19. De disculpas y piernas

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Abrí los ojos sobresaltado, confundido, asustado, nervioso y tembloroso. Todo un caos. Mi vista estaba borrosa así que no sabía qué había a mi alrededor. Cuando por fin pude recordar qué pasó y me enfoqué en mi alrededor, sólo vi una sombra inclinada sobre mí. El sol era tan brillante que me deslumbró por unos segundos. Luego las imágenes parecieron más nítidas hasta que pude ver perfectamente. Era Dalton, mirándome preocupado mientras me decía que me tranquilizara. Yo estaba sobre el suelo. Me senté lentamente. Toda mi ropa estaba mojada. Me sentía demasiado confundido. No dije nada, sólo miré a Dalton.

— ¿Qué creías que estabas haciendo?— dijo enojado—, ¿Por qué te acercaste tanto a un río si no sabes nadar?

Se quitó la chaqueta y me la puso en los hombros.

— Sube al auto, te llevaré a casa— dijo, aún parecía molesto.
— Mi abuelo se enojará si me ve de este modo— dije abrumado—. Hará muchas preguntas.
— Entonces iremos a mi casa— dijo él.
— No es necesario.
— Pero acabas de decir que tu abuelo se enojará contigo.
— Buscaré algún pretexto.
— No funcionará, no eres tan buen mentiroso.

Nuestras miradas se encontraron por unos segundos. Luego miré al suelo avergonzado. Recordé lo que le dije. También llegó a mi mente otra cosa.

— ¿Estuve inconsciente?— pregunté.
— Por más de cinco minutos— dijo él—. Casi me da un infarto, no sabía qué hacer. Estaba por llamar a una ambulancia cuando despertaste. Por suerte sé qué hacer si alguien se ahoga. Pero fueron los minutos más agobiantes de mi vida.
— Lo siento— dije en voz baja sin mirarlo.

Él se sentó a mi lado. Me observó. Ya no parecía enojado.

— Lamento lo que pasó— dijo al fin, rompiendo el silencio—. Tenías razón, no sabía que pasaste por cosas terribles y aún así te juzgué muchas veces. Lo siento de verdad. Nunca fue mi intención herirte y sé que una disculpa no cambia nada del pasado pero... quiero en verdad ayudarte con tu futuro. Y el mío. Sé que otra vez suena a que pienso sólo en mí mismo y no te culparé si lo piensas porque es cierto en gran parte. He estado solo toda mi vida, aún cuando sí tengo padres. No se compara con tu vida y no estoy tratando de hacer eso pero... quiero que entiendas el por qué parece que sólo me importa lo que me pase a mí. Es verdad, soy todo lo que tengo, soy mi única prioridad. O era así hasta ahora. En serio me importas tú. Aún si no somos amigos, creo que te mereces que te pasen cosas buenas. Yo puedo ayudarte en ese aspecto. Así que sigamos adelante. Dime qué tengo que hacer para que puedas perdonarme y lo haré.

Me quedé sin palabras mientras lo veía sorprendido.
En realidad ya había notado esa cualidad en Dalton desde que lo conocí pero en ese momento la confirmé por completo. Él era muy honesto y no temía ser directo.

— Haré lo que sea— dijo—. Pero quiero que sigas siendo mi socio.

Respiré un poco. Disculparme iba a ser difícil. Pero debía hacerlo.

— ¿Por qué quieres seguir siendo mi socio aún después de todo lo que te dije?— pregunté—. Porque fui injusto, muchas de esas cosas sólo las dije por que sí, no tenían nada qué ver contigo y mis acusaciones no tenían sentido...
— Emery, nadie dice cosas sólo por que sí— dijo él—. Querías decir todo eso y está bien, me lo merecía.
— No es cierto, es sólo que... no sé qué me pasó...
— Querías lastimarme— dijo él—. Y lo lograste. Has progresado en eso desde aquella vez en la que también querías herirme pero no lo lograste. Esta vez en serio me dolió, como nunca antes.
— Lo siento— dije muy avergonzado.

Él suspiró.

— No, yo lo siento más— dijo él—. Creo que la razón por la que me dolió tanto todas esas palabras fue porque pensé que te había herido de verdad. Y en serio no quiero hacerlo. Pero siempre termino diciendo algo terrible aún cuando debería quedarme callado.

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora