Gustabo
Desperté en medio de una carretera, levanté mi vista y me encontré un cuerpo tirado más adelante. Me levante como pude y me acerqué hacia él.- No puede ser... - dije al ver que se trataba de aquel niño que decía ser yo.
Había mucha sangre alrededor suya y por mucho que intentara despertarlo no pude, estaba muerto. De repente el suelo se empezó a agrietar.
Si lo que me dijo aquel niño hace tiempo era verdad y este era mi cerebro....
¿¡Me estaba muriendo!?
- Gustabo... - dijo una voz detrás de mi, haciendo que me girara.
— ¿¡Po-Pogo!? — dije retrocediendo, mientras el suelo se agrietaba más y más.
- Por tu culpa moriremos todos... - dijo sujetando la parte de su costado que empezaba a sangrar - Acabemos cuanto antes con esto - de la nada sacó un cuchillo y corrió hacia a mi.
Empecé a correr por aquellas calles oscuras, he iba esquivando algunos agujeros que había en el suelo, que al parecer llevaban a una muerte segura.
¡Estoy encerrado!, pensé al meterme en una calle que el suelo ya se había caído y solo quedaba una casa en pie que no había recibido ningún daño. Corrí hacia ella, pero el único trozo de suelo que conectaba con la entrada se cayó, dejándola inaccesible. Miré hacia atrás cuando a Pogo un poco lejos.
Retrocedí, suspiré y comencé a correr hacia el borde, salté, pero no calculé bien y tuve que agarrarme del otro extremo del suelo para no caerme. Con todas mis fuerzas subí y me tire cansado en el suelo, había estado solo a un par de centímetros de la muerte. Cuando vi a Pogo mucho más cerca me levanté y entré en la casa. Nada más hacerlo cerré la puerta, subí al segundo piso y me encerré en la primera habitación que vi, poniendo un mueble en la puerta. Mire a mi alrededor extrañado, aquel sitio me resultaba familiar.
Empecé a buscar algo por aquella habitación que me ayudara a escapar.
¡Nada!, no había escapatoria.
En un armario encontré una carta y en el sobre ponía "para Mathias" con una letra bonita y cuidada. Fui a abrirla pero Pogo empezó a intentar abrir la puerta.
- Ven... Gustabo... - me dijo Pogo.
Guardé mi carta en uno de mis bolsillos, abrí la ventana y salí a un pequeño tejado, miré de un lado a otro. No tenía escapatoria, al menos que... Miré hacia en frente viendo la otra parte de la calle rota, si saltaba bien podría llegar. Me levante, pero al hacerlo me escurrí y no pude agarrarme a nada haciendo que cayera al vacío.
Desperté apoyado en un árbol en medio de una pradera, los pájaros cantaban con una dulce melodía que te hipnotizaba. Espera...
¿Qué hago aquí?, me pregunté sin recordar nada de lo sucedido. Había tanta paz en aquel lugar, que quería quedarme allí toda mi vida.
Escuché a lo lejos las campanas de la Iglesia de un pequeño pueblo. Respiré hondo y cerré los ojos.
- Esta paz, nunca había sentido tanta tranquilidad... - me dije.
Abrí los ojos al escuchar una risita, encontrándome con una mujer pelirroja al igual que la niña que tenía al lado, con ropa totalmente blanca.
- Vamos hijo, tenemos que irnos... - dijo la mujer extendiendo su mano hacia a mi.
Fui a agarrarla, pero sentía que algo no iba bien.
Retrocedí varios pasos, tropecé haciendo que una carta se cayera de mis bolsillos y el viento se la llevara. Algo dentro de mi tuvo la necesidad de agarrarla así que corrí detrás de ella. Cada vez me costaba correr más por aquella pradera, como si me impidieran coger aquella carta. Cuando estuve cerca de ella salté y la agarré. Al instante aquel lugar soleado, bonito, colorido se volvió todo lo contrario.

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¿Gustabo o Pogo?
De TodoToda esta locura empieza con el asesinato de una familia hace varios años, que provoca que el niño menor de esta viva en la calle provocándole serios problemas mentales. ...