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Horacio
Todo era un desastre, tras la hospitalización de Gustabo, Jack prácticamente vivía en el hospital, haciendo que yo estuviera a cargo de la comisaría.

Los rumores volaron y eso de que el hijo del superintendente asesinara a tantas personas hizo que la gente se sublevaran. Toda la cuidad estaba repleta de cartelitos los cuales acusaban a la policía de no hacer nada, que sinceramente no era nada nuevo así que no me preocupaba.

La cosa sí que comenzó a preocuparme cuando la mañana del 10 de Noviembre me encontré toda la cristalera grafiteada con las palabras "Muerte a Mathias Conway". En ese momento parecía que el mundo se hubiera detenido por unos instantes y me di cuenta que volvía a estar solo contra esto, pero esta vez no sería lo mismo.

Me di la vuelta y fui hacia mi patrulla, lo arranqué y me dirigí hacia el hospital, antes de bajarme del patrulla pedí por radio que vinieran dos personas al hospital para hacer guardia. Caminaba por los pasillos decidido y serio debido a la situación.

Una vez en la zona psiquiátrica del hospital me dirigí hacia la puerta en la que se encontraban dos agentes.

- ¿Y el superintendente? - pregunté a estos dos, que extrañados se miraron entre ellos.

- ¿Quién pregunta?- dijo uno de los agentes.

¿Estos dos me estaban gastando una broma o que?, pensé tras escuchar aquella pregunta.

- Tu Puta madre, déjame pasar - intenté hacerme paso entre ellos pero no lo conseguí.

- ¡Soy vuestro puto superior!, ¡Joder! - grité.

En ese momento, la puerta que protegían los dos agentes se abrió dejando ver a Jack un poco adormilado.

- ¿¡Por qué gritáis!? - nos regañó.

Cuando fui a responderle un grito se escuchó dentro de la habitación, por unos segundos nos quedamos en shock hasta que entramos.

Nunca había visto algo tan terrorífico, Gustabo gritaba con todas sus fuerzas hasta tal punto en el que mis oídos retumbaban, tenía la mirada perdida en el techo, el electrocardiograma estaba marcaba su pulso tan acelerado. Una vez estábamos nos colocamos a su lado intentamos tranquilizarlo, pero era imposible, no paraba de moverse de un lado a otro histérico.

Al ver que no podíamos tranquilizarlo y los médicos no venían, Jack buscó algo en una pequeña mesa que se encontraba allí con varios utensilios, de allí agarró una jeringuilla y se acercó a Gustabo, le levantó el lateral de la camiseta y preparó la aguja.

- Perdóname... - tras esas palabras le pinchó y lentamente insertaba el líquido de la jeringuilla.

Poco a poco y con varios quejidos por parte de Gustabo, fue tranquilizándose hasta que dejó de moverse.

En ese momento entró un médico y lo revisó. Tras contarle todo lo sucedido, el doctor le quitó una de las correas que le sujetaban dejando ver cómo tenía esa parte de la piel en carne viva.

- Hicimos bien en dejar un tranquilizante a mano por si acaso - suspiró en doctor - Cuando se le pase el efecto veremos si podemos hablar con el - dijo revisando sus ojos con una linterna.

Mientras el doctor seguía a lo suyo miré a Jack con preocupación, este se encontraba totalmente serio.

- Necesito hablar contigo- le dije, este asintió y salimos los dos de aquella habitación.

¿Gustabo o Pogo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora