23. De máscaras y divorcios

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Los días siguientes se sintieron menos incómodos, principalmente porque había una prueba de biología cerca y Dalton y yo estuvimos tan concentrados en ella que no tuvimos tiempo de pensar en otras cosas. Las cosas se habían complicado porque el profesor sabía que muchos intentarían hacer trampa en su examen y él revisaba bien a cada estudiante.

— No podemos usar lo de la última vez— le dije—. De hecho no podemos usar nada porque el profesor revisará cada una de las cosas.
— También vigila mucho— dijo Dalton—. Si alguien se voltea siquiera un poco, él lo nota. Esto es imposible.

Él y yo lo habíamos analizado durante las clases para ver si encontrábamos alguna cosa que pudiéramos usar a nuestro favor pero no encontramos nada. El profesor era alguien malhumorado y al parecer no le gustaba nada.

— Lo del uniforme deportivo no funcionaría de todas formas— dijo Dalton—. En estos días el clima ha sido tan malo que no salimos a practicar. Apuesto a que el día del examen estará igual.

La idea llegó a mí repentinamente.

— Lo tengo— dije sorprendido.
— ¿Sabes cómo haremos trampa?— dijo él.
— Así es— dije orgulloso.
— ¡Sabía que lo resolverías!

Método para hacer trampa:
Los audífonos inalámbricos y el gorro de invierno.

Paso 1: Verificamos que el día del examen el clima fuera tan malo que ameritara usar un gorro o bufanda. De ese modo muchos estudiantes llevarían ese tipo de prendas y no sería sospechoso que Dalton apareciera usando un gorro.

Paso 2: Él usaría un gorro con protección para las orejas, que cubrirían sus audífonos inalámbricos. Yo pediría permiso para ausentarme de mi clase alegando que el consejo estudiantil me necesitaba. Ya en la sala del consejo estudiantil, le pasaría las respuestas a Dalton por una llamada telefónica. Como el examen era el mismo que me habían aplicado a mí unas horas antes, recordaría las respuestas porque las memoricé.

Paso 3: El profesor pasaría a revisar que nadie pareciera sospechoso, por lo que Dalton debía parecer que se estaba esforzando mucho. Para eso ya teníamos repartidos nuestros tiempos: le pasaría las respuestas fáciles en un corto periodo de tiempo y las difíciles tomarían más tiempo. Como esa materia era importante, concluímos que él debía tener al menos el 90% del examen bien para poder graduarse. Por lo mismo debía parecer que se estaba esforzando así que sería de los últimos en terminar.

Paso 4: Él entregaría su examen y regresaría a su asiento con cinco minutos de sobra para el final de la clase. No debía tocarse la cabeza para nada y fingiría que estaba cansado y preocupado.

Al final de la clase, él fue al consejo estudiantil. Yo estaba ahí.

— Creo que funcionó— me dijo—. Lo descubriremos mañana cuando nos pasen los resultados.
— Funcionará, pero debes hacer lo siguiente: regresarás a clases y hablarás con todos de lo difícil que fue para ti hacer esto. Mañana antes de que entreguen las pruebas calificadas, dirás que esperas un buen resultado porque estudiaste mucho. No es necesario que el profesor lo escuche pero si puedes hacerlo sin que parezca que el comentario es para él, hazlo. Si de alguna manera no te creen, actua un poco y jura que estudiaste mucho en tu casa con un tutor privado.
— De acuerdo— dijo él—. Lo tengo.
— Pues regresa a tus clases, nos vemos en el estacionamiento.

Sé fue y yo me fui tiempo después. En la salida, tenía que quedarme a hacer unas cosas así que lo hice lo más rápido que pude y luego corrí afuera de la escuela con rumbo al estacionamiento. Dalton estaba ahí. Me abrió la puerta, entré.

— ¿Por qué tardaste tanto?— preguntó.
— Lo hice lo más rápido que podía— dije.
— Casi me quedo dormido.
— Debiste hacerlo— le dije.
— No, mi cara es rara cuando duermo.
— ¿Qué?— dije.
— Te lo juro, mi mamá me ha dicho que mi cara es muy extraña cuando duermo.
— ¿Y eso qué tiene de malo?
— Que no quiero que me veas dormir— dijo—. Es demasiada intimidad.
— No estás en posición de decir algo así, por si no recuerdas me ayudaste a respirar cuando caí al río— dije—. Eso sí es demasiada intimidad.
— Pero no cuenta porque era una emergencia— dijo.
— Aún así a mí no me importaría verte dormir con tu cara toda deforme— dije—. Además deberías irte acostumbrando a la idea de que en algún momento alguien más te verá así. Planeas casarte algún día, ¿No? Pues tu pareja despertará contigo cada mañana y será imposible que no te vea.
— Podría despertarme antes— dijo.
— ¿Y harías todo eso por años? Estadísticamente en al menos una vez ese plan fallaría porque podrías dormirte en el día por algún trastorno de sueño. O si tienes un accidente y tienes que estar internado en un hospital, tu pareja te verá dormir.
— ¿Entonces qué hago para que no me vean?— dijo preocupado.
— Cásate con alguien que no piense que te ves raro cuando duermes.
— ¿Y quién pensaría eso?
— Alguien que se encuentre profundamente enamorada de ti— le dije—. Pensará que tu cara no es rara, si no adorable. Amará tus defectos. En tu caso deberías apresurarte a buscar a alguien aunque suena difícil, tienes muchos defectos que podrían hacer que nadie te quiera.
— Eso no me está haciendo sentir mejor— dijo.
— Apuesto a que en algún lugar de este mundo hay alguien a quien no le va a importar que seas pésimo en la escuela y que tu cara se ve mal cuando duermes.
— Además son cosas que puedo solucionar— dijo él—. Con lo de la escuela ya te tengo a ti. Y con lo de mi cara podría usar una máscara.
— Pero avísale a tu pareja que usarás una máscara o de lo contrario le dará un ataque cuando despierte en la mañana y lo primero que vea sea a un ser extraño durmiendo a su lado.
— Le daría un ataque— dijo divertido.
— Y no sólo eso, si no que te pediría el divorcio. Yo lo haría si eso me pasara.
— ¿Aún si estuvieras casado conmigo? ¿Te divorciarías de mí sólo porque te asusté? ¿Y qué hay de todas mis otras virtudes adorables?
— No contarían si llego al hospital porque mi pareja me provocó un ataque cardíaco.
— Entonces no me casaré contigo.
— Bien, no quiero tener que casarme con alguien que deba usar una máscara porque no confía en mí.
— Confiaría en ti, es sólo que no me gustaría que pensaras que soy feo porque despierto soy bellísimo.
— Si yo me casara contigo lo haría porque pensaría que cada parte de ti es perfecta así como está, aún si se ve extraña, es más, no me importaría siquiera porque estaría enfocado en todas esas cosas lindas que tienes y que hicieron que me enamorara de ti.

Lo observé. Parecía sorprendido. Descubrí que eso que dije había sido muy extraño.

— Ojalá alguien piense eso de mí algún día— dijo—, es más, si encontrara alguien que me dijera la mitad de lo que acabas de decir, le propondría matrimonio de inmediato. No sabía que eras tan cursi.
— No lo soy— dije—. No sé de dónde salió eso.
— Yo sí— dijo—. Acéptalo, eres un romántico empedernido y eso no tienen nada de malo. Significa que la persona que te gusta es muy afortunada.
— Vaya fortuna entonces.
— No para ti obviamente— dijo—. Pero el presidente sí que tiene suerte.
— No estoy enamorado de él— dije.
— Claro que sí, lloraste por su culpa en San Valentín.
— Sí pero creo que ahora ya no estoy enamorado de él.
— ¿Cómo estás tan seguro?
— Sólo lo sé— dije.
— No te creo— dijo—. Acabas de hablar como alguien enamorado. Y si no es del presidente, ¿De quién más?
— De nadie— dije—. Creo que sí soy un poco cursi.
— Te lo dije. Pareces de ese tipo de chicos que son muy sensibles. Por eso no has salido con nadie más. Necesitas sentir menos y actuar más. Si alguien te gusta, sé directo y dile.
— No aceptaré consejos amorosos de alguien que no está saliendo con nadie.
— Pronto saldré con alguien— dijo—. Haré una fiesta enorme en abril y será tan épica que todos quedarán tan sorprendidos y maravillados que estaré rodeado de chicas. Ya verás.

De Amor Y Otras Cosas ImposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora