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¿Gusta?
Emilio levantó una ceja y cuando me fue a decir lo que debía hacer, comenzó a sonar mi teléfono.

- Tengo que cogerlo - le dije a Emilio, este me asintió y me aparte un poco hasta quedar en una esquina de aquella sala.

- ¿Dónde estás? - escuché tras el teléfono nada más llevármelo a la oreja.

- Estoy dando un paseo - le respondí al ser la primera cosa que se me pasó por la cabeza.

- ¿¡Estas loco!?, ¡te dejan en coma meses y tu aún así sales tranquilamente! - me gritó Jack tras la línea.

- Volveré a casa - le respondí.

— Eso espero, como llegue y no estés te- — pero no le dejé terminar la frase porque corté la llamada.

Volví al lugar en el que estaba antes parado y miré a Emilio que esperaba tranquilamente a que terminase.

- Dime lo que tengo que hacer rápido, no deben saber que hablé contigo - dije rápido.

- ¿Tu papi está preocupado por ti? - me dijo en un tono de burla para después soltar una risa.

Gruñí y apreté mis puños con rabia, pero debía contenerme si quería seguir con el plan.

- Si, y como me pille me interrogará y sabrá donde os encontráis, así que ya puedes decirme rápido - le conteste lo más tranquilo que pude.

Emilio se apoyó el la mesa y me miró atentamente.

- Hace ya unas semanas atraparon a dos de los nuestros y les metieron en perpetua, quiero que los saques de allí, te daré 3 días para hacerlo - se cruzó de brazos.

¿¡Cómo pensaba que iba a sacarlos de allí!?, aparte de que ya están en perpetua, tengo totalmente prohibido el paso.

- Que pena... - dijo al ver mi reacción y saco una pistola de su bolsillo trasero del pantalón - ¿Últimas palabras? - me apuntó a la cabeza.

Un silencio inundó la sala, necesitaba pensar rápido, hasta que se me ocurrió una idea.

- ¡Puedo hacerlo! - dije firme.

Emilio bajó un poco el arma y me miró con una media sonrisa.

- ¿Cómo piensas hacerlo? - me preguntó.

- Es un secreto... - dije - Solo necesito un arma -

- ¿Qué tipo de arma? - me preguntó.

- Con una simple pistola me vale y necesito los nombres de tus "amigos" - le respondí.

Se separó de mí y agarró un papel junto con un bolígrafo que había sobre la mesa.

- Bien... el arma te la darán nada más salir, los nombres son Marta y Lucas - me dijo mientras apuntaba en el papel.

Cuando terminó de escribir me entregó el papel, en este se podía ver los nombre completos de los que debía sacar de perpetua y un modelo de arma.

- Un placer hacer negocios contigo - le sonreí de lado y estire mi brazo con la palma de mi mano abierta.

Emilio miró con desprecio aquella acción y no la aceptó.

- Que sepas que como hagas algo sospechoso te arrepentirás -

Asentí y salí de aquella sala encontrándome con las dos personas que me habían escoltado anteriormente.

- Es un milagro que sigas vivo - soltó uno de ellos mientras me guiaban de nuevo a la salida.

- ¡Cierta la puta boca! - le grité sabiendo que no tenían permiso ni para tocarme un pelo.

Me miró con asco y seguimos caminando.

...

Llegamos a la salida, allí me devolvieron "mi arma" y me dieron la otra arma del mismo modelo en la que ponía en el papel. Cuando me dirigí al coche que había robado y abrí la puerta del conductor, un hombre con una máscara de zombi me paró.

- Te llevamos nosotros, órdenes del jefe - me dijo y comenzó a caminar hacia la dirección contraria.

- Que amable por vuestra parte - dije en un tono burlón y le seguí.

...

Estábamos a dos calles del apartamento, así que les pedí que me dejaran allí mismo. Por una parte no me gustaría que nadie me viese bajando de ese coche y tampoco me hacía mucha gracia que supieran dónde vivo ahora, aunque hubiéramos hecho un trato, estaba seguro de que en cualquier momento acabarían conmigo...

Con suerte llegué al apartamento y todavía no estaba Jack. Suspiré y me dirigí al cuarto de este para colocar su pistola de nuevo en su sitio. Una vez hecho todo esto, me dirigí a mi habitación y me tumbé en la cama.

Tenía una idea de cómo sacar a esas dos personas de perpetua, pero necesitaba una cosa y tampoco sabía si colaría. Agarré el teléfono junto a los cascos y me puse a escuchar música.

Al rato pude escuchar la puerta del apartamento y supuse que Conway había llegado, mi duda fue resuelta cuando este mismo entró en mi habitación. Me giré y le miré levantando una de mis cejas.

Este no dijo nada, solo se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la puerta.

Rodé mis ojos y me quité uno de los auriculares.

- ¿Qué? - le pregunté en un tono molesto.

- No nada, perdón por comprobar que sigues vivo - dijo haciendo gestos con las manos - ¿Te has tomado la pastilla? - me preguntó acercándose al mueble de al lado de la puerta y agarrando el bote de las pastillas.

- ¿¡Por qué coño te importo tanto ahora!? - solté de golpe el teléfono y este calló sobre la cama.

- Quiero que seas feliz... - me contestó.

- ¡Pues que sepas que no lo estás consiguiendo! - grité y me di la vuelta dándole la espalda.

- No te puedo decir que te entiendo porque no soy tu, pero no me está gustando nada tu comportamiento - volvió a dejar en bote de las pastillas - Ah y para que lo sepas "36" - soltó y salió de la habitación cerrando la puerta tras él.

- ¿36? - pregunté.

Me senté en la cama y me quedé pensativo mirando a la puerta por la que acababa de salir Jack.

- ¡Hijo de puta! - solté para mis adentros cuando caí en la cuenta.

Me levante y me acerqué al bote de las pastillas, lo abrí y comencé a contar una a una las pastillas.

Una...dos...tres......... ¿¡treinta y seis!?.

Sabía que podría dudar un poco, ¿pero tanto?, debía conseguir que volviera a confiar en mi.

Agarré una de las pastillas y las demás las volví a meter en el bote.

Salí de la habitación para dirigirme al salón en donde se encontraba Conway sentado en el sillón mientras veía la televisión, me puse entre él y esta.

- 35 - dije y me tomé la pastilla.

Este me miró y una vez me asintió salí de allí corriendo hasta el baño. Allí abrí la tapa del inodoro y me metí dos dedos en la boca, hasta que me dio una arcada y la vomité.

- Espero que así no haga efecto... - me dije.

¿Gustabo o Pogo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora