3. De popularidad y rutinas

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Así empezó una semana muy estresante. Entendía cada una de las condiciones de lo que me había propuesto Dalton y odiaba tener que admitir que todo estaba a mi favor. Yo no tenía nada qué perder. Hasta mi condición como secretario del consejo estudiantil parecía increíblemente conveniente. Sin embargo mi único inconveniente era precisamente ese. Yo era el secretario del consejo. Debía ser un ejemplo para todos los alumnos y honrar el reglamento escolar. Además, mi abuelo me había educado para ser disciplinado y acatar las reglas. Ese convenio iba en contra de todo lo que había tratado de seguir en toda mi vida.

Me estresaba demasiado. El dinero era muy tentador. Incluso había veces en las que le ganaba por mucho a mi ética. En otras, sentía que ni todo el dinero del mundo podía comprar mi orgullo y honor. Me debatía constantemente sobre eso. Además, mis actividades diarias no me ayudaban.

Mi día se dividía en despertar a las cinco de la mañana, hacer el aseo de mi casa, ducharme, cambiarme, preparar el desayuno y esperar a que el abuelo despertara para desayunar junto a él. Entonces me despedía y buscaba mi bicicleta para irme a la escuela. No vivía muy lejos de ella pero así me llevaba un buen rato. Luego entraba y la acomodaba en el área de bicicletas. Entonces iba a la sala del consejo estudiantil (en caso de que hubiera reunión), en donde todos los miembros debían estar media hora antes de la entrada general. Si no había reunión, iba a mi salón de clases. Yo llegaba de todas formas media hora antes para tener tiempo de repasar las lecciones anteriores de las materias que me tocaran en ese día. O para planear algunos asuntos relacionados al consejo.

Pasaban las horas, llegaba el receso y yo no salía de mi salón de clases habitual. Generalmente estudiaba. Me consideraba amigable pero no lo suficiente como para tener amigos. En realidad no tenía tiempo para ellos. Solía hablar con todos mis compañeros de clases y con algunos conocidos, pero no tenía tiempo (y sinceramente ganas) de ser más cercano a ellos. Solía escuchar que las amistades requerían de tiempo para aumentar la afinidad entre las partes. Yo no estaba dispuesto a desperdiciar ese tiempo que era valioso y que podría usar para estudiar más.

En la salida de clases, mientras todos caminaban en grupos para sus casas, yo subía a mi bicicleta y me iba. Llegaba y me dedicaba a hacer mis tareas (al menos las simples), hasta que llegaba la hora del almuerzo. Cocinaba para el abuelo. Después me dedicaba a hacer más tareas y a estudiar. O hacía alguna que otra actividad doméstica (por ejemplo, los jueves en la tarde lavaba ropa). Si tenía tiempo administraba las redes sociales y el sitio web de la escuela. También administraba la agenda del presidente del consejo. Eso último no era mi deber pero me gustaba hacerlo.

Entonces llegaba la noche y después de lavarme los dientes, iba a dormir.
Así eran todos mis días. Desde siempre. Sonaba aburrido, pero me gustaba.

No sabía que todo eso iba a cambiar. O que ya había cambiado.

En esa misma semana me di a la tarea de investigar sobre Dalton. Él sabía mucho de mí pero yo casi nada de él, lo que debía ser extraño porque toda la escuela debía conocerlo. Él era popular. Todos sabían su nombre pero realmente no sabía porqué.

La popularidad en la escuela era algo muy diferente a como retrataban el asunto en las películas. En ellas, los populares generalmente eran adolescentes malcriados y malvados que eran conocidos por ser ricos y bonitos.
Eso no pasaba en la escuela. En primer lugar, usábamos el mismo uniforme así que el clasismo no debía existir. Además, sí había gente popular, pero no era como la de las películas. Ahí eras popular por cosas buenas. Casi, para ser exacto. Pero siempre había una razón por la que la gente popular era muy conocida y hasta admirada.

Por ejemplo Zac, el presidente del consejo estudiantil era popular incluso antes de ser presidente. Era famoso por ganar un certámen nacional. Además, era inteligente, honesto y muy seguro de sí mismo. Pero también había otro tipo de popularidad, por ejemplo la de Evan, el amigo del presidente. Evan era principalmente conocido por ser rubio y hermoso. Por supuesto que eso no le hubiera servido de nada si tuviera una personalidad horrible, cosa que no tenía. Yo había estado en el mismo salón de clases que él en segundo año y era una persona muy amable.

Ahí venía mi dilema: una persona popular lo era porque había algo que lo hacía destacar del resto. Entre otros ejemplos además de los anteriores, estaba Joss, un sujeto que tenía una banda de rock, o Stewie, un chico raro que decía haber sido abducido por los aliens. Es decir, tanto para bien como para mal siempre existía una razón por la que alguien era conocido. Mi problema era esencialmente ese. Dalton me parecía muy normal como para ser alguien que destacara del resto. Era apuesto pero no me parecía sufuciente.

Entonces decidí ponerme a investigar. No podía creer mucho de lo que decían porque todos eran rumores, pero tampoco quería descartarlos por completo.

Según Annie, una chica de mi salón que fue su compañera de grupo en primer grado, Dalton había conocido una vez a Madonna y según él, tenía fotos para comprobar eso.
En otros grupos decían que él una vez había peleado para defender el honor de una chica con un sujeto enorme que formaba parte de una pandilla de motociclistas. Ganó pero fue tan "cool" que no le pidió nada a cambio a la chica.
También decían que había salido con Lidia, una chica muy bonita pero que habían terminado porque según ella, él era "demasiado romántico para su gusto pero que había sido el mejor novio que había tenido".
Ese y muchos otros rumores que rondaban por ahí. Yo sabía su nombre por eso pero sobre todo por una sola cosa que sí estaba totalmente confirmada: él hacía las mejores fiestas de toda la escuela.

Todo había empezado cuando él iba en primer año. Su hermano mayor era de último año y al parecer había mantenido una fama de chico fiestero. Sin falta, hacía una fiesta enorme en su casa todos los años en Abril e invitaba a toda la escuela. Todos enloquecían tratando de ir. Entonces cuando su hermano se graduó él continuó con esa tradición. Y así había sido desde el año pasado, cuando iba en segundo.

Parecía demasiado fácil ser conocido simplemente por hacer una fiesta, así que debía ser famoso por alguna otra cosa.

No sabía qué era, pero estaba dispuesto a descubrirlo.

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora