocupada dejando de golpe la mochila en el suelo. Hace tiempo había hecho una promesa con Mathias, la cual consistía en que en los recreos comeríamos los dos "juntos".

Puse mi cabeza en la mesa y la rodeé con mis brazos, supongo que tendría que pedirle perdón más tarde, suspiré y miré por la ventana, la cual se encontraba al lado de mi mesa, desde ahí podía ver la entrada del colegio, parte de la acera y apenas un trozo de carretera que se encontraba enfrente.

- ¿Qué te preocupa tanto? - me preguntó Alicia, una de mis mejores amigas, que se sentaba detrás de mí.

Me giré para mirarla a la cara, está estaba levemente inclinada hacia delante para que no nos pudiera escuchar el profesor.

- Estoy preocupada por mi hermano - no con mucho ánimo volví a girarme para sentarme correctamente.

El cielo comenzaba a nublarse.

Pasada la primera clase, el profesor salió para hacer el cambio con el otro profesor, volví a mirar por la ventana y pude ver cómo en apenas unos segundos había comenzado a llover.

Pude ver a alguien salir por la puerta principal del colegio, esta persona al parecer llevaba a alguien en brazos, pero no pude llegar a verlo debido a que la persona llevaba un paraguas el cual les cubrían.

Sin darle mucha importancia dirigí de nuevo mi mirada a la pizarra, la profesora acababa de llegar y ya había puesto los deberes que debíamos de hacer para el día siguiente.

- Que asco me da... - pensé.

Mathias

Pude sentir como alguien agarraba sin cuidado mi pelo y tiraba de el hacia arriba, solté un quejido mientras intentaba abrir los ojos.

- ¡Despierta niño! - escuché que alguien me gritó cerca de mi.

Por fin conseguí abrir los ojos cuando todo empezó a dar vueltas, no me encontraba nada bien...

- ¡Vamos dile a tu padre algo! - parpadeé varias veces para poder aclarar mi visión.

- ¿Pa...pá? - pregunté, pero apenas me salían las palabras.

Un hombre alto con una máscara bastante llamativa por su variación de colores se posicionó enfrente de mi, soltó mi pelo y con una de sus manos apretó mi rostro con fuerza.

- ¡Si no hablas adecuadamente no se te entiende! - el hombre me siguió gritando.

Cerré los ojos unos segundos para intentar que el mareo cesase, pero un movimiento brusco de mi cabeza hizo que abriera los ojos viendo al mismo hombre de antes.

- Mirame cuando... - no llegó a terminar la frase cuando vomité encima suya.

El hombre me dio una bofetada haciendo que mi vista ahora se dirigiera hacia mis pies mis ojos empezaron a lagrimear, mis lágrimas cayeron hacia mis pies los cuales se encontraban atados a la silla en la que estaba sentado.

El crujido de una puerta llamó mi atención, pero el miedo me impedía levantar la mirada, así que la mantuve siempre hacia abajo.

- ¿Qué coño creés que haces? - escuché aquella voz, una voz muy particular la cual me sonaba de algo.

Seguido de aquella pregunta escuché un golpe. Pasaron unos segundos cuando alguien se agachó en frente de mi, instintivamente dirigí la mirada hacia el, llevaba una máscara negra con forma de calavera, este me desató y me agarró en brazos mientras me abrazaba, el miedo me consumía y no podía parar de llorar.

- Tranquilo no te voy a hacer nada... - dijo acariciando mi pelo - No es tu culpa tener el apellido Conway... -

Poco a poco el cansancio que me producía aquella droga me fue consumiendo y me acabé durmiendo en brazos de aquella persona.

¿Gustabo o Pogo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora