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Gustabo
Desperté un poco extrañado por el sueño que acababa de tener. Me levante y agarre mi teléfono.

- ¡Ah! - me quejé haciendo que el teléfono cayera al suelo.

Miré la palma de mi mano y me sorprendí al ver un mordisco en ella.

¿Cómo me lo había hecho?, me pregunté mirando mi herida.

Esto me estaba empezando a preocupar...

Volví a agarrar el teléfono con la otra mano para llamar a Horacio y comentarle sobre lo sucedido. Ya cuando tenía marcado su número, me lo pensé antes de llamar y decidí dejar el tema atrás. Mire las notificaciones de mi teléfono y vi que El superintendente me envió un mensaje diciendo que se tuvo que ir antes por una urgencia y se llevó el coche. Suspiré al pensar cómo iría ahora a comisaría.

...

- ¡Llegó tarde! - grité al mirar la hora en el teléfono y empecé a entrar en pánico, Conway me mataría si llego tarde.

Entré rápidamente al baño y me aseé dejando atrás todas las dudas que tenía.





Era una mañana nublada y las probabilidades de lluvia eran altas. Salí de casa y abrí mi paraguas negro para dirigirme hacia comisaría, había empezado a llover. Llevaba un rato caminando cuando se me ocurrió llamar a Horacio para preguntarle si me podía recoger, me resguarde en un tejadillo y le llamé.

Uno... dos... y tres pitidos se escucharon por la línea hasta que saltó el buzón de voz.

- ¿Dónde coño estas? - me pregunté guardando mi teléfono para seguir mi camino.

Hoy no eran unos de mis mejores días, me encontraba muy extraño desde lo que me pasó ayer junto con lo de esta mañana...

Levanté mi cabeza y miré de nuevo el mordisco sin darme cuenta de que venía un coche a toda velocidad mientras cruzaba a la otra acera.

Salí de mis pensamientos cuando el coche frenó de golpe y un hombre bastante enfadado me empezó a gritar desde el asiento del conductor. Mi reacción fue quedarme estático en el sitio mirando a aquel hombre, aún con la mano extendida dejando ver la herida.

Me estaba empezando a poner muy nervioso porque el hombre no paraba de gritarme, yo solo le seguía mirando fijamente. Cerré mis ojos y los abrí al instante mostrándome al hombre con un cuchillo en la cabeza y con los ojos en blanco. Mi respiración se aceleró, no podía apartar la vista, cerré los ojos de nuevo y cuando los abrí todo estaba normal. Me puse la capucha de mi sudadera y me aparte de la carretera para que el señor pudiera seguir conduciendo.

- ¿Y si tienen razón y estoy loco? - pensé

- Claro que no Gustabo... - escuché en mi cabeza - es la gente que te rodea, son ellos que no te comprenden... -

- Pero... ellos me quieren -

- No... te estas confundiendo... te están utilizando, el único que te quiere soy yo... ¡Pogo siempre estar a tu lado! -

- ¿Enserio? - pregunté dudoso.

- Claro que si... lo único que tienes que hacer es deshacerte de ellos, ¡empieza una nueva vida! -

- No, me estás manipulando -

- No, te ayudo a ser feliz, solo tienes que hacer lo que yo te pida o si no paga las consecuencias -

- ¡No! - grité en voz alta.

- ¿Gustabo estas bien? - me preguntó Horacio poniendo su mano en uno de mis hombros.

Mire a mi alrededor y cuando quise darme cuenta me encontraba en comisaría.

- Si, no te preocupes - dije mostrándole una sonrisa totalmente falsa.

- Vamos a entrar o te seguirás mojando - asentí y nos adentramos en comisaría.

Allí solo nos encontramos con unos alumnos y varios oficiales. Pasamos de ellos y nos dirigimos a los vestuarios para ponerme el uniforme.

Horacio y yo charlábamos tranquilamente sobre nuestras cosas cuando se nos acercó una persona.

- Bueno, bueno, bueno... ¿Quién tenemos aquí? - dijo Brown mirándome de arriba a abajo.

- Pasan los años y sigues siendo igual de insoportable - le dije con burla haciendo que le cambiara la cara.

— Deberías haber muerto en la explosión, junto con tu queridísimo hermanito y tu-... — no le dio tiempo a terminar de hablar cuando le solté un puñetazo en la cara.

Horacio reaccionó agarrándome del brazo para que parara.

- ¡Sucia rata de cloaca! - le grité.

En ese momento entro Greco y nos separó.

- ¡Parad! - gritó

- ¡Mira como me ha dejado! - le dijo a Greco mientras se limpiaba la sangre que caía de su nariz.

- ¡Te lo mereces! - le solté y le acabé escupiendo al lado de sus pies.

- ¡Para ya Gustabo! - me dijo Horacio.

- Cálmate - dijo Greco acercándose a mi - Ahora nos vamos tú y yo a una alerta que acaba de salir, a ver si te calmas un poco ¿Vale? -

Ni siquiera me dio la opción de elegir y acudimos al aviso. Cuando llegamos nos encontramos todo vallado, varios patrullas y dos ambulancias.

¿Qué había pasado exactamente?, me pregunté.

Mire a Greco desconcertado y este levantó sus hombros.

- Quédate aquí, voy a ver - me dijo para después salir del coche.

Lo vi adentrarse en un callejón, al parecer allí había pasado algo, me desabroché el cinturón y bajé del patrulla sin hacer caso a lo que me dijo Greco. No me atreví a acercarme más a aquel lugar, preferí quedarme en medio de la acera mirando como entraban y salían oficiales, la mayoría llevaban impermeables para evitar mojarse, en cambio yo ya estaba empapado.

A lo lejos vi como el superintendente se acercaba a mi, no se le veía muy contento la verdad...

- Toma ponte esto - dijo extendiéndome un impermeable como los que llevaban los demás. Levante la vista, le mire a los ojos y solo negué con la cabeza.

Esa acción fue la gota que colmó el vaso.

— ¡¿A ti que coño te pasa?!, ayer estabas muy extraño, pegas a unos de tus compañeros, ¿Te lo recuerdo? COM-PA-ÑE-RO — me lanzó el impermeable y lo agarré en el aire — ¡Y por si fuera poco llegas tarde! —

Agaché la cabeza y mire hacia otro lado mientras seguía regañándome. Pero Jack me agarró de la barbilla y volvió a dirigir mi mirada hacia él.

- ¡Qué me mires cuando te estoy hablando! - me gritó.

- Siento interrumpirle superintendente, pero hemos encontrado algo - dijo uno de los agentes al lado nuestras.

Dirigimos nuestras miradas hacia él y Jack me soltó, en ese momento aproveché para separarme de él lo máximo posible, no me apetecía dirigirle la palabra.

¿Gustabo o Pogo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora