34. De héroes y gratitud

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Él me miró y parecía angustiado.

— No te preocupes, lo resolveré— dijo.
— ¿Cómo harás eso? Harry es implacable e incorruptible.
— Mi papá dice que nadie en este mundo es incorruptible.
— Es porque nunca se encontró con alguien que le temiera tanto al presidente— dije—. Harry le tiene mucho miedo y hará lo que sea para que esto deje de estar en boca de todos sin importar quiénes lidiarán con las consecuencias.

Él suspiró.

— Tengo una idea— dijo—. Sé qué hacer. No será bonito. Pero lo haré por ti y nuestra falsa relación que no existe pero que ojalá pudieras considerar después de esto.

Se dirigió a la puerta.

— Si no te vuelvo a ver— dijo—, recuérdame como un héroe que te fue fiel hasta el final.

Salió del lugar. Yo me quedé muy muy confundido. Pensé que trataría de chantajear a Harry y como estaba seguro de que eso no funcionaría, decidí no seguirlo. Sin embargo Harry me buscó en medio de mis clases para disculparse.

— ¿Qué?— dije sorprendido.
— Perdóname por las acusaciones que hice en tu contra— dijo—. Sé que eres un buen chico, no debí inculparte. Dalton declaró y dijo que todo fue su culpa. Debí imaginarlo, él ha tenido problemas siempre.
— ¿Se culpó por todo?
— Evidentemente era su culpa, la fiesta fue en su casa así que asumió la responsabilidad y dijo que no tuvo ningún problema contigo, que simplemente se encontraron en su jardín y él estaba ebrio así que tú lo querías ayudar. Como esta institución no puede dejar pasar conductas como esta porque afectan la imagen de la escuela, lo suspendieron por una semana junto a Letty y Gigi. Dalton trató de abogar por ellas pero fue imposible, hay muchos testigos que las vieron pelearse. Sin embargo tú no te preocupes, todo estará bien. El presidente y yo te conocemos y sabemos que eres un buen chico. Sabíamos que los rumores sobre ti eran falsos. Con suerte todo esto pasará pronto. Apuesto a que mañana todos estarán hablando de otra cosa.

¿Dalton hizo qué?

— ¿Y él dónde está?— pregunté preocupado.
— Se fue a casa— dijo Harry—. Parecía triste. El entrenador también lo sacó del equipo de basquetbol.
— ¿Por qué? ¿No fue suficiente que lo suspendieran?
— Él tomó esa decisión. El entrenador es alguien que no acepta a los alumnos problemáticos en su equipo. Como sea, ahora eres libre.

Se fue. Yo no podía creerlo. Debía hacer algo.
Primero, tomé mi teléfono. Le llamé a Dalton pero no contestó. Así que le dejé un mensaje de voz.

— ¿Acaso eres idiota? ¿Por qué hiciste eso? ¿No pensaste en al menos contármelo antes de ir a hacerte el héroe? Eres un desastre.

Después descubrí que eso no era realmente lo que quería decir. Así que le dejé otro mensaje.

— Gracias por ayudarme también. No debías hacerlo pero te lo agradezco. Y creo que puedo hacer algo para ayudarte con el equipo. Déjamelo a mí.

Me fui a buscar al presidente. Lo encontré en la sala del consejo estudiantil.

— Emery, hola— dijo feliz—. Estoy revisando algunas universidades. Sé que ya sabes a dónde quieres ir pero apuesto a que esto no lo sabías: esa universidad ofrece una beca especial.
— ¿De qué beca?
— Verás, es un descuento bastante bueno— dijo—. Los ex alumnos de esa escuela pueden postular a algún aspirante y si éste pasa el examen de admisión y los convence en una breve entrevista, la beca es toda suya. ¿No es grandioso?
— No conozco a ningún ex alumno— dije.
— Yo sí— dijo feliz—. Conozco dos, a mi abuelo y a mi padre les encantará recomendarte.
— No puedo aceptar eso, ellos no deberían recomendarme a mí...
— Te lo mereces y además yo no me postularé a esa escuela— dijo—. Si te interesa esa beca, sólo dime y yo me encargaré de lo demás.

Me sentía muy agradecido por eso.

— No sé qué decir— dije.
— Nada. En realidad esto es una forma de agradecerte todo lo que haces por mí. El consejo estudiantil no sería nada sin ti. Eres muy muy importante.

Él sonrió y ese simple gesto me hizo feliz.
El presidente no tenía idea de que me gustó en algún momento de mi vida y yo me prometí en ese instante que así se quedarían las cosas. Porque cuando lo miré todo lo que sentía era gratitud, no ese dolor que me invadió en San Valentín cuando lo vi irse para ver a alguien más.
El presidente ya no me gustaba así y no me sentí triste al darme cuenta, me sentí feliz y afortunado por no haber arruinado una amistad con él sólo porque ya no podía soportar mis sentimientos.
Y recordé que la razón por la que no exploté fue porque Dalton estuvo ahí para escucharme y ayudarme.

— Sé que soy difícil así que gracias por ser mi amigo— agregó él—. Honestamente no tuve amigos gran parte de mi vida así que ahora estoy tratando de ser más agradecido y menos intenso. ¿Un abrazo?

Lo abracé. Cuando nos separamos, el dije de su collar se atoró en mi suéter.

— Espera, lo quitaré con cuidado— dijo mientras lo desenredaba—. Lo siento, esto me pasa todo el tiempo cuando doy abrazos, principalmente con el cabello de Laura.
— Es un lindo dije— afirmé, tenía forma de corazón.
— Creo que nunca te lo enseñé. Es mi regalo de San Valentín. Will me lo regaló, se puede abrir y hay una foto de nosotros dos.
Se ve un poco borrosa pero la aprecio mucho.

La observé. El presidente parecía muy feliz sólo de verla.

— Es muy curioso— dijo él—, cada vez que la veo pienso en lo rara que es la vida. Quizá no me creas pero cuando Will y yo nos conocimos no nos agradamos para nada.
— ¿Por qué?
— Éramos demasiado diferentes y a él le gustaba otra persona. Sin embargo pasamos mucho tiempo juntos y superamos varias cuestiones... no sé, en algún momento nos volvimos amigos y luego empezamos a gustarnos aunque no lo sabíamos. Siendo justos, él sí entendió sus sentimientos de inmediato pero yo me tardé más. Ahora soy muy muy feliz. Me pregunto qué sería de mí si no me hubiera dado cuenta de lo que sentía. Porque soy del tipo de persona que piensa mucho las cosas y en veces no se trata de pensar, si no de sentir. Y vaya que yo pasé por alto varias cosas, si hubiera sido más listo me habría dado cuenta de que no es normal sentir que se te sale el corazón sólo porque tocan tus manos.

Nuevamente, parecía que la charla del presidente no era sobre él sino sobre mí. Y recordé que todas las veces en las que Dalton me tocó fueron muy extrañas. ¿Qué significaban?

— Pero estoy divagando— dijo él—. Sí que hablo demasiado en veces. ¿Necesitabas algo? Por eso viniste aquí, ¿No? ¿Puedo ayudarte?

Realmente él ya había hecho suficiente. Y no quería tener que pedirle otra cosa pero lo hice. Él me escuchó atentamente. Dijo que intentaría ayudarme pero que no me prometía nada.

Salí de ahí bastante agradecido y pensativo. Recordaba cada cosa que pasó entré Dalton y yo. Cada una de sus palabras de aquel día en la fiesta.
No podía creer que me las hubiera dicho a mí. Y me sentí tan agradecido que tuve ganas de llorar. Pero no lo hice. En lugar de eso le dejé un mensaje de voz.

— Soy yo otra vez. Y creo que acabo de darme cuenta de que de verdad quiero que estés aquí, conmigo. Así que ojalá pudiera verte pronto.

Fui a mis clases después de eso. No me concentré, me la pasé pensando en Dalton.
Después de clases el presidente dijo que podíamos irnos ese día pero yo decidí quedarme a ayudarlo junto a Laura. Ella no debía quedarse pero quería esperar a que Jason terminara el entrenamiento con el equipo de basquetbol.

Al final todos ellos se fueron juntos. Nos despedimos en la puerta. Yo me iba a regresar a mi casa en un taxi así que estaba buscando uno cuando el auto de Dalton se detuvo enfrente de mí. Mi corazón comenzó a latir rápidamente.

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora