64

428 62 0
                                    

Conway
Fui corriendo detrás de aquella pelota de béisbol que había chocado contra un árbol, me agaché y recogí la pelota con la mano derecha porque en la otra mano tenía puesto un guante. Después de levantar la vista miré a mi alrededor extrañado, no sabía que hacía allí, no recordaba nada de lo anterior sucedido, solo que perseguía aquella pelota con la intención de agarrarla.

- ¡Vamos papá! - escuché un grito de una niña detrás de mi, yo instintivamente me giré.

Allí estaba, una niña morena, de ojos azules, de una estatura intermedia, con unos diez años aproximadamente. Esta sostenía un bate de béisbol y lo movía lentamente con intención de prepararse para la próxima tirada. Bajé mi mirada a mis manos viendo la pelota y el guante, ¿puede ser que aquella niña era mi hija?.

Me quedé estático por unos segundos no sabía que hacer, no me acordaba de nada. De nuevo un grito de aquella niña me hizo levantar la cabeza y la miré.

- ¡Esta vez la tiraré bien! -

No me lo pensé más y le tiré la pelota, la niña dio un golpe limpio a la pelota con el bate, miré fijamente la pelota y la atrapé en medio vuelo, una vez la tuve sobre mis manos encontré un defecto en aquella tirada, y era lo fuerte que le daba.

- ¡Dale más flojo esta vez! - le aconsejé para mejorar su tiro.

La niña se posicionó bien en el sitio y me asintió con una sonrisa.

Solo con ese gesto supe más de ella, al parecer le gustaba mucho el deporte, era segura de sí misma y aceptaba los consejos de los demás como un nuevo reto. Sonreí agradado, había muy poca gente como ella.

Cogí impulso y le lancé de nuevo la pelota.

Unos aplausos y una risa me hizo que  girara la cabeza hacia la dirección de donde procedía aquel ruido.

Un niño de unos dos años sentado en el regazo de una mujer aplaudía cómo podía mientras soltaba aquella risa tan linda que tenía. Luego miré a la mujer y me quedé embobado con su sonrisa, era tan hermosa que podría estar mirándola durante una eternidad, pero esa eternidad no duró mucho cuando sentí el impacto de la pelota en mi cabeza, mi vista comenzó a emborronarse, perdí el equilibrio y caí al suelo, pero el impacto no me dolió, el suelo parecía un colchón de lo blando que estaba y cuando me quise dar cuenta había cerrado los ojos.

...

Abrí mis ojos lentamente, todavía seguía con la vista borrosa y aquel techo tan blanco tampoco me ayudaba al igual que el terrible dolor de cabeza que tenia. Me removí en aquella cama intentando adaptar una postura en la que me doliera menos la cabeza, cerré los ojos con todas mis fuerzas y ahogué mi dolor apretando fuertemente las sábanas.

Escuché la puerta abrirse junto un jaleo que provenía del exterior de la habitación, llevé mi mano a mi cabeza y sentí un vendaje rodeando esta.

Un hombre muy extraño sé acercó a mi con un portapapeles.

- Parece que ha despertado, ¿Cómo se encuentra Jack? - preguntó.

Le miré extrañado, ¿se refería a mi?¿Yo me llamo Jack?. Le ignoré por completo y volví a cerrar los ojos, el dolor de cabeza no cesaba y no me apetecía comenzar con las preguntas.

Escuché de nuevo la puerta abrirse y cansado volví a abrir los ojos encontrándome con un hombre muy alto con el pelo grisáceo, un chico con una cresta muy llamativa y lo que más me llamo la atención fue la mujer, era bastante parecida a aquella mujer que sostenía al niño.

- ¡Llevas 4 días en esa cama y la ciudad es un desastre! - me dijo la pelirroja muy cabreada.

¿Y que tenía que ver la ciudad conmigo?, no entendía absolutamente nada.

- ¿Dónde estoy? - me digné a preguntar mientras miraba a mi alrededor.

- ¡No me ignores!, durante estos días Gustabo a matado a unas 5 personas - me gritó, cosa que hizo que me molestara más el dolor de cabeza.

- No le grites - le dijo el de cresta.

- Vamos a tranquilizarnos todos - dijo el de pelo grisáceo - ¿Sabes tu nombre? - se refirió esta vez a mi.

- ¿Jack? - dije dudoso.

Aquella respuesta que di hizo que todos comenzaran a mirarse asustados entre ellos.

El doctor se acercó a mi con una pequeña linterna y con los dos dedos me levanto el párpado para revisarme.

- ¿Sabes quienes somos? - preguntó el doctor.

Yo negué con la cabeza un poco asustado, ¿debería de acordarme de ellos?. Noté que el de cresta se estaba desesperando.

- ¿Qué es lo último que recuerdas? - me preguntó la pelirroja.

- Un bate, una pelota, dos niños y a ti -

- Vale definitivamente se a quedado tonto - soltó.

- ¡¿Ahora que vamos hacer?!, ¡Ni cuatro días hemos estado sin él y la ciudad es un desastre - gritó el de pelo gris.

- ¿Cuánto tardará en recuperar la memoria doctor? - preguntó el de cresta.

- No sabría decirte bien su estado ahora mismo, pero igual si le ayudáis un poco recuperará la memoria antes - confirmó.

Yo los miré extrañado sin entender nada.

- ¡Tengo una idea!, pero no sé si funcionará - soltó la pelirroja.

- Tampoco le forcéis mucho ya que puede provocarle efectos secundarios - le advirtió el doctor.

- Entendido, dejémosle descansar por hoy, mañana volveremos -

Todos salieron de la habitación, menos el doctor porque me tenía que hacer varias revisiones, cuando esté las termino se marcho y por fin mi deseo desde que me había despertado se había hecho realidad.

Yo solo quería un poco de silencio...

¿Gustabo o Pogo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora