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Gustabo
Estuve varias semanas ingresando en el hospital, ya que según mi historial médico tenía que hacerme varias pruebas que debí de hacerme hace tiempo.

Durante esos días tuve un par de visitas varios psicólogos para ver mi estado actual y me entregaron un cuaderno en el que debía escribir como una especie de diario o de cosas que necesitara expresar pero en privado, vaya tontería más grande, seguramente no utilizaría aquel cuaderno para nada.

Cuando me dieron el alta fuimos al apartamento a coger mi teléfono, algunas pastillas que dejaría en la taquilla de comisaría y tal vez alguna que otra cosa que viera necesaria.

Efectivamente hoy volvería a aquel infierno... ya que después de lo sucedido el viejo no me quería dejar solo en ningún momento, por suerte me encontraba muchísimo mejor, quitando que llevaba una mano vendada. Me pase todo el trayecto a comisaría con el ceño fruncido mientras observaba aquel soleado y asqueroso día.

- Se que no te gusta volver... pero lo que te voy a decir te va a gustar menos aún... - dijo Jack mientras aparcaba enfrente de comisaría.

Mi rostro cambio al oír aquellas palabras e hizo que inmediatamente le mirase.

- Te hemos prohibido las armas... no te voy a mentir no nos fiamos de ti... - dijo tras aparcar el coche en el estacionamiento.

- Pero... ¡¿Como me voy a defender?! ¡¿estáis locos?! - le grite, estaba súper cabreado.

- Solo podrás llevar un taser, una porra y unas esposas. En caso de tiroteo se te asignará un arma, pero bajo vigilancia - me dijo mirándome fijamente, con una expresión seria.

...

Hubo un pequeño silencio, Jack al darse cuenta de esto decidió aclarármelo.

- Te repito, no puedes llevar armas y nada de saltarse las normas, que te conozco Gustabo. Todo agente que te vea con una sin haber sido previamente avisado por radio, tienen la orden de abatirte sea cual sea la circunstancia -

Tras oír aquellas palabras salí del coche cerrando de golpe la puerta.

- Gilipollas... - susurre mientras subía las escaleras hacia la puerta principal de comisaría llevaba los puños cerrados de la rabia que me comía por dentro.

Nada más entrar me encontré con tres agentes atendiendo denuncias, al pasar por al lado de ellos se apartaron. Ese día no dejaba pasar ni una y aquel comportamiento que tenían los agentes al verme todos los días entrar a comisaría me hizo explotar.

- ¡Que coño os pasa conmigo!, ¡todo el mundo igual! - dije gritando desesperado haciendo que la mayoría de personas que se encontraban ahí se asustaran - ¡no estoy loco joder! -

Tras decir aquellas palabras noté como una mano me agarraba por la nuca haciendo presión, intenté quitármela de encima pero no pude, esta me arrastraba hacia los vestuarios, mientras intentaba no tropezarme por el camino.

- ¡Suéltame! - dije apretando los dientes.

Entramos en los vestuarios y en cuanto lo hicimos, el que me agarraba me soltó dándome un empujón.

- Gustabin, Gustabin... -

Me giré y vi al superintendente detrás mía, estaba jodido...

- ¿Cómo quieres que no te miren mal si te pones a gritar como un capullo por la comisaría? ¿Qué coño voy a hacer contigo? - Jack se bajo un poco sus gafas para poder poner sus dedos en el puente de su nariz.

- Yo... -

- Mira, escúchame bien porque va a ser la última vez que te lo digo, como te vuelva a ver armar jaleo en comisaría enfrente de todos, te juro por mi vida que te quedas haciendo papeleo en comisaría hasta que te mueras, ¿entendido? - dijo poniendo su dedo índice en mi pecho.

Yo asentí lo más rápido que pude.

- Eso espero... - Y se marchó.

Me dirigí a mi taquilla, dejé las pastillas que había pasado a recoger antes por casa, cogí el uniforme y me lo puse, luego cogí la radio y me la puse en el cinturón donde llevaba la porra, las esposas y el taser.

Salí de los vestuarios y nada más salir me encontré con Horacio que acababa de entrar de servicio.

- ¡Aparta! - me dijo para después entrar a la armería.

Solté una leve risa, me encantaba ese tipo de bromas que nos hacíamos entre nosotros. Espere a que Horacio recogiera sus armas reglamentarias.

- ¿Vamos a patrullar? - me dijo tras salir de la armería ya preparado.

- Si, necesito salir de aquí -

Nos dirigimos al parking, Horacio fue a sacar su patrulla y yo le esperé afuera mientras sacaba un cigarrillo y un mechero, hoy me encontraba atacado de los nervios y necesitaba urgentemente uno.

Puse el cigarrillo en mi boca y lo encendí con el mechero. Fui a darle la primera calada, pero esta no fue muy agradable que digamos ya que empecé a toser sin parar, hacía muchísimo tiempo que no fumaba uno y ya había perdido la costumbre.

Pasaron unos 5 min y Horacio estacionó el Z enfrente de mi, ya estábamos preparados para empezar a patrullar. Tire el cigarrillo al suelo y lo pise con la punta de la zapatilla para apagarlo, tras hacer esa acción subí al patrulla.

¿Gustabo o Pogo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora