Mathias
El sonido metálico de la puerta hizo que me encogiera entre las sábanas de aquella cama. No sabía cuántos días llevaba allí encerrado, pero cada día despertaba con el miedo de que me fueran a hacer algo.- ¡Que desperdicio de comida! - tras escuchar eso, el sonido de una bandeja de plata callendo al suelo se dejó escuchar en la habitación.
Sentía que mi corazón iba a salir de mi pecho. Crucé los dedos para que no dijera nada más y se fuera.
- Tu niño - escuché detrás de mí.
Me quedé callado, sentía que si me ponía a hablar mi voz se quebraría y caería en llanto.
Los pasos rápidos de aquel hombre hicieron que me quedara totalmente paralizado, me agarró de la cabeza e hizo que le mirada fijamente. Mis ojos lagrimeaban y temblaba de miedo.
- Me a dicho mi jefe que debes comer, que no servirá de nada que te mueras de hambre - soltó mi cabeza y escupió a un lado de la habitación.
- ¿Sabes?... tu padre mató a mi hijo - dijo entre dientes - No sabes las ganas que tengo de agarrarte del cuello con todas mis fuerzas hasta que te lo parta -
Sin más que decirme salió de allí y cerró la puerta con llave al salir.
Comencé a llorar hasta que me quedé dormido.
...
De nuevo el sonido de la puerta se escuchó haciendo que me despertara.
- Mathias - escuché, reconociendo aquella voz. Me giré y dirigí mi mirada hacia él, era el de la máscara de calavera.
El hombre agarró la bandeja de comida y se acercó a mí.
- Debes comer, llevas 5 días sin tomar nada -
Yo simplemente me quedé mirándolo, no quería probar nada de lo que me dieran, seguro que esa comida tenía algo.
- Vamos - dijo sentándome y quitándome la sábana de encima.
Cuando quitó la sábana pude ver que la cama estaba mojada, del estrés no podía controlarme y me hacía pis encima. Comencé a llorar, no quería seguir más allí me quería ir a casa.
- Mathias... - dijo el de máscara con tono de tristeza, se acercó a mí y me abrazó - No pasa nada... -
Me agarré a su cuello mientras el de máscara me acariciaba el pelo lentamente, cosa que me tranquilizaba.
Pasado un rato me separó un poco de él para que pudiera buscar algo en su bolsillo.
- Ponte esto, solo será un rato y tendrás que hacerte el dormido, o nos meteremos en problemas - saco una venda del bolsillo.
Una vez asentí con la cabeza un poco indeciso, me colocó la venda en los ojos, me agarró y me recostó en su hombro.
Sentí como salimos de la habitación y caminábamos por un pasillo, podía guiarme más o menos por el sonido de sus zapatos.
Escuché unas personas hablar de fondo, haciendo que me tensara, al parecer el de máscara lo había notado y puso su mano en mi espalda para dar unas palmadas, mantuve la calma y seguí haciéndome el dormido.
Me extrañé cuando de repente nos paramos.
- Su padre le está esperando desde hace rato - escuché a una mujer hablar.
- El niño no quería comerse la comida - respondió el de calavera - Pero todavía debo prepararle, así que comuníquele que tardaré -
Sin más que decir siguió caminando durante un buen rato.
Sentí como me bajaba de su hombro, me sentaba en algo blando y en ese momento me quitó la venda de mis ojos.
Un cuarto muy espacioso y bien decorado fue lo primero que vi.
- Tengo que contarte una cosa... - me dijo el de máscara poniéndose enfrente de mi.
El silencio que hubo dió a entender que podía seguir hablando.
- Tendrás que aguantar a una mujer durante tres días, solo serán tres te lo prometo y ya podrás irte a casa tranquilamente -
- ¿Por qué tengo que estar con ella?, me quiero quedar contigo... - dije triste.
- Te trajimos aquí para un experimento, la mujer con la que vas a estar tiene por decirlo así... un trauma y pensamos que tú podrías arreglarlo - contestó.
Yo sin entender nada vi como el de máscara se levantaba y me quitaba la camiseta.
- Primero vamos a bañarte -
...
Después del baño, me vistió, me peinó y me llevó a un sillón de la habitación.
- Toma - dijo dándome un paquete de galletas - no tengo nada más, lo siento -
Sin pensármelo dos veces lo agarré y comencé a devorarlo, tenía mucha hambre.
Mientras yo me comía mis galletas el de calavera buscaba algo en los cajones de la cómoda. Al parecer cuando ya encontró lo que buscaba se acercó a mí con un trapo y un botecito blanco. Tragué la última galleta mientras miraba como echaba aquel líquido en el trapo.
- Necesito que respires con el trapo puesto en la nariz - me lo acercó a la cara.
Una vez reconocí aquel olor intenté alejar aquel trapo de mí, pero el de máscara presionó para que no pudiera separarme.
- Lo siento, de verdad que lo siento... - repetía una y otra vez.
Dejé de escucharle cuando cerré los ojos y caí profundamente dormido.

ESTÁS LEYENDO
¿Gustabo o Pogo?
AléatoireToda esta locura empieza con el asesinato de una familia hace varios años, que provoca que el niño menor de esta viva en la calle provocándole serios problemas mentales. ...