Gustabo
Yo solo me había consumido, me senté en el suelo y miré todas las esquinas de aquella casa.¿Yo debería estar aquí?... ¿Y si el malo soy yo?... ¿Le arrebaté la vida a aquel niño?...
Sabía que tenía que controlarme o si no Pogo aprovecharía el momento. Mi respiración era agitada y lágrimas empezaron a salir de mis ojos. Enredé mi mano en mi pelo y cerré los ojos para intentar tranquilizarme. Empecé a angustiarme mucho.
Con las manos temblorosas agarré mi teléfono y marqué el número de Horacio.
- ¿Si? - respondió este tras la línea.
Dejé el teléfono entre mis piernas y puse el manos libres. Pero decidí no contestar.
- ¿Me escuchas? - me preguntó. Le hice un sonido de afirmación.
- ¿Dónde estas? -
- Yo... - le respondí con la voz rota.
- ¿¡Estas llorando!? - se preocupó.
- Si, no estoy bien... - se me hizo un nudo en la garganta y más lágrimas cayeron por mi rostro - Me quiero morir... - dije casi en un susurro.
- ¡No digas tonterías!, dime dónde estás para que pueda ir -
- No... ¿Qué pasa si vuelve Pogo? -
- Estaremos contigo, te apoyaremos... -
- Claro Gustabo... por eso estamos aquí... - escuché una voz, levanté la cabeza y vi a Pogo.
- No caeré en tu juego - dije escupiéndole.
- Que triste eres... antes tenías todo lo que querías, riquezas, fama y sobre todo poder - me levanté del suelo y quedamos cara a cara - Estas cosas te hacían sentirte mejor Gustabo, ¿No quieres ser feliz? - me preguntó con su típica sonrisa.
- Sabes que necesitas ayuda... y nosotros estamos aquí para apoyarte, pero tienes que dejarnos... - dijo Horacio.
Escucharle en aquella situación me hizo sentirme mejor y eso lo notó Pogo, este se acercó al teléfono y lo pisó hasta romperlo.
- El único que te ayudará aquí soy yo, ¡yo solo puedo arreglar las cosas! - me dijo acorralándome.
Apreté mis dientes con rabia y le di un rodillazo en el estomago haciendo que se separara un poco, cuando estuvo lo bastante lejos le di un puñetazo en la cara. En cuanto lo hice salí corriendo de aquel lugar.
Corría por el bosque sin saber a qué dirección estaba llenado, hasta que escuché las sirenas de un patrulla y me fui guiando por el sonido. Llegué a una carretera y allí me encontré a Horacio junto a Conway. Caí de rodillas al asfalto y comencé a llorar, ya me sentía seguro.
- ¿¡Gustabo!? - soltó Horacio al verme. Se acercó a mi corriendo y al instante me abrazó.
- Ya estoy aquí... - dijo acariciando mi espalda.
Yo ni siquiera de correspondí el abrazado, solo apoyé mi cabeza en su hombro y intenté tranquilizarme.
Conway se acercó y se arrodilló al lado nuestra.
- ¿Qué te ha pasado? - preguntó serio. Paso su dedo pulgar por debajo de mi nariz y me lo enseñó, este estaba lleno de sangre.
Entrañado me separé de Horacio y me pasé esta vez yo el dedo índice por debajo de la nariz. Efectivamente me estaba sangrando la nariz.
Comencé a temblar de frío, se había hecho muy tarde y yo iba en manga corta. Conway se acercó a su patrulla, abrió el maletero, sacó una sudadera negra y me la entregó. La agarré y me la puse inmediatamente.
- Vámonos a casa - dijo Horacio, este fue a levantarse pero se lo impedí y lo volví a abrazar para seguir llorando en su hombro.
Lo había pasado muy mal en aquella casa y lo que más me apetecía es estar junto a la persona que más quiero.
Horacio
Me sorprendió bastante aquella acción por parte de Gustabo, el era de todo menos cariñoso. Así que aproveché el momento y le correspondí el abrazo.
Estuvimos un buen rato en aquella posición hasta que noté que dejó de llorar y su cuerpo pasó de tenso a relajado. Me separé de él con cuidado y cuando lo hice vi que se había quedado dormido.
El superintendente y yo nos miramos extrañados, no entendíamos nada de lo que acababa de pasar...
...
Nos encontramos en el patrulla de vuelta a casa. Miré hacia los asientos traseros viendo que Gustabo seguía durmiendo tranquilamente.
Cuando Gustabo estaba dormido daba una paz indescriptible, sin darme cuenta mostré una sonrisa de lado.
- No me fío... - soltó de la nada Conway.
Me giré extrañado.
- ¿Qué? - dije al no saber a qué se refería.
Jack miró por el retrovisor para comprobar si Gustabo seguía dormido.
- Ya no me fio ni un puto pelo de Gustabo - dijo volviendo su vista a la carretera.
- ¿Y qué piensas hacer al respecto? - le pregunté.
- Empezando porque no ha ido al psicólogo desde que salió del hospital... Mañana mismo le llevaré - me respondió.
Le miré alzando una ceja, sabía que Gustabo no era una persona fácil de convencer.
- ¿Cómo le vas a convencer? - le pregunté.
- Si no es por las buenas será por las malas... -
Me sorprendió aquella respuesta por parte de Conway y me volví a acomodar en el asiento.
Estuvimos un rato charlando y decidimos que lo mejor sería es que me quedara a dormir en su casa.
Sabía que Gustabo me necesitaba, pero a la vez este me ocultaba cosas haciéndome el trabajo más difícil aún.
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¿Gustabo o Pogo?
De TodoToda esta locura empieza con el asesinato de una familia hace varios años, que provoca que el niño menor de esta viva en la calle provocándole serios problemas mentales. ...