Querido diario... ( Mathias 3/5 )

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Mathias
Noté una fría brisa proveniente de una ventana abierta que había en mi habitación, desperté y mire desconcertado a todos lados. Una habitación oscura, la cual en aquel momento no recordaba, no sabía dónde estaba, intenté recordar algo... pero nada, todo estaba en blanco. Me sentía como un bebé recién nacido que había aparecido en mitad del mundo sin que hubiera nadie a su lado para que le explicase. Todas las preguntas que me hice en la cabeza me llevo a una conclusión: "¿Y si me habían secuestrado?".

Me asuste y opté por salir de aquel sitio cuanto antes. Andaba lentamente hacia la planta baja, vi una puerta a la que parecía que llevaba a la calle así que fui hacia ella. La abrí con cuidado de no hacer ruido y hice lo mismo para cerrarla.

- Que bien que despertaste - escuché una voz detrás de mi. Tragué saliva y fui girándome poco a poco.

Vi a un hombre alto con una vestimenta formal, tenía el pelo castaño oscuro y unos ojos azules preciosos.

— ¿Qui-...Quie-...Quién eres? — pregunté con miedo pegando mi espalda a la puerta de la casa.

- No tengas miedo, me llamo Pogo y soy un familiar tuyo - me respondió.

- Yo me llamo... - pensé la respuesta una que no llegó. Cuando Pogo vio que no me acordaba de mi nombre sonrió.

- No pasa nada, no importa como te llamas, estamos nosotros dos solos en este mundo, no necesitas saber tu nombre - me dijo extendiendo su mano hacia a mi.

Me lo pensé tres veces antes de agarrarle la mano, pero... me daba tanta confianza que acepté. Empezamos a andar por aquellas calles oscuras, no sabía a donde nos dirigíamos, aproveché ese momento para preguntarle.

- ¿Dónde estoy? -

- Estas en un sitio en el que puedes hacer lo que tú quieras, no hay problemas, tampoco enfermedades, mucho menos estrés... Aquí te podré proteger mejor - me respondió seguro de sí mismo sin apartar la vista del camino.

- ¿De qué me proteges? - le pregunté.

- Del exterior - soltó sin más.

Llegamos a un parque en el que estaba repleto de niños, unos corrían de un lado a otro, otros hablaban entre ellos, pero me llamó la atención un niño que estaba solo sentado en un banco, parecía bastante triste.

- Ya hemos llegado, aquí podrás hacer amigos, con una condición - dijo acercándose a mi cara, su rostro paso de mostrar alegría a no mostrar nada como un ser vacío por dentro - No te acerques a aquel niño - dijo señalando al niño que había visto anteriormente.

Le di un empujón para apartarlo de mi y me fui alejándome poco a poco si apartar mi mirada de él. Cuando sentí que estaba lo suficientemente lejos de él me giré y comencé a caminar. A lo lejos vi como un grupo de niños se acercaba a mi.

- Hola ¿quieres ser nuestro amigo? - me preguntó el más alto de todos.

Nunca me gustó la idea de tener amigos, aparte mi padre siempre me dijo que me podrían mal influenciarme. Pero en ese momento no me acordaba de nada.

- ¡Vale!, ¿Comó os llamáis? - les pregunté.

Uno de los del grupo se puso delante de los demás y me dijo:

- Aquí no importa nuestros nombres solo ser felices - dijo sin expresión en su rostro.

- ¿Y como nos vamos a dirigir entre nosotros? - pregunté mientras le miraba de arriba a abajo. Era un niño muy extraño, uno de esos que nunca le pedirías ni un simple bolígrafo en clase.

- ¡Podemos numerarnos!, yo seré 1 - me respondió y todo el grupo de niños empezaron a discutir el número que se pondría cada uno.

Suspiré y mire a mi alrededor, mi vista se cruzó con la del niño del banco. "Igual debería ir a hablar con el haber que le pasa" pensé.

- ¿A dónde vas? - me preguntó el "jefe" del grupo de niños cuando me vio alejarme de ellos.

- Voy a hablar con aquel niño - dije haciendo un movimiento con la cabeza dirección al niño.

- ¡Tenemos prohibido hablar con él! - me gritó para que le escuchara, ya me encontraba lejos de ellos e hice oídos sordos a todo lo que me dijeron.

- ¡Se lo dire...! - no llegue a escuchar la frase, ya estaba muy lejos.

Ande por un camino de piedra que llevaba hasta él y me paré cuando me encontré enfrente suya.

- ¡Hola! - le salude. Este levantó la vista de un libro que estaba leyendo. Curioso mire la portada, pero este no tenía ningún título solo una portada totalmente negra.

- Hola... - me respondió un poco tímido intentando esconderse entre sus piernas.

- ¿Por qué no juegas con los demás niños? - le pregunté.

- No son niños de verdad, él los ha creado para vigilarte - me respondió.

- Pero... - no entendía nada de lo que me decía, igual no había sido buena idea venir a hablar con él...

- Se que no lo entiendes, pero si no quieres seguir aquí debes escucharme - me dijo.

- ¿Tú tienes nombre? - le pregunté intrigado al saber que aquí la mayoría no teníamos.

— Si, me llam-... — al chico no le dio tiempo a responderme porque Pogo apareció.

- ¡TE DIJE QUE NO HABLARAS CON ÉL! - me gritó.

Pogo me cogió y me acorraló entre sus brazos.

- ¡¡¡AHHH!!! - grite pataleando llamando la atención de todos los niños de aquél lugar. Cuando pasamos al lado del grupo anterior de niños me miraron.

- Con vosotros quiero hablar luego - les dijo Pogo a los niños, estos se asustaron al escuchar sus palabras intentando esconderse uno detrás de otro.

Pogo me llevó a la misma casa en la que antes me desperté, abrió la puerta, fue hacia el salón y me tiro encima del sillón.

- Ha los niños malos hay que castigarlos - soltó con una sonrisa y fue hacia la salida de la casa. Yo le corrí tras él, pero este ya había salido de la casa. Intenté salir pero se cerró la puerta en mi cara, tiré del pomo de la puerta pero era imposible abrirla.

Corrí hacia el salón donde había una puerta que daba al jardín, intenté abrirla pero al igual que la otra no se abrió. Recorrí toda la habitación con las manos en la cabeza pensando en que hacer, esto era un infierno.

- ¡AHHHHH! - grité frustrado tirándome al suelo.

¿Gustabo o Pogo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora