No supe qué decir.
— ¿Dónde está la secadora?— pregunté.
— Iré por ella— dijo y fue al closet.Respiré profundamente. Ese día había sido muy extraño. Y eso que aún no terminaba.
— La tengo— dijo mientras la conectaba en el enchufe junto a su cama.
— De acuerdo, siéntate— le dije—. Haré esto y con suerte saldrá bien.
— Tiene que salir bien— dijo mientras se sentaba—. De lo contrario te demandaré.
— ¿Ya has demandado a alguien antes?— pregunté mientras ponía en marcha a la secadora y la pasaba por sus cabellos.
— No pero mi familia es experta en eso. Tienen muchos abogados.
— He pensado en ser abogado— dije—. Pero mi abuelo los odia, piensa que son una de las razones por las que la humanidad debería extinguirse.
— Y tiene razón, ganan dinero de la miseria humana. O en el caso de mi mamá, de cirugías mal logradas.
— Por eso estudiaré economía— dije.
— ¿Para qué?
— Bueno, hay muchos empleos donde eso es muy útil.
— Empleos aburridos— dijo.
— No, de hecho tú necesitarás de alguien que se encargue de eso cuando tengas tu negocio de autos.
— Contrataré a alguien. Es más, podría contratarte a ti— dijo.
— Voy a estar estudiando.
— Cuando te gradúes podrías hacerlo. ¿No sería lindo? Ambos trabajando juntos. Somos un buen equipo. Seríamos un éxito.
— Primero tienes que graduarte.
— Y tú te encargarás de eso— dijo—. Haremos trampa en las siguientes pruebas y todo saldrá bien. Confío en ti. ¿Tú confías en mí?
— Estoy secando tu cabello, es más confianza de la que alguna vez tuve con alguien.
— Y eso es bueno por dos cosas— dijo—. En primer lugar, significa que somos de verdad un buen equipo, y en segundo lugar, significa que podrías volverte estilista si lo de la universidad falla.
— No va a fallar, me esforzaré mucho. Listo, creo que ya está bien seco. Y esponjado.Él se levantó y se miró en un espejo.
— Se ve bien, mejor que cuando lo hace Nancy— dijo.
— ¿Entonces ella te ayuda con tu cabello siempre?
— Todos los días— dijo—. Pero si pudieras hacerlo tú sería genial.
— No gracias, creo que daré por terminada mi carrera como estilista.
— Pero sólo lo fuiste por unos minutos— dijo.
— Y fue suficiente.
— Tu cabello aún está mojado.
— Pero dejaré que el mío se seque naturalmente.
— Al menos usa una toalla— dijo y me puso una en la cabeza. Empezó a agitarla.
— Dalton, no hagas eso— le dije.
— Te estoy ayudando a secarte.
— No, parece que quieres exprimir una naranja con mi cabeza.
— Sólo quería ayudar.
— Gracias pero no es necesario— dije y me llevé las manos a la cabeza.Entonces nuestros dedos se tocaron. Cuando sentí el tacto de su piel, alejé mis manos inmediatamente pero él sostuvo una de ellas. Por la impresión, levanté mi cabeza y lo miré.
— Tus manos son muy pequeñas— dijo mientras tocaba mis dedos.
— O tú tienes manos enormes.
— Yo creo que mis manos son normales. Las tuyas son deformes.
— Tal vez, casi hacen que tengas un accidente cuando te toqué hace un rato.
— Porque fue sorpresivo— dijo—. Nunca dejo que nadie me toque.
— Acabo de secar tu cabello.
— Me refería a otra cosa.Entonces levanté mi mano (la que él no estaba sosteniendo) y toqué con mis dedos su mejilla. Él me observó incrédulo.
— ¿Qué haces?— dijo confundido.
— Te toco— le dije.
— No deberías hacer eso.
— ¿Por qué?Nos miramos fijamente. Era muy extraño, él lucía muy serio. Empecé a sentirme nervioso. ¿Por qué había hecho eso?
Todo era incómodo y yo no sabía qué hacer, simplemente me dediqué a mirarlo. Sus ojos eran hipnóticos, como si estuvieran diciendo algo... que yo de ninguna manera podía descubrir. Pero quería. Entonces él avanzó un paso hacia mí sin dejar de mirarme. Yo no me moví, no sabía qué estaba pasando.— Emery— dijo él y tocó mi mano que estaba aún en su mejilla.
— Dalton— dije casi sin pensar.Escuchamos unos pasos. Él soltó mis manos y ambos miramos a la puerta. Era Nancy. Traía mi ropa perfectamente doblada.
— ¡Está lista!— dijo ella feliz.
— Gracias— dije un tanto abrumado todavía.
— Te dejaré cambiarte— dijo Dalton y salió de la habitación seguido de Nancy, que cerró la puerta antes de irse.Eso había sido extraño, es decir, no sabía siquiera qué era lo que pasó.
Decidí no darle mucha importancia. Me cambié y salí al pasillo. Bajé las escaleras hasta el salón principal. Nancy estaba ahí. Miré alrededor pero Dalton no estaba.— El chofer lo llevará a su casa— me dijo ella—. Sígame, lo guiaré.
Eso hice un poco confundido. ¿Y Dalton?
Decidí no preguntar. Principalmente porque no sabía qué le diría si lo veía.Me encontré con el chofer, le di mi dirección y cuando iba a subir al auto, me detuve y le dije a Nancy que le diera las gracias a Dalton de mi parte. Ella dijo que lo haría.
Luego el chofer me llevó en un auto oscuro por el bosque que al parecer era de la familia de Dalton. Yo observé la mansión a la distancia y sinceramente no entendía nada. Pero sentía que algo había cambiado. Al menos en mí sí. No sabía si él también sentía que las cosas entre nosotros eran de alguna forma diferentes. Quizá sólo era yo... pero me sentí un poco triste al tener que dejar su casa. Probablemente era porque no me despedí como quería... o era otra cosa. No lo sabía.
Llegué a casa. Bajé del auto. Entré y el abuelo me recibió con alegría. Fui directamente a mi habitación. Ya ahí mientras intentaba hacer algunos deberes de la escuela, descubrí que no había sido para nada normal que yo le tocara la cara así. ¿En qué estaba pensando? Hasta era vergonzoso. Sentí que debía disculparme, sobre todo porque me dijo que no le gustaba que lo tocaran y aún así lo hice. Imaginé que lo haría, habíamos progresado mucho en ese día y no quería perder su confianza.
Así que al día siguiente, esperé ansioso a que llegara por mí. Un poco temeroso también porque creí que quizá no iría porque estaba molesto por lo que le hice. Sin embargo sí llegó, escuché su bocina. Me despedí del abuelo, tomé mis cosas y salí.
Abrió la puerta y entré.Se veía igual que siempre.
— Hola— le dije un tanto espectante a su reacción.
— Hola— dijo y parecía un tanto tenso.Cuando yo iba a decir algo, él también así que nos detuvimos. Nos miramos confundidos.
— Tú primero— le dije.
— Eh... está bien. Yo... lamento haberme portado muy raro ayer. No sé qué pasó, sé que cuando tomé tu mano fue muy extraño y lamento haber puesto las cosas muy incómodas.
— No, está bien, fue mi culpa por tocar tu cara aunque me dijiste que no te gustaba que te tocaran. Lo siento.
— Ah, eso...
— Lamento poner las cosas incómodas. Entiendo si eso te molestó y por eso te fuiste.
— No me fui porque estuviera molesto, es sólo que fue muy raro y no sabía qué decir o hacer.
— Podemos pretender que nunca pasó— dije.
— Sí, es una buena idea— dijo.
— Bien, entonces hay que ir a la escuela.
— Sí— dijo.En el trayecto descubrí que pretender que no pasó no era suficiente. El ambiente se sentía tenso e incómodo y sin importar que era aquel acontecimiento, definitivamente significaba algo aún si yo no lo entendía. Quizá las cosas habían cambiado y yo no me había dado cuenta.
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De Amor Y Otras Cosas Imposibles
Teen FictionDalton necesitaba graduarse a como diera lugar. En su desesperación, le ofreció un trato a Emery, un chico muy inteligente: si le ayudaba a pasar los exámenes, él le pagaría una buena cantidad de dinero. Emery necesitaba el dinero para la universid...